Perseverar

Me gusta escribirlos con la persiana subida hasta arriba, la cortina plegada a la derecha, junto a la pared y, últimamente, escuchando la banda sonora de la película Medianoche en París. Cuando las musas no aparecen (aún no he visto una) miro por la ventana sin moverme de la silla. ¿Qué veo? La ventana minúscula de madera de una casa que tendrá más años que la tos; se trata de una ventana cerrada, estropeada por la implacable intemperie y en la que últimamente se posa una paloma.

Aunque soy observador, me di cuenta de su presencia gracias a su aleteo. El ave insistía una y otra vez. De la repisa de la ventana volaba hasta la parte superior. ¿Tres palmos? Y se mantenía en el aire como un colibrí con la intención de presionar con su cabeza para abrir la dichosa ventana.

¿Por qué se le habrá metido esa idea entre ceja y ceja? ¿Qué creerá que se va a encontrar? Probablemente refugio, abrigo, tranquilidad para incubar en vez de hacerlo a la vista de los vecinos indiscretos…

Como suelo decir, me juego el pulgar derecho a que más pronto que tarde me encuentro con la ventana al menos entreabierta y la paloma entrando y saliendo como un pájaro de un reloj de cuco.

¿Qué es perseverar? Según Pérez-Reverte y demás miembros de la RAE, mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión.

Si hacemos como esta paloma, conseguiremos nuestros objetivos, como, en este caso, haber terminado de escribir este relato.

Ideación de ‘Perseverar’

Desde mi ventana se ve a una paloma que no para de intentar abrir el ventanuco de una casa vieja.