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Blog / El espejo de la historia

Osasuna y la República (III)

Por Javier Aliaga

Proponemos un hecho histórico para que el lector adivine si se trata o no de una falsedad.

Entre los espectadores de las gradas de San Juan en la semifinal de la Copa de 1935: el presidente del Comité Nacional Leopoldo García Durán, el seleccionador Amadeo García Salazar y el exseleccionador José María Mateos.
Entre los espectadores de las gradas de San Juan en la semifinal de la Copa de 1935: el presidente del Comité Nacional Leopoldo García Durán, el seleccionador Amadeo García Salazar y el exseleccionador José María Mateos.

Verdadero o falso:

En el partido de vuelta de la semifinal de la Copa del Presidente de la II República del año 1935, en el que Osasuna se enfrentó al Sevilla FC en San Juan, debido a los objetos que se arrojaron al campo, éste fue clausurado por un mes.

Entre los espectadores de las gradas de San Juan en la semifinal de la Copa de 1935: el presidente del Comité Nacional Leopoldo García Durán, el seleccionador Amadeo García Salazar y el exseleccionador José María Mateos.

Match de vuelta semifinal de la Copa de 1935

El match de vuelta se jugó el domingo 23 de junio de 1935, la expectación era enorme dado que Osasuna tenía que remontar los tres goals de diferencia de la ida. Aquel día “Diario de Navarra”, a la vista de lo ocurrido el domingo anterior en Sevilla, hacía una llamada a la calma: «Ante todo serenidad. Eso es, ante todo, lo que debe imperar esta tarde en el campo de San Juan con ocasión del partido Osasuna-Sevilla: la serenidad. La serenidad absoluta en todos, en el público y en los jugadores, siquiera sea teniendo en cuenta que solamente así, obrando serenamente, podrá sacar Osasuna algo práctico de su encuentro de hoy…».

También se publicaba una nota: «La Junta directiva de Osasuna aunque conocedora de la exquisita corrección y de la hidalguía, nunca desmentida, de la afición navarra, se cree en el deber de hacer acto de presencia ante la misma para suplicarle que, hoy más que nunca, extreme su deportividad, medio el mejor de oponerse a la conducta, de otros públicos y de otros equipos…». Al mediodía la plaza de la República, con un calor achicharrante, tenía el aspecto de un día de San Fermín, las terrazas repletas, idas venidas de autobuses y coches con matriculas de todas las provincias. Por la tarde un San Juan totalmente abarrotado con siete mil espectadores, alcanzó el record de recaudación de 32.000 ptas.

La alineación del Sevilla, -a juzgar por los nombres podía corresponder más a un equipo vasco que andaluz-: Eizaguirre; Euskalduna, Deva; Epelde, Segura, Alcázar; López, Tejada, Torrontegui, Tache y Bracero. Mientras que el once titular de Osasuna fue: Urreaga; Muguiro, Recarte; Valentín, Cuqui Bienzobas, Tell; Castillo, Iturralde, Vergara, Catachú y Urdíroz II.

Ángel Goicoechea –quien fuera más tarde Presidente de Osasuna y Alcalde de Pamplona-, en su crónica para “Diario de Navarra” narra el inicio del match: «Comenzó el partido, desarrollando el Osasuna un juego magnifico. Con rapidez y coraje llevaron la pelota desde el principio a terreno del Sevilla, entregándose éstos a una mera labor defensiva… En una pelota bombeada que cayó frente a Eizaguirre, se armó una melee más que regular. Los jugadores de Osasuna fueron, en tromba al balón, y no sabemos si fue Vergara quien lo impulsó hacia la red, pero es el caso que el gol era perfectamente válido. Sin embargo, el árbitro que vio allí no sabemos que falta, anuló el tanto después de escuchar a Eizaguirre. Esto originó la primera bronca».

Esta jugada conflictiva fue descrita por “Heraldo de Madrid” de la siguiente forma: «A los veinticinco minutos es señalado un golpe franco contra el Sevilla. Sacada la falta se produce una confusa mélée ante Eizaguirre y Vergara que hace llegar el balón hasta la red. El goal produce gran entusiasmo en el público; pero, ante el asombro general, el árbitro anula la jugada y con este motivo se produce un escándalo formidable. Los jugadores de ambos bandos discuten violentamente y numerosos espectadores se lanzan al field. Los guardias de asalto intervienen y despejan…».

Continúa el juego. Cinco minutos después, un segundo goal marcado por Urdíroz II, es anulado por el árbitro Vilalta, por entender que el interior osasunista estaba offside. Heraldo de Madrid continúa la crónica: «La ofensiva navarra no cesa un instante y los equipiers blancos se defienden a base de recursos heroicos, muchos de ellos ilegales. Vilalta no sanciona estas infracciones, así como tampoco varios clarísimos fauts hechos en el centro del campo y en el límite de la zona peligrosa».

Seguidamente el Sevilla provoca un penalty que lo describe Ángel Goicoechea de la siguiente manera: «Julio Iturralde hizo un servicio a Vergara. Uno de los pocos que realizó en toda, la tarde. El balón, tocado demasiado fuerte, fue a dar en el brazo de Euskalduna, o Euskalduna obstaculizó el paso intencionadamente. El caso es que el avance se cortó y pudo despejarlo Euskalduna, y no se señaló el penalty. La bronca también fue épica, pero la gente seguía aguatando en su sitio».

Cuando faltaban pocos minutos para que concluyese el primer tiempo, Bracero, al parecer en offside, recibe un pase adelantado de su interior que con un chut marca el único tanto del Sevilla y del match.

“El Pensamiento Navarro” describe un detalle a tener en cuenta: «Una parte del público descubrió en la tribuna al presidente del Comité Nacional, señor García Durán, se dirigió a él pidiéndole que obligara al árbitro a actuar con la debida imparcialidad, contestando aquel que no podía hacer otra cosa que tomar nota de lo que estaba pasando».

En la segunda parte el griterío es ensordecedor. Cuando los sevillanos se acercaban a las bandas para coger la pelota, les arrojaban piedras y cascos de botellas de gaseosa. Si el árbitro se acercaba también era objeto de pedradas. El árbitro solicitó la ayuda de los guardias de asalto para imponerse a los espectadores amotinados. A los 20 minutos el árbitro desesperado e impotente suspendió el partido.

Goicoechea en “Diario de Navarra” describe lo que sucedió en la segunda parte: «El público comenzó a desbordarse. Los jugadores también. Se insultaba a los andaluces. Se les lanzaba objetos contundentes, que aunque no les alcanzaron lo atemorizaban. El árbitro interrumpía el juego por cualquier motivo. Y discurseaba que era un encanto. Tanto discursear, tanto reclamar la presencia de los guardias de Asalto, perdieron todos la paciencia. Como aquello iba en aumento, y faltaban por jugar unos 50 minutos -habida cuenta de las interrupciones anteriores- el árbitro no encontró mejor modo de salir indemne que suspender el partido».

El seleccionador García Salazar declaró tras el match: «Es posible que el Osasuna hubiera llegado a eliminar al Sevilla si Vilalta concede uno de los dos goles que ha marcado el Osasuna. El segundo ha sido legal que no admitía duda. Urdíroz no podía estar en offside, porque detrás estaba Euskalduna».

Los incidentes fueron descritos por “Heraldo de Madrid”: «Los incidentes se multiplican y el juego es detenido numerosas veces. Caen al campo algunas piedras y dos o tres botellasA los veinte minutos –habiéndose jugado únicamente cinco- Vilalta se retira a la caseta y suspende el partido. Los guardias de Asalto acompañan hasta el vestuario a Vilalta y a los jugadores del Sevilla. El público desfila sin incidentes».

El Capitán Grant en “La Nación” de Madrid escribió: «Ocurrió lo que se esperaba. El Sevilla y el Sabadell para la final, y un poquito de lio en el partido de San Juan. Se esperaba también. La forma como fue tratado el Osasuna en Sevilla, había encendido demasiado los ánimos de los de Pamplona, y por si era poco, Vilalta anuló dos tantos al equipo local, en un partido de la trascendencia de una semifinal… pero tantas sanciones graves en contra de un solo conjunto, disculpan en parte, esa indignación de un público, que tiene fe y cariño en su equipo, y que ve que todos sus esfuerzos son inútiles. No se culpe al público de lo ocurrido ayer en San Juan. El primer causante de este lamentable estado de cosas, es el propio Sevilla, iniciador de un juego, que hemos dado en llamar de campeonato, y que es completamente inadmisible

»En segundo lugar, las autoridades superiores balompédicas, son las indicadas para cortar fulminantemente esos procedimientos lamentables, incluso por la eliminación en el torneo, del que los emplee por sistema. Y de los árbitros... De esos ya hemos hablado bastante para insistir en que hay que hacer una selección continua y enérgica, porque la mayor parte de las veces, o por falta de autoridad, o por "exceso" de ella, son los promovedores de los conflictos...»

“La Gaceta del Norte” comenzó la crónica del partido del modo siguiente: «La conducta incalificable del titulado árbitro Melcón y el proceder aún más incalificable de Vilalta, las ha pagado Osasuna con la eliminación y con el castigo que le impondrá la Nacional…».

El falsario presidente del Comité Nacional, García Durán, acabado el match, hizo en Pamplona las siguientes declaraciones: «A mí me han tratado bastante desconsideradamente. Y yo estoy sorprendido más que de todo lo que ha ocurrido de que el Osasuna no protestara el acta de Sevilla, no haciendo constar, por tanto, ni la injusta expulsión de Bienzobas, ni la agresión a Urdiroz, ni la pedrea a Urreaga en el terreno de juego, ni nada que nos hubiera hecho intervenir, porque oficialmente nada sabíamos».

Dos días más tarde el Presidente hace unas incendiarias declaraciones a “La Voz” de Madrid: «En Pamplona no se ha jugado al fútbol porque todo estaba previsto para que la semifinal se viera perturbada. Durante toda la semana, una campaña de la Prensa local preparó los ánimos en contra del equipo sevillano, en revancha contra las violencias que se afirmaban cometidas en la capital andaluza… no sé cuál de los delanteros propinó una patada en un costado a Eizaguirre y luego concluyó la jugada rematando el "goal' con la mano…pero todo el resto del campo ardió en indignación contra el árbitro que había anulado un "goal" tan irregularmente logradoFué una protesta imponente. Los espectadores no cedieron ya un instante en el escándalo, y lo que antes habían sido voces y gritos desde entonces fueron agresiones con piedras, botellas de gaseosa y otros objetos.

»El segundo "goal" que marcaron los del Osasuna fué precedido por un "óff-side"… Pero en esta ocasión, Vilalta, con un gesto que estoy por tildar de heroico, anuló el segundo tanto del Osasuna...., y el campo de San Juan se puso al rojo vivo. El público exigía incesantemente que se castigara al Sevilla con "penalty", y como Vilalta, a pesar de todo, no se dejaba intimidar, arreciaron los proyectiles de todas partes del terreno. Las piedras y los botellazos hacían fáciles blancos, y a distancia yo vi caer a varios muchachos del Sevilla en momentos en que ni siquiera estaban en juego… porque el hecho no puede quedar sin sanción… es indispensable que recaiga un castigo ejemplar, para que estas espectáculos… no puedan repetirse».

La sanción

El día 30 de junio de 1935, se jugó la final del Campeonato de España en el campo de Chamartín de Madrid, en el que se enfrentaron el Sevilla y el Sabadell, con resultado favorable a los sevillanos por 3 a 1. El capitán y guardameta del Sevilla, Eizaguirre recogió el trofeo de manos del Presidente de la Republica, Niceto Alcalá Zamora, que lo entregó por última vez. Posteriormente se reúne el comité ejecutivo de la Federación Española de Football que facilita una nota de los acuerdos adoptados y que publica “El Sol” de Madrid el 3 de julio:

«Imponer al C. A. Osasuna una multa de 400 pesetas y otra de 800 por los actos de hostilidad contra los jugadores del Sevilla F. C. y el árbitro Sr. Vilalta con ocasión del partido semifinal de campeonato jugado en Pamplona, y además inhabilitar el campo de dicho Club por término de un mes, que empezará a contarse el día 1 de septiembre, en la inteligencia de que dicho término ha de comprender dos partidos de competición oficial, dados los caracteres que revistieron los hechos y las manifestaciones de incorrección de que se hizo objeto al Comité ejecutivo en la persona de su delegado oficial que asistió al partido».

Respuesta a la pregunta planteada

Conforme a todo lo expuesto, la respuesta al hecho inicial que se propone, es falso. Las multas fueron impuestas por los incidentes y por arrojar objetos a jugadores y árbitros, mientras que la inhabilitación del campo fue por insultar al delegado del Comité Nacional, señor García Durán.

Pero, ¿cuál fue el insulto que supuso el cierre de San Juan? Que nadie piense que las imprecaciones osasunistas aludían al ejercicio de meretriz de la madre del delegado federativo, ni a que su consorte compartía lecho con otros varones. No, lo que tanto ofendió a García Durán era más sutil, era el insulto de moda a funcionarios y políticos: ¡enchufista!

Los anales de Osasuna, en un posible afán de ocultar lo sucedido, son poco explícitos con aquella semifinal; porque el club, tanto en su juego como en su gestión, siempre se ha caracterizado por salud, fuerza y vigor, haciendo honor a su nombre. Sin embargo, hay poco de qué avergonzarse por la provocación de arbitrajes tan parciales e injustos, como reflejó unánimemente la prensa nacional.

Lo verdaderamente vergonzoso para Osasuna lo hemos vivido recientemente, cuando los más golfos del reyno, aparte de desfalcar sus cuentas, han urdido todo tipo de enredos, algunos en su propio beneficio. Vergonzoso y bochornoso es que el expresidente Izco haya viajado por todo el mundo, con la tarjeta del Club, pagando gastos personales: comidas, hoteles, joyas, vinotecas, lencería, etc. –algo similar al caso de las tarjetas black de Bankia-.

La clave de la impunidad con la que actuaban, está en los auditores Adolfo Suárez Lopetegui e Israel Suárez que en vez de controlar las cuentas del Club, participaban supuestamente en el pillaje. De hecho, a través de la misma sociedad pantalla, Castelino BV -radicada en Holanda y administrada por un testaferro, pero manejada por los Suárez-, se esquilmaba a Osasuna, y se realizaban los pagos de una trama societaria de sobornos –dirigida por los exmilitantes del PP, Arístegui y Gómez de la Serna- a funcionarios y autoridades de Argelia, para conseguir un contrato de una desaladora y otro de un tranvía para Ide (Elecnor).

El resultado de tanta golfería es que el Club de Pamplona se ve implicado en diversas piezas judiciales: malversación de fondos, blanqueo de capitales, evasión de impuestos, amaño de partidos… ¡Pobre Osasuna! Parece haber sido víctima de la maldición gitana: ¡Juicios tengas y los ganes!

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Osasuna y la República (III)