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Cómo diseccionar el deseo

Por Leire Escalada

Annie Ernaux explora en 'Pura pasión' el deseo de una mujer por su amante, que eclipsa el resto de su vida.

La protagonista de pura pasión vive una terribe pasión amorosa. ARCHIVO
La protagonista de pura pasión vive una terribe pasión amorosa. ARCHIVO

Vivir cada día como una espera nerviosa. Así pasa al menos un año la protagonista y narradora de Pura pasión, la novela en la que Annie Ernaux (Lillebone, 1940) disecciona el deseo y la obsesión con agudeza y honestidad. No hay pudor ni intentos de justificación en esta historia breve – apenas 80 páginas – en la que una mujer cuenta en primera persona su pasión irrefrenable por su amante, un hombre casado, diplomático de un país de Europa del Este, del que ofrece unos datos vagos: “Le gustaban los trajes de Saint-Laurent, las corbatas de Cerruti y los coches caros”.

Poco importa quién es él, o incluso ella, una mujer divorciada, con hijos mayores, que se entrega a un deseo que escapa a su control, el auténtico protagonista de este relato. Toda su vida, mientras dura la relación, gira en torno a la obsesión de volver encontrase con él. Su familia, sus amistades, el trabajo o cualquier actividad antes placentera queda eclipsada por esta obsesión.

De hecho, leer una novela o escuchar una canción solo le sirve para mantener pulsado el interruptor de su deseo, al encontrar conexiones entre lo que ella siente y ahí se narra. “Después, el resto del libro volvía a convertirse en lo que supuso para mí cualquier actividad a lo largo del año, una manera de pasar el tiempo entre dos citas”.

INTROSPECCIÓN HONESTA

Ernaux relata con una prosa desnuda, sin artificios, cómo era esa espera angustiosa, al costado del teléfono o enviando alguna carta furtiva de la que no recibe respuesta. Él es quien maneja los tiempos, pero no hay reproche. Lo valioso, más que las escasas escenas propiamente narrativas, es la introspección sobre lo que sintió y cuál era el comportamiento de la mujer durante esos meses. Y Ernaux lo describe con el bisturí entre los dientes.

La soledad de quien no está ya ni consigo mismo y una angustia narrada con precisión recorren estas páginas en la que su protagonista reflexiona sobre cómo incluso el placer está anulado: “Todo era una carencia sin fin, salvo el momento en que estábamos juntos haciendo el amor.  Y, aún así, me obsesionaba el momento que vendría a continuación, cuando se hubiera marchado. Vivía el placer como un dolor futuro”.

Esa perspectiva aciaga, que deja el tiempo en pausa, le permite llevar al papel esta experiencia. La reflexión sobre la escritura autobiográfica, de la que Ernaux es una pionera, está muy presente en Pura pasión. “No siento ninguna vergüenza por anotar este tipo de cosas, y ello se debe al lapso que media entre el momento en que se escriben, cuando soy la única que las ve, y el momento en el que la gente las leerá, y que, me da la impresión, no llegará jamás. (…) Gracias a este lapso puedo escribir ahora, más o menos como cuando, a los dieciséis años, me exponía al sol abrasador durante un día entero, o como cuando a los veinte hacía el amor sin anticonceptivos: sin pensar en las consecuencias”.

Y esta forma de enfrentarse o, más bien, abrazarse a la escritura, es la que da fuerza a la fiereza narrativa de Ernaux. Poco importa cuánto o no hay de autobiográfico en estas páginas, sino el magnetismo que logran por su valentía.

Pura pasión. Annie Ernaux. Tusquets, 2019. 80 páginas. 17 euros.

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