• martes, 19 de marzo de 2024
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Exceso de confianza y una derrota incomprensible (30-31)

Por José Javier Iso

El Anaitasuna pasó de ser un vendaval a un equipo que se dejó superar en todos los aspectos desperdiciando nada menos que 8 tantos de ventaja.

Balonmano Anaitasuna juega contra el Cuenca en el pabellón Anaitasuna de Pamplona. MIGUEL OSÉS
Balonmano Anaitasuna juega contra el Cuenca en el pabellón Anaitasuna de Pamplona. MIGUEL OSÉS

Lo ocurrido en la cancha anaitasunista tiene muy difícil explicación. No puede ser que en 20 minutos un equipo que pierde por 8 tantos remonte un partido por las facilidades de los locales.

El partido, sobre el papel, se consideraba iba a ser igualado, aunque partía como favorito el Cuenca. El pronóstico sólo duró 20 minutos. Tras mínimas diferencias y algunos empates el equipo local metió una marcha más.

Realizó cambios en el siete inicial. Entró Cancio bajo los palos y Ander Izquierdo en el central y éste junto a Juan del Arco transformaron el equipo. El equipo de Quique Domínguez se convirtió en un vendaval. Rompieron la defensa visitante y marcaron a placer logrando un 18-13 al descanso.

Los primeros minutos de la reanudación siguieron con el ciclón local. Un Cancio que paraba todo lo que le llegaba y el buen hacer del juego repartido por Izquierdo ampliaban la ventaja hasta en 8 tantos.

Los aficionados no podían creerse la reacción del equipo y ya daban por sentado que el partido no se podía escapar. Hasta la ola se empezó a ve en la grada.

El técnico conquense tuvo que pedir tiempo muerto hasta en tres ocasiones para reconducir la situación. Los dos primeros y el tiempo de descanso no le sirvieron para hacer reaccionar a su equipo. Pero el tercero sí.

Hasta los doce minutos del segundo tiempo Cancio se había convertido en pieza clave bajo los palos en el Anaita. A partir de aquí el protagonismo pasó al portero visitante que con sus paradas relanzó a sus compañeros.

El Anaita sufrió dos exclusiones casi simultaneas, Bazán y Aitor García, y supo sacar ventaja de ello el Cuenca. La contundente defensa local dejó de serlo. Entraron los nervios. Pérdidas de balón, lanzamientos erróneos e incluso falló en el lanzamiento de 7 metros con un 28-28.

Final de infarto. Los visitantes se pusieron por delante con un 29-30 y con su mayor experiencia se llevaron los puntos con un 30-31.

El entrenador anaitasunista intentó con dos tiempos muertos arreglar el desastre de los 15 minutos finales, pero los nervios, la impaciencia y los fallos dieron al traste con el brillante juego mostrado en la primera parte y varios minutos de la segunda.

Ver para creer. Este partido nos dejó atónitos. Como se suele decir, hasta el pitido final todo cuenta y el exceso de confianza es muy mal consejero. Todo el gozo en un pozo, y ahora a seguir remando en busca de la primera victoria.

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Exceso de confianza y una derrota incomprensible (30-31)