• jueves, 28 de marzo de 2024
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Blog / Aún aprendo

Oscar Muñoz. Fundido en blanco

Por Miguel López-Remiro

La semana pasada se presentaba en la Fundación Sorigué, Lérida, una exposición retrospectiva del artista Oscar Muñoz (1951, Popayán, Colombia).

Still de obra Fundido a blanco (dos retratos).
Still de obra Fundido a blanco (dos retratos), 2010, Video HD 7'40", sonido.

Sorigué cierra con esta inauguración un año de programación excepcional que ha incluido la apertura de la obra Double Bind del artista Juan Muñoz, señalado por Babelia de El País como de lo mejor del año, y la presentación de su futuro proyecto de edificio diseñado por Abalos y Sentkiewicz en la Bienal de Arquitectura en Chicago.

La obra de Oscar Muñoz está en algunas de las colecciones más importantes del mundo, como la del Moma de Nueva York o las de los museos de Los Ángeles, Moca y Lacma, el Museo de Houston o la Tate Modern de Londres. En 2015 pudimos ver en Tabacalera, Madrid, una muestra suya y ahora, en la Fundación Sorigué, que cuenta entre sus fondos con una importante obra de vídeo de Oscar Muñoz, nos acercamos de nuevo a su trabajo con una muestra que “dibuja” el repertorio de señales y símbolos de este singular creador a través de una selección en la que se ha implicado de una manera muy personal.

La trayectoria de este artista se caracteriza por la búsqueda de formas de representación de la imagen, la memoria, y sus posibilidades poéticas. Ha propuesto soportes diversos que nos trasladan a lugares de introspección: desde sus dibujos realizados sobre cortinas de baño, a sus retratos sobre planchas metálicas que solamente nos devuelven una imagen al proyectar nuestro propio aliento, a figuras realizadas con azúcar y café, dos recursos naturales relevantes de su país de origen, hasta llegar al vídeo en el cual se produce un climax a la hora de plasmar su forma de entender la representación de la realidad.

Me encuentro con el artista Oscar Muñoz en Madrid para almorzar juntos. Acompañados por su mujer y su galerista, compartimos ideas, recorremos visualmente la exposición en Lérida.

Le cuento que estoy escribiendo para este medio en el que repaso las cosas que suceden en mi semana visitando y conociendo cosas de arte. Le digo que voy a escribir sobre su exposición pero que necesito preguntarle por una obra en concreto que ha quedado grabada en mi memoria: “Fundido en Blanco” en la cual retrata a su padre en una pieza de vídeo de 7 minutos.

Me cita a Barthes para contar que al ser retratados nos convertimos en un objeto, debatimos en que en realidad hacemos una especie de performance en la que nosotros mismos nos retratamos antes de ser retratados. Y me cuenta que su padre al posar para él, cuando ya contaba con 96 años y ya siendo viudo, no supo nunca que posaba era para una pieza de vídeo, pensó que era para una fotografía, una imagen estática, para la cual, casi como si fuera un daguerrotipo, era necesario dejar tiempo para plasmar la imagen en el negativo.

Y al final ese tiempo y esa ausencia de saber nos trasladan a uno de los retratos más excepcionales que uno pueda ver. En el video vemos a alguien que posa de forma natural, alguien que está esperando. Muñoz superpone la secuencia con una sábana blanca que a veces interrumpe la imagen; además, en una ventana del fondo, vemos un retrato de la madre del artista que aparece de forma intermitente, dando al final un aura mágica a un retrato de sus padres.

Nos fijamos y escuchamos la respiración de la persona retratada, y detectamos el latido del corazón de en las venas de su cuello. La pieza, que con su título hace referencia a los finales de las películas, es alegórica y nos habla del tiempo y de nuestra existencia y de esas imágenes que retenemos en la memoria y que reconstruimos. En la inauguración hubo un momento en que todos nos quedamos en la última sala de la exposición donde se exponía esta pieza de vídeo, y pienso que todos nos quedamos absortos, y fundidos en blanco. 

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Oscar Muñoz. Fundido en blanco