• viernes, 19 de abril de 2024
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Mirar al mal a los ojos

Por Leire Escalada

"Las sillitas rojas", la primera novela de Edna O'Brien en diez años, apunta a las entrañas del mal, la culpa, el dolor y el absurdo de la guerra.

11.541 Sillas rojas en Sarajevo en homenaje a las víctimas.
11.541 Sillas rojas en Sarajevo en homenaje a las víctimas.

Las sillitas rojas, la primera novela que Edna O'Brien (Tuamgraney, Irlanda, 1930) ha publicado en los últimos diez años, es una obra desconcertante, que se engrandece cuando se despliega. Su formidable capacidad para tocar desde una rara belleza las entrañas del mal, la convierten en una historia que supera al hecho histórico del que parte y que explica antes de comenzar la narración:

"El 6 de abril de 2012, se colocaron en filas 11.541 sillas rojas a lo largo de los ochocientos metros de la calle principal de Sarajevo con el fin de conmemorar el vigésimo aniversario del inicio del asedio de la ciudad por parte de las fuerzas serbobosnias. Una silla vacía por cada habitante de Sarajevo asesinado durante los 1.425 días de sitio. 643 sillas representaban a los niños asesinados por los francotiradores y la artillería situada en las montañas circundantes".

Pero esta no es una novela sobre la guerra serbo-bosnia, ni sobre la guerra siquiera. De ahí el interés, porque O'Brien parte de un hecho histórico relevante y de evidente interés para ramificarlo y dotarlo de universalidad. Es una historia que habla sobre el horror, sobre su absurdo, sobre el dolor, la culpa, el rencor y la inocencia arrancada. Y cómo la cara más amable o más bella puede encarnar el mal, cómo puede esconderse en cualquier sitio, en cualquier persona.

EL EXTRAÑO QUE LLEGA AL PUEBLO

La historia comienza con la llegada en mitad de la noche de un extranjero, Vladimir Dragan, a la pequeña aldea irlandesa de Cloonoila. Pese a cierto recelo inicial por parte de algunos vecinos del pueblo, que aventuran sobre el recién aparecido, pronto quedan seducidos por su carisma y atractivo, en especial las mujeres. 

El hombre, que se presenta como sanador y terapeuta sexual, trastoca la vida de esta localidad rural, a cuyos habitantes ayuda con sus saberes, y sobre todo, cambia la vida de Fidelma McBride. Ella es mujer casada, que no ha sido madre a su pesar, un tema crucial en la obra. (Evito contar más detalles argumentales para no caer en el spoiler).

Este personaje, una mujer con voz propia, que evoluciona del papel de víctima al de superviviente y heroína, es la piedra angular de este relato. Al comienzo resulta demasiado pausado, pero despega y brilla en la segunda y tercera parte, quizá porque el lector ya está conquistado por la historia y, sobre todo, por la forma de contar de O'Brien.

A través de una estructura que alterna distintos narradores, ramifica la trama con maestría, ofreciendo nuevos hilos, pero no a modo de thirller porque aquí lo importante no es descubrir quién es el doctor Vlad, sino apuntar a las pequeñas historias y a los dolores que urden un mismo dolor. Y lo hace, además, a a través de un viaje que parte de mencionada Cloonoila hasta Sarajevo, Londres y La Haya.

Una novela dura y vibrante, que genera preguntas y pone en relieve el valor de la dignidad.

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