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Blog / Marea de libros

Lo que no se puede borrar

Por Leire Escalada

Carmen M. Cáceres indaga en "Una verdad improvisada" en los recovecos del amor y los celos, en lo viejo y en lo que se abre.

Útiles de fotografía
Útiles de fotografía

Una verdad improvisada es una de esas novelas-hechizo que se encuentran con poca frecuencia. Hechiza su voz narrativa, un estilo cuidado al milímetro, que invita a detenerse, a degustar las palabras, que nunca son huecas. Así cautiva Carmen M. Cáceres (Posadas, Argentina, 1981) con su primera novela, publicada recientemente por Pre-Textos, y que cuenta la historia de una pareja recién formada, la de Clara y Bruno.

La narradora es la mujer, una veterinaria treintañera con trabajo fijo que acaba de dejar su piso para mudarse con su novio, un fotógrafo freelance que se ocupa de trabajos publicitarios esporádicos. Viven en Buenos Aires, junto a su gato, en un apartamento que alberga todas las ilusiones del comienzo y las cicatrices veladas de cualquier biografía adulta.

Clara habla de ese "sexo a veces amarillo y lleno de dientes"; del ritual de las comidas; del pequeño espectáculo doméstico que es contemplar a la pareja durmiendo; de los vasos de whisky y fernet; del dinero que entra en casa y genera enfrentamiento por su dispar concepto de administración...

Comienzan, pues, a mostrarse los agujeros, esa aventura inabarcable de conocer a quien se ama, y lo hace desde los 'primeros' pasos, donde parece que todo puede inventarse.

SILENCIOS QUE HABLAN

La pareja prepara una exposición de fotografías tomadas a familias en cocinas, y en una de las visitas al estudio que Bruno tiene alquilado, Clara encuentra una antigua foto de Ana, la exnovia, tomada por él en la cotidianidad del hogar. Él, el deseo y otra mujer. Se desatan así los celos, la certeza de que sí existe un pasado y que este siempre está, de algún modo, latente: "Los celos por el pasado son el más potente de los sinsentidos porque lo que atormenta es saber que lo que pasó está acabado pero sin embargo ya para siempre habrá sucedido. No se puede borrar".

Cuando una vieja dolencia sobreviene a Bruno y se queda mudo de forma temporal, la pareja recurrirá a la comunicación a través de notas de papel, unos meses en los que los silencios serán también una forma de hablar.

Cáceres sabe fijarse en los detalles cotidianos (escenas, objetos, palabras), girarlos y mirarlos desde otro ángulo y ahí se produce una suerte de descubrimiento, o de reconocimiento quizá. Su relato tiene textura: a veces suave, otras rugosa y áspera. Y uno puede imaginar también sus olores. Una historia cautivadora que mantiene el enigma seductor de lo que no se dice. Que la disfruten.

Una verdad improvisada. Carmen M. Cáceres. Pre-textos, 2016. 112 páginas. 18 euros.

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