• martes, 19 de marzo de 2024
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Blog / La cometa de Miel

Publicar un libro no tiene edad

Por Pablo Sabalza

Lo sueños no tienen edad, tienen deseo de ser cumplidos.

Libros colocados para vender en una feria. ARCHIVO.
Libros colocados para vender en una feria. ARCHIVO.

Óscar Wilde apuntaba que ‘toda aquella persona que haya nacido en una familia tiene argumentos suficientes para escribir un libro’.

Todos tenemos una historia que contar. Simplemente, hay que sentarse y escribirla.

Cada vez son más las personas que han escogido el noble oficio de la escritura para plasmar, de mejor o peor forma, sus relatos, sus cuentos o novelas, sus poemas o, de igual modo, su existencia.

Hace, aproximadamente, un año que mi amigo Miguel, a sus ochenta primaveras, me pidió que le ayudase a publicar su obra.

Una preciosa historia que versa, entre otros temas, acerca de su mujer, Olga, y de las aventuras y desventuras que vivieron juntos en Inglaterra, a la postre lugar donde se conocieron, y de todo aquello que aconteció desde aquellos días hasta que ella falleció no ha muchos años atrás.

Todos los que hemos conversado con él, más tiempo o menos, conocemos a Olga, ya que late en cada una de sus frases, pues resuena al mencionarla un cascabeleo propio de la letra emitida con amor. Ese cariño cristalino similar a como si encontraras un azul entre la tarde y la pradera.

Le prometí que revisaría su obra y le ayudaría a encontrar una copistería que convirtiese su oda de amor, su loa a su princesa en un libro.

Y así fue como Miguel, Sherezade y yo nos dirigimos a la copistería Cervantes, sita en el municipio de Vecindario (Gran Canaria), para dar forma de ejemplar a esa carta de amor.

Carmelo, propietario de la copistería, así como de la Librería Vecindario, me apuntó que cada vez son más los nuevos escritores de la tercera edad que se deciden a publicar su biografía con un propósito para nada comercial sino, al contrario, vinculado a la lectura de familiares y allegados.

Cada novel autor, a sus ochenta e incluso noventa años, vende un número tan elevado de ejemplares que provocaría una (¿sana?) envidia en muchos de los autores que tienen más nombre que lectores.

Pronto, mi amigo Miguel, verá su obra publicada.

Su hija, su nieto y el día de mañana sus descendientes leerán cómo el abuelo profesaba su amor a su querida Olga.

Y yo tuve algo que ver en esa preciosa historia y por eso se la cuento, amigos de Navarra.com.

Porque es bonito ayudar a la gente y más aún si se trata de amor.

Un amor cristalino. Como si te encontraras un azul entre la tarde y la pradera.

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