• jueves, 28 de marzo de 2024
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Blog / Caracteres con espacios

Tenemos que hablar

Por Juan Iribas

Nunca entendí el “tenemos que hablar” ni su posterior y obvio “se acabó”.

Una pareja pasa un día de picnic mientras brinda con copas de vino durante una charla ARCHIVO
Una pareja pasa un día de picnic mientras brinda con copas de vino durante una charla. ARCHIVO

Me quedé con un palmo de narices, mucho espacio en el armario y un cepillo de dientes que no sé si olvidó llevárselo, lo dejó para hacerme daño o es el clavo ardiendo al que sigo agarrándome.

Los cuarenta metros cuadrados del apartamento me parecían Extremadura. Me sentía envasado al vacío, sin aire, sin chispa, sin alma. Pasaba las noches en mi habitación oscura escuchando el silencio con los ojos abiertos, viendo mi panorama de boca de lobo.

¿De qué me sirve ser el dueño del mando a distancia o de colocar la toalla a mi manera? Abandoné mis manías para apropiarme de las suyas mientras trataba de entender sus explicaciones y aquel “necesito un cambio”.

Creo que descubrí todo un jueves. De madrugada. Pasando de puntillas de Antena 3 a Cuatro, de ahí a TVE y vuelta a empezar, la vi. Estaba presentando el informativo nocturno; me parece que hablaba de que España había pulverizado su récord en donaciones y trasplantes.

Esa noche llevé la tele a mi habitación, y ahora la enciendo desde la una hasta las seis de la mañana. Así he logrado que ella, aunque se haya salido con la suya y haya salido de mi casa, no salga de mi vida.

Ideación de ‘Tenemos que hablar’

Me cuenta un colega que de la noche a la mañana se ha quedado con todo el apartamento “para él”.

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