• viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 11:03

Blog / La cometa de Miel

Seudónimos literarios: en realidad se llamaban...

Por Pablo Sabalza

Mi nombre es Aurora de Alfarache.

Apenas tenía diecisiete años cuando me presenté a un concurso literario de poesía convocado por el Ayuntamiento de Pamplona. Era el año 1994 y en la radio sonaba el disco de Joaquín Sabina titulado ‘Esta boca es mía’.

Yo, por aquel entonces, un joven enamorado (silenciosamente) de una preciosa navarra cuyo nombre no viene al caso, decidí presentarme con mis raídos versos y mis poemas hechos de pura pasión y jirones a ese concurso con un único fin. Ganar y dedicarle a mi musa el premio.

¡Ay, cómo fluían mis frases de amor! ¡Ay, cómo volaban mis sueños enamorados por las nubes!

Y así fue, mis queridos amiga/os, como vuestro joven trovador decidió apuntarse a ese concurso que solicitaba para su entrega un número determinado de folios, escritos a doble espacio, y si mal no recuerdo, con tres copias del mismo para ser remitidas a una dirección en concreto, supongo que al propio Ayuntamiento.

…y todo ello rubricado con un seudónimo.

No me pregunten cómo nació mi nuevo nombre o de qué manera fue engendrado. Si algo tuvo que ver el escritor Mateo Alemán, créanme, nunca lo sabremos. Adquirí  mi seudónimo y con él he cohabitado hasta hoy en silencio. Me llamo, Aurora de Alfarache.

Regresemos a los días posteriores al concurso. La fecha del fallo, si mi memoria no me (falla), tenía lugar tres meses después del día tope de entrega.

¡A mi madre, la pobre, la traía loca! Y cada vez que salía de casa para hacer cualquier recado, regresaba gritando: ¿Han llamado, mamá? Y ella, tierna como sólo una madre puede serlo, me respondía: Todavía, no.

Y ese- todavía- regaba mi esperanza como el rocío mañanero un campo de flores.

La historia de la literatura nos presenta innumerables autores que por distintos y diversos motivos decidieron en su momento modificar su nombre propio, sus apellidos y/o ambos para pasar a la historia conocidos por su seudónimo.

Les pongo un ejemplo. Les invito a que vayan a una librería (a esto les invitaré siempre) y pregunten a nuestros entrañables libreros por el autor Neftalí Ricardo Reyes. Seguramente, nuestro asesor literario se tenga que apoyar en su ordenador para buscarlo, ya que no le sonará su nombre. Sin embargo, si yo les digo Pablo Neruda

Este es muy fácil. Se llama Joaquín Salvador Lavado. ¿No te suena? Quizás lo conozcas más por Quino, autor de Mafalda.

Podría extenderme en este, vuestro escrito, por distintos lugares y países conociendo a multitud de escritores y escritoras que nacieron con un nombre y fallecieron siendo reconocidos por otros.

En España ha habido muchos autores con seudónimo. José Augusto Trinidad Martínez Ruíz era Azorín; Gustavo Adolfo Domínguez Bastida fue nuestro romántico Becquer; Cecilia Bohl de Faber y Larrea se convirtió en Fernán Caballero; Fray Gabriel Tellez no era otro que el célebre Tirso de Molina o D. Iñigo López de Mendoza el ilustre Marqués de Santillana.

Nuestro país vecino también contó con algún nombre que no era su nombre pero eran muy nombrados. Ustedes ya me entienden… Par exemple:

Voltaire se llamaba François Marie Arouet; Moliere, sí, sí, Moliere, autor de ‘Tartufo’, era Jean Baptiste Poquelin; mi queridísimo Stendhal en verdad se llamaba Marie Henri Boyle y el picante Marqués de Sade respondía al nombre de Donatien Alphonse François.

Podríamos preguntarnos la razón que llevo a estos importantes autores a variar sus nombres  y apellidos por otros. Interpreto que cada uno tendría una buena razón.

Me gustaría a mí saber qué llevo a la enigmática Agatha Marie Clarisa Miller ser la adorable Agatha Christie; a George Gordon llamarse Lord Byron; a Charles Lutwge Dogson a ser el autor de ‘Alicia en el país de las maravillas’, Lewis Carroll; a Arthur Blair el gran George Orwell; a mi amada, ¡ay, si yo te hubiera conocido..!, Adeline Virginia Stephen, por siempre, Virginia Woolf; a Mary Ann Evans ser la escritora, George Eliot, o Joszef Fiodor Korzeniowska nuestro autor Josef Conrad.

Y no se crean que esto fue una moda de franceses, ingleses o españoles. Nada que ver. En Rusia también hubo seudónimos y así el autor de ‘Guerra y Paz’, León Tolstoi, era el Conde de Tolstoi, Lev Nikoaeyevich Tolstoi o, Maksim Gorki, en verdad se llamaba Alexei Maximovich Pechkov.

…pero es que si uno sigue indagando con el único propósito de acercarles a la realidad de ciertos autores, aunque sea a través de su verdadero nombre, contemplo absorto que hasta Japón llegan los seudónimos. Y, como decían, los simpáticos componentes del grupo ‘No me pises que llevo chanclas’: ¡Japón, mira que está lejos Japón!

Y así Yukio Mishima no era otro que Kimitake Hiraoka y el poeta de haikus, Matsuo Basso, se llamaba Matsuo Minefusa…

Y podría irme a Estados Unidos y decirles que el autor de ‘Tom Sayer’, Mark Twain, nació con el nombre de Samuel Langhorne Clemens; que Anne Rice es Howard Allen O’Brien y que Jack London no era sino John Griffith Chaney.

Curioso, ¿verdad?

..pero volvamos a mi concurso.

Pasó el tiempo y la música de Sabina que sonaba en la radio fue alejándose como la esperanza de ganar aquel premio literario. Mi preciosa musa navarra se enamoró de otro joven de chupa de cuero negro y cara de enfadado que, obviamente, no era yo. Mi santa madre se cansó de responder con un ‘todavía, no’ a la pregunta de si habían llamado del Ayuntamiento.

Les voy a desvelar algo que nadie sabe. Llamé al teléfono que figuraba en las bases del premio literario al cabo de varios meses. Y pregunté por mi concurso, ya que quería saber quién era el ganador. La respuesta fue:

- El premio ha sido declarado desierto.

Y me llevé una pena y dos grandes alegrías. La pena, obviamente, es que no había ganado el concurso en el que había depositado tantas y tantas ilusiones.

La primera alegría es que tampoco perdí. O eso quise yo pensar.

Y la segunda alegría y más importante de todas es que había nacido alguien.

Mi nombre literario ya sería por siempre, Aurora de Alfarache.

  • Los comentarios que falten el respeto y que no se ciñan al tema de la noticia, podrán ser eliminados.
  • Cada usuario será el único responsable de sus comentarios.
Seudónimos literarios: en realidad se llamaban...