• jueves, 28 de marzo de 2024
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Blog / Caracteres con espacios

Mover el pie

Por Juan Iribas

Yo, que había llenado estadios, pabellones, auditorios, jamás me había atrevido a actuar en mi pueblo.

Alguien toca una guitarra
Alguien toca una guitarra

Me horrorizaba enfrentarme a un centenar de paisanos, a quienes consideraba, no sé por qué, un tribunal parcial, malévolo, injusto a todas luces.

Sin embargo, un homenaje con aroma a calderete y al sonido de una charanga juvenil hizo que me prestaran una guitarra antes de entregarme una placa y un ramo de flores silvestres secas.

-Esta guitarra está hecha con madera de fresno. Con madera de un fresno de aquí. Tócala, comentó el concejal de turno.

Yo, aterrado como la primera vez, olí el instrumento que me acercó a los felices veinte años, la edad perpetua del músico que soy, e improvisé unas notas. “¿Y qué les ofrezco yo en mi pueblo?”, pensé. Veinte álbumes, decenas de discos de oro, giras, premios…

Me quedé en blanco, sin ideas. Mi repertorio había desaparecido de mi mente. Entonces, observé entre los asistentes al capitán del equipo de fútbol del pueblo, al héroe de mi infancia, sin la camiseta por fuera, sin las medias caídas, sin balón, pero lo observé. Y mi psique se trasladó a la megafonía de aquel campo de fútbol de tierra polvorienta, a mi niñez de pipas de girasol y manzanas de caramelo, e interpreté el himno de aquel club centenario.

Cuando desde el escenario vi al público mover el pie, pensé: “Lo he logrado”.

Ideación de ‘Mover el pie’

Acabo de escuchar una entrevista a David Trueba quien, entre sus interesantes reflexiones, ha pronunciado la frase que cierra este relato.

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