• jueves, 28 de marzo de 2024
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San Francisco Javier, paradigma de Navarra

Por Javier Leoz

El Castillo de Javier, cuna y despegue de la vida humana y espiritual de San Francisco Javier, polariza los sentimientos religiosos, sociales y hasta los más universales de nuestro viejo Reino de Navarra.

San Francisco Javier.
San Francisco Javier.

Figarol y Pamplona con sendas parroquias consagradas a su nombre; colegios; bodegas cooperativas; asociaciones de jubilados; arte y música, auroros y sociedades agrícolas que se acogen a su patrocinio; residencias de ancianos , cofradías o su imagen en la cima de los Tres Reyes invitándonos a escalar metas más alta son, entre otros muchos signos del interés que despierta la figura de nuestro Santo Patrón.

Los misioneros, voz prestada al espíritu de San Francisco Javier; nuestras misiones ( campo donde sigue brotando el empeño de aquel valiente navarro) ; instituciones religiosas y congregaciones asentadas en el carisma de Francisco de Javier o más de 3000 artículos y libros publicados sobre su persona, son muestra del impacto que dejó su vida y su obra en la Iglesia y en la sociedad de su tiempo.

Temperamentos de la pintura y escultura como Zurbarán, Murillo, Gregorio Fernández, Martínez Montañés, Goya o Van Dyck, hasta humildes artistas locales lo eligieron como tema de cuadros e imágenes, sin olvidar grabados o partituras musicales.

Su presencia, que se dilata más allá de nuestras fronteras, sigue siendo una realidad viva en nuestra tierra: la Novena de la Gracia, las javieradas, el recuerdo del 5º centenario de su nacimiento en el 2006, los miles de visitantes que se acercan buscando fortaleza a la sombra de las almenas de su castillo o la comunidad jesuítica –venerable pero guardiana del rincón más universal de Navarra- es una llama que, lejos de extinguirse, se mantiene ardiente, inquieta y cálida cada 3 de diciembre.

Ojala, hoy más que nunca, siga iluminado la noche oscura de una Navarra necesitada de un empuje espiritual y material.

Aquella noche del 3 de diciembre de 1552 , en la soledad, teniendo como techo el guiño de las estrellas y agarrado a un crucifijo (de esos que algunos tantos les molesta) Francisco de Javier cerraba los ojos al mundo en Sancián.

En el día de Navarra, no podemos exaltar solamente nuestra identidad territorial, este o aquel idioma, el carácter e ingenio. La fiesta de San Francisco Javier es una plataforma para que, Navarra, mire más allá de sí misma y para que, nuestra tierra, no olvide que todo pasa y que lo único que permanece ( en París, lo descubrió San Francisco Javier) es la riqueza del inmenso tesoro que aguarda en el cielo.

San Francisco Javier, patrón de Navarra desde el siglo XVII, sigue siendo el paradigma de una Navarra universal, abierta a diferentes cultura pero sin perder aquello que la hace grande y eterna: la fe en Dios.

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