Hizo un esfuerzo de arqueóloga para llegar a sus veinte años y contarme que fue la primera mujer que obtuvo el carné de conducir en la ciudad.
- viernes, 19 de abril de 2024
- Actualizado 19:57
Hizo un esfuerzo de arqueóloga para llegar a sus veinte años y contarme que fue la primera mujer que obtuvo el carné de conducir en la ciudad.
Aquella anciana lo narraba sin darse importancia, como quien se aparta una mosca del poema de Machado. “Dos ojos para ver, la mano derecha para la caja del cambio y los pies para los tres pedales. ¿Tú crees que un coche se pregunta si fumas Ducados o tabaco rubio?”.
La vi esperando en una marquesina. Me dio la sensación de que ya habían pasado doscientos autobuses, que no quería subirse a ninguno, que estaba de atrezo.
-Hola Rosa. Voy de Fuenlabrada a Madrid. ¿Quieres que te acerque?
Encogió los hombros y se montó en mi Clio. Creo que le hubiera dado igual que la llevara a la Conchinchina.
-¿Sabes una cosa? Nunca me pusieron una multa; a pesar de mis siete coches y de una vida de aquí para allá.
Me lo contó con una dosis de lástima, de querer rabiar por portarse bien, con ganas de rebeldía y, eso sí, también con mucha sensatez.
-Pero jamás pondría en juego una vida…
Yo solo quería escucharla. Ella tenía 90 abriles, medio siglo más que yo, así que me contó sus cosas en veintipocos kilómetros y, antes de despedirnos, me rompió los esquemas.
-¿Me lo dejas? No se olvidan el padrenuestro, las declinaciones ni montar en bici o conducir.
-Rosa…
Y aparcó el coche en una zona de carga y descarga hasta que un agente le puso su primera multa.
-Por fin, dijo aliviada.
Ideación de ‘¿Me lo dejas?’
El otro día conocí a una persona con 70 años de carne de conducir y ninguna multa a sus espaldas. “Soy un bicho raro”, me confesó.
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