• jueves, 28 de marzo de 2024
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Blog / Caracteres con espacios

El auto de Garzón

Por Juan Iribas

Todas las mañanas, tras levantarme, tengo la costumbre de consumir una sobredosis de noticias en vena.

Enciendo el ordenador para navegar por la red y conocer, antes de que amanezca, el pulso informativo de la jornada; también enchufo la televisión que hay en mi cuarto, de modo que pongo un ojo en la pantalla de mi portátil y el otro en la de la caja tonta, eso sí, con el volumen en off; además programo la radio y, así, me da los buenos días cualquier locutor con el que se tropiece mi dial cuando el sol aún no se ha desperezado; sólo pongo un requisito: que me cuenten la actualidad.

Hoy toca, hasta en la sopa, el auto de Garzón. Si soy sincero, al no ser un tema crítico para mi curiosidad e interés, activo el modo pause en mi cerebro, pero el bombardeo puede más que yo; pobre de mí, qué infeliz, intentar saltarme el tsunami informativo… Y me pongo a pensar en Baltasar Garzón, el juez que más en forma se encuentra de España; no hay más que verlo subiendo y bajando los escalones de la Audiencia Nacional, con su abrigo marrón, su traje oscuro y su pelo como la ola de un surfista y del color de la ceniza.

El auto del juez Baltasar Garzón asegura que…, Según diversas fuentes consultadas, el auto del juez Garzón…, Garzón, a través de su auto, deja en evidencia…

Y digo yo, ¿cómo será el auto de Garzón? No, no la pila de folios mediante la cual el portero de los partidos de fútbol contra la droga se pronuncia. ¿Qué coche usará? ¿Qué auto le llevará y traerá? Cristales antibalas, neumáticos antipinchazos, protección del habitáculo de seguridad, depósito de combustible protegido, sistema de alarma de emergencia, otro de extinción de incendios… ¿Tendrá en el asiento del copiloto la maza y la toga? ¿Pondrá No corras, papá? Y yo qué sé si es padre de familia o no…

Mi paraíso matinal termina cuando sale el sol, es decir, un buen rato después de haberme inyectado el pico de titulares del día. Entonces, con eso, un cortado y un zumo de naranja ya me puedo poner el mundo por montera. Cojo el coche y caminito de ocho horas de correos electrónicos, llamadas de teléfono, reuniones y concentración. Vas con tu Clio saltando de emisora en emisora; entreteniéndote con la gente que deambula, aún en pijama, por los pasos de peatones; observando los movimientos del policía municipal de turno con su chaleco reflectante a la penúltima moda; fijándote en los taxistas que soportan sus nucas en el reposacabezas tras una noche en vela; cruzando la mirada con los usuarios del autobús interurbano: mucho mp3, móvil, e-books y cero conversaciones.

Disco del semáforo de color verde iluminado; meto primera, aunque tardo más de la cuenta y noto un golpe; un mazazo tan fuerte que remato de cabeza y peino el parabrisas de mi coche. “Tenía que ser lunes”, pienso. Y miro por el espejo retrovisor interno. “Es un coche oficial, a ver con quién hago la declaración amistosa del automóvil. ¿El presidente del Gobierno? ¿Algún secretario de Estado? ¿El consejero de cualquier banco? Igual, con suerte, el director de un gigante editorial…”. Salen del coche dos personas trajeadas; un desconocido, que mira a los cuatro puntos cardinales y lleva un pinganillo, y Baltasar Garzón, al que le han abierto la puerta derecha trasera.

            -La culpa es nuestra, comenta el juez, dictando sentencia.

            -¿Hacemos la declaración amistosa del automóvil?, le sugiero.

            -Claro, contesta amable, aunque disgustado al ver mi coche hecho unos zorros.

            -Baltasar Garzón, ¿verdad?

            -Efectivamente.

            -Por cierto, llevan toda la santa mañana de este lunes hablando de su auto.

            -¿Ah sí?

            -Sí, sí, y tengo una enorme curiosidad. ¿Cuál es la marca de su auto?

            -¿De mi qué?

            -De su auto, de su coche…

            Se estuvo riendo hasta que terminamos de rellenar la declaración amistosa del automóvil.

Ideación de El auto de Garzón

El otro día, en un programa de televisión de esos enlatados, se emitieron unas imágenes en las que aparecía Baltasar Garzón subiendo y bajando la escalera de acceso a la Audiencia Nacional y recordé la de veces que ha comenzado una noticia en cualquier medio de comunicación con la frase “El auto de Garzón…”.

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El auto de Garzón