• jueves, 28 de marzo de 2024
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La risa congelada

Por Leire Escalada

Rosario Villajos debuta en la novela con la historia de una mujer que cuenta distintos episodios de su vida con crudeza y humor.

Ramona foto
Una joven pasa al borde un charco. ARCHIVO

“Y así, iría una por una a cada persona que me ha amargado la vida, a decirles lo que pienso de ellas. Pero no lo hago, y no sé si es porque no tengo agallas o por un profundo complejo de superioridad”. Así se presenta Ramona Ucelay, la protagonista de la novela con la que Rosario Villajos (Córdoba, 1978), que ya había publicado la novela gráfica Face, ha debutado en el género.

Ramona, que es también el título del libro, cuenta en primera persona distintas peripecias vitales, desde la infancia hasta la madurez de esta mujer. La voz potente, cruda y mordaz de este magnífico personaje hacen que no se pueda soltar el libro desde que se lee la primera historia. Es una voz violenta y al mismo tiempo tierna, como de alguien predeterminado, ya desde su nombre, que la lleva a ser la última de la lista, incluso en la Primera Comunión, cuando se queda sin taburete y tiene que permanecer de pie, en una incómoda postura, fingiendo que está sentada como el resto. 

Sin embargo, pese a esa suerte de determinación, no hay sometimiento, sino una búsqueda permanente de su lugar. Se palpa una incomodidad constante que la narradora logra transmitir muy bien, un ambiente áspero desde la casa familiar, regida por un padre déspota, en el barrio obrero en el que viven, entre los vecinos, en el colegio en el que esclavizan a alumnas que pintan bien las tarjetas de Navidad.

No hay un orden cronológico en los relatos y muchos funcionan y se pueden leer de forma independientes, pero sí los conecta un hilo, detalles diseminados que se van entretejiendo y conforman una única historia, la que construye la propia identidad de Ramona.

HUMOR Y DOLOR

El formidable sentido del humor del que hace gala Ramona es el contrapunto perfecto para los episodios dolorosos, como el abuso de un profesor, y provoca en el lector una risa paralizante, congelada.

El ingenio de la protagonista, su particular enfoque, convierten la novela en una excéntrica y al mismo tiempo realista crónica generacional de los que fueron niños en los 80, una historia en la que las niñas juegan con tamagochis, piden para Reyes el Diseña la moda y viven la primera menstruación como un vergonzoso escarnio público (ante el vecindario). Este tema apunta también a reflexiones sobre la mujer y el rol que tradicionalmente se le ha asignado, al cuidado de la casa y los hijos. “'A mí ya debe estar a punto de venirme la puta regla', dijo con resignación. 'Pero, ¿para qué sirve?', me quejé yo. 'Pues para tener niños', dijo Laura. 'Pero, ¿y si no quieres tener niños?'. '¡¿Cómo no vas a querer?!', gritaron las dos casi al unísono. Me encogí de hombros sin decir nada, más o menos como ahora cuando me hacen la misma pregunta”.

También (des)amor, la amistad y el sexo, contados desde la perspicacia de Ramona muestran un punto de vista singular, el de una persona que ansía su sitio, quizá de forma poco consciente. “A mi mejor amiga no la elegí yo, al contrario, ella se empeñó en hacer de mí una mejor persona(…). Marga se convirtió en alguien especial porque fue la primera persona que me obligó a darle un beso de buenas noches”, escribe sobre la amiga con la que comparte en la época universitaria, un espacio que puede verse como una especie de refugio.

Villajos logra esta novela apuntar a emociones y dolores profundos y lo más maravilloso es que lo consigue a golpe de ironía y humor, pero sin carcajadas. Un debut genial. No se lo pierdan.

Ramona. Rosario Villajos. Mrs. Danvers, 2019. 219 páginas. 20 euros.

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La risa congelada