• martes, 19 de marzo de 2024
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Blog / La cometa de Miel

¿Has sufrido alguna vez por amor?

Por Pablo Sabalza

Te extraño tanto, que me duele.

Juego de amor con palabras
Juego de amor con palabras.

Me reuní con una vieja amiga hace varios meses. Había adelgazado cerca de doce kilos por culpa de su separación. Me contó que habían estado quince años casados. Él la engañó. Ella no le perdonó. No tuvieron niños. Visto lo visto, apuntó, fue lo mejor.

El nido vacío. Las fotos de novios. El viaje a París.

No sé, Pablo, no sé qué hacer. Me he gastado un potosí en psicólogos y en libros de autoayuda. Mi familia me dice que le olvide, que pase de página…pero yo no puedo. Mis amigas que me eche un novio. ¿No te gusta Fernando? Es muy majo. Abogado. Le gusta viajar.

Por la mañana, con el trabajo, estoy entretenida. Muevo papeles, respondo correos, engordo mi agenda. Por las tardes, ya sabes, pilates un día, amigas el otro, el cine, el gimnasio. En fin, lo de todo el mundo.

Pero por la noche, por la noche no pego ojo. Me tendrías que ver. Llorando sola, comiendo helado, tragándome todas las series…Me tumbo en la cama y doy mil vueltas.

Le echo de menos.

Me he enterado que tiene una novia. No le culpo. Le dije de todo. Se ha olvidado de mí.

No sé qué hacer, Pablo. No sé qué hacer…

‘Había una vez una isla en la cual vivían todas las emociones. La pereza, la codicia, la alegría, la ira…

Un día llegó el conocimiento junto con la previsión y advirtió a todas las emociones que la isla iba a sucumbir, así que todas las emociones empezaron a hacer su barca.

Todas, menos el amor.

Al amor le encantaba la isla.

Revolcarse por la arena. Subirse por las palmeras. Bañarse en el mar.

Al observar el amor que el agua iba creciendo e inundaba todo subió a la parte más alta. Desde la montaña oteó a todas las emociones haciendo su barca, ya que el agua, prácticamente, había cubierto toda la isla.

El amor descendió la montaña y fue saltando por los charcos hasta llegar a la orilla.

Al ver que todas las emociones partían de la isla con su barca gritó:

Tristeza, tristeza, llévame contigo!

- Estoy tan triste, tan triste que no cabes en mi barca.-respondió la tristeza.

Y ésta se fue.

-¡Riqueza! –voceó el amor. Llévame contigo.

- Tengo tantos rubíes, esmeraldas y diamantes que no cabes en mi barca.-apuntó la riqueza.

Y también se fue.

Entonces apareció un viejecito y le dijo al amor.

-Sube que te llevo.

Y el amor subió. Y le llevó a la isla contigua. Y al instante, el viejecito, desapareció.

Entonces el amor se preguntó:

-¿Quién me ha salvado? ¿Quién era este viejecito?

Salió corriendo el amor en busca de la sabiduría y al encontrarla le dijo:

-Sabiduría, ¿Quién era este viejecito?¿Quién me ha salvado?

La sabiduría respondió:

-Cuando el amor no tiene salida. Cuando el amor no tiene más que un final. Cuando el amor va a desaparecer… El tiempo salva al amor.

El viejecito era el tiempo.

Por mucho que sufras, que padezcas y que no levantes cabeza…un día despertarás y estarás curado.’

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¿Has sufrido alguna vez por amor?