Oasis

Coincidimos en una acera mientras aparcábamos nuestros coches y yo, al maniobrar, pensé: “Le voy a decir que soy amigo de Juan Larreta, que hemos coincidido en algún que otro sarao y…”, pero qué va. A veces me fabrico ciertos guiones que se quedan en la antesala de mis cuerdas vocales. Mikel pasó de largo y me quedé con la palabra en la boca, como esas viñetas mudas de Mafalda que dibuja Quino con un bocadillo en blanco.

A Mikel lo vi por primera vez en 2010. Yo iba a hablar de mi (primer) libro a Civican y él se entretenía afilando un palo con una navaja que no sé si era de Albacete o de un chino, pero parecía que le iba la vida en ello: puro empeño.

Mikel es un tipo admirable. Y no lo digo yo, lo dice Google y algún día lo dirá la Wikipedia. Con un cuarto de siglo entre pecho y espalda bucea, practica la vela, el piragüismo, el esquí náutico, ha volado en parapente, ha esquiado. Se adapta a todo y no teme nada.

No es cuestión de hacer comparaciones, pero yo una vez me metí en el río Gállego con una piragua y si no me saca de ahí un buen amigo, me quedo entre barbos y lucios por los siglos de los siglos.

La gente como Mikel debería sentirse la última Pepsi-Cola del desierto, pero él hace las cosas con una naturalidad apabullante y su oasis ha querido comerse lo que podría haber sido una vida árida. “La fuerza está en la mente”, asegura con una fe en sí mismo que agita montañas. En realidad, sus frases más repetidas dicen: “La fuerza está en la mente y no en el cuerpo” o “la silla se lleva en el culo y no en la cabeza”. Mikel vive pegado a una silla de ruedas por culpa de un accidente de moto.

Si la vida nos tropieza de nuevo (mientras estamos aparcando), lo saludo. Aunque me dé pudor o quizá apuro.

Ideación de ‘Oasis’

El otro día me crucé con Mikel Bidaurre en Tafalla; le quise comentar un montón de cosas, pero no le dije ninguna.

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