• viernes, 19 de abril de 2024
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Balón gástrico

Por Juan Iribas

Su organismo lo rechazaba, sufría arcadas, vomitaba, no quería un cuerpo extraño en su interior.

Una persona mide el contorno de su cintura.jpg
Una persona mide el contorno de su cintura.jpg

Este relato no tiene rigor médico. ¡Qué más quisiera yo…!

Me contaba una persona hace unos días que le colocaron un balón gástrico en el estómago. La idea consistía en reducir su obesidad mórbida gracias a la sensación de saciedad que produce, y así evitar que moviera el bigote más de la cuenta.

Y también me relataba la pugna entre su estómago y el famoso balón. Su organismo lo rechazaba, sufría arcadas, vomitaba, no quería un cuerpo extraño en su interior. Pero el que resiste gana, y la esfera de silicona se acabó llevando el gato al agua, terminó conquistando su metro cincuenta y pico.

Tras estar con aquella persona me fui a casa dándole vueltas al sentido metafórico del balón gástrico. Quien tenga un problema que sea incapaz de digerirlo. Quien diga: “¡No hay manera!”, ¿qué le va a pasar? Tendrá que acabar tragándose el sapo, porque hay que aprender a convivir con las adversidades. Tendrá que admitir y tolerar su balón gástrico…

Ideación de ‘Balón gástrico’

Me cuenta una persona que las está pasando de a metro desde que le colocaron la semana pasada un balón gástrico.

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Balón gástrico