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Arte en el Centro Botín y su poder transformador

Por Miguel López-Remiro

Hace unos meses se inauguraba en Santander un nuevo espacio de arte, el Centro Botín diseñado por Renzo Piano.

Imagen del Centro Botín en Santander FUNDACIÓN BOTÍN
Imagen del Centro Botín en Santander. FUNDACIÓN BOTÍN

El centro está promovido por la Fundación Botín, fundación que centra su misión en desarrollar programas en los ámbitos del arte y la cultura, la educación, la ciencia y el desarrollo rural.

El edificio se sitúa en plena bahía, como un barco, rodeado por los jardines de Pereda, en un ejercicio de urbanismo muy notable que ha incluido el soterramiento de la avenida que cortaba la ciudad con el paseo frente al mar. El logro de la iniciativa es haber generado una plaza y un espacio abierto hacia lo que lo rodea.

Piano, que inició la posmodernidad museística a través del disruptivo Centro Pompidou de París, diseñado junto a Rogers y que supuso una especie de choque democrático por y hacia la cultura contemporánea, ha diseñado otros importantes centros de arte de los que destaco la Fundación Beyeler en Basilea, y la Fundación de Menil en Houston.

En ambos ejemplos encontramos un diseño que se inscribe en el lugar, y, así como en la Beyeler, el edificio mira al paisaje suizo rural, en el edificio de Houston uno se encuentra en un lugar diseñado en convivencia con todas esas pequeñas casas de madera de color grisáceo y que Piano incorporó como “tejido” para levantar un edificio singular.

Santander completa una reflexión sobre cómo puede ser un espacio de arte. En la presentación del Centro Botín, Piano hizo una fenomenal alusión al encargo y la relación con el principal impulsor del proyecto, D. Emilio Botín, glosando las características de una conversación desde la que se “dibujó” un edificio y un Centro llamado a transformar y a inspirar.

Visito de nuevo el Centro Botín con motivo de la exposición que allí se celebra sobre Julie Mehretu, artista de origen etíope, y una de las más interesantes figuras de la pintura contemporánea. La Fundación Botín desarrolla desde el año 1994 un programa de residencias y talleres de artistas de proyección internacional quienes mentorizan y dirigen un taller con un grupo de jóvenes artistas.

Fruto de esta interacción se ha construido la colección de la Fundación, y también el grueso de su programa de exposiciones, ahora trasvasado al Centro Botín, y que fue inaugurado con una exposición del artista Carsten Holler, participante del taller de este mismo año 2017, y que ahora recoge la exposición de Mehretu, artista del programa de residencias del año 2015. 

La exposición de Mehretu, organizada junto al Museo Serralves de Oporto, es la más importante retrospectiva dedicada en Europa hasta la fecha a esta artista. Con más de 30 pinturas de gran formato, situadas en la planta segunda del edificio, y 60 dibujos la exposición explora la importancia del ensayo y la caligrafía y el proceso. Si Carsten Holler nos proponía una intervención que hacía del juego, como comentaba el otro día a propósito de Jaume Pitarch, como clave esencial como truco empático con el espectador, ahora con Mehretu nos adentramos en la visión del mundo a través del trazo, la línea y la pintura.

Hace unas semanas una galerista internacional me preguntaba qué está pasando en España para que en 2017, en un contexto de crisis y de cierta desaparición de cultura, la iniciativa privada esté lanzando proyectos como, señalaba ella, Bombas Gens en Valencia, la Fundación Sorigué en Lérida o el Centro Botín en Santander.

Está claro que viendo iniciativas asistimos a ejercicios de convicción por el poder transformador del arte. Que así sea.

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