• jueves, 28 de marzo de 2024
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Blog / El espejo de la historia

Huarte y la cruz del Valle de los Caídos

Por Javier Aliaga

A raíz de la propuesta de Podemos para la demolición de la cruz del Valle de los Caídos, el autor hace un repaso histórico de su construcción por la empresa navarra Huarte y Cía S.L.

Valle de los Caídos.
Valle de los Caídos.

Aprobada en el Congreso la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos, la formación del vicepresidente “in pectore” del Gobierno de Sánchez, Pablo Iglesias, ha presentado un documento titulado «Exhumar el franquismo. Recuperemos el Valle de Cuelgamuros para la democracia»; en el cual los podemitas dan rienda suelta a su imaginación, proponiendo: la desacralización de la basílica y la demolición de la cruz.

Evidentemente esta cruz es cristiana y carente de símbolos de la dictadura. Lo cual nos indica que la iniciativa podemita está más próxima a una agresión al cristianismo –pertinaz obsesión de los morados- que a la demolición de un emblema franquista. Queda por saber si hay una partida reservada para el derribo de la cruz, en los PG cocinados por PSOE y Podemos.

El arquitecto que la diseñó, Diego Méndez, reconoce la complejidad del proyecto: «fue nuestra pesadilla», el posesivo “nuestra” se refiere a él y al dictador. En su diseño se extremaron los coeficientes de seguridad, como por ejemplo, con velocidades de viento comprendidos entre 150 y 340 km/h.

La inmensa cruz, consta de tres partes: basamento de 24 m de altura con los cuatro evangelistas; un segundo cuerpo de 17 m con las cuatro virtudes cardinales, y fuste de 42 m. El conjunto alcanza los 150 m sobre el nivel de la base del risco de la Nava, que, a su vez, está elevado otros 150 m sobre el pavimento de la iglesia.

Para hacernos una idea comparativa de sus dimensiones, el edificio más alto de Pamplona, el singular, con 70 m, ni siquiera alcanza la mitad de la cruz de Cuelgamuros. La construcción más cercana con altura similar, es la Torre Iberdrola que, por ser de Bilbao, supera a la cruz franquista en 15 m.

Finalmente, la obra se adjudicó, entre 14 proposiciones económicas, el día de San Fermín de 1950, a la constructora navarra Huarte y Cía, S.L. en 33 Mptas.; hubo 6 ofertas más baratas con un mínimo de 23 Mptas. y 7 más caras con un máximo de 151 Mptas.

En lo que respecta al método constructivo, encontramos discrepancia: por una parte  el biógrafo oficial de Félix Huarte, Javier Paredes, lo atribuye a su biografiado que dijo: «Es que esto hay que construirlo como las chimeneas de los pueblos, por dentro, no con andamiajes por fuera»; por otra parte, Méndez escribe «Se preveía también en el proyecto que la construcción de la Cruz se llevase a cabo al estilo de la de las chimeneas, es decir, por dentro.»

La elevación del fuste duró 14 meses; llegado a este punto, a la hora de colocar los brazos –con una envergadura de 46,40 m- se creó el mito de una dificultad irresoluble. No obstante, el ingeniero de Huarte, Carlos Fernández Casado resta importancia al problema, pues «el vuelo que había que conseguir era sólo de veinte metros» existiendo por aquel entonces puentes que alcanzaban los 50 metros.

Méndez nos aporta detalles constructivos: se instalaron «aparatos de control que permitieran comprobar su comportamiento…en los puntos críticos de la estructura»; «En el hueco central del octógono se construyó una escalera helicoidal… en su centro, un ascensor de servicio para cuatro personas.» La construcción de la faraónica cruz concluyó en el mes de septiembre de 1954, pesa 181.720 Tm, a las que hay que sumar las 20.000 Tm de las esculturas de Juan de Ávalos.

La participación de Huarte y Cía tanto en la construcción de la cruz, como en otras partes del complejo del valle, puede inducir a pensar que Félix Huarte era franquista; nada más lejos de la realidad. Huarte era, ante todo, un empresario que trabajó con todos los regímenes.

Su primera constructora, data de 1927, reinando Alfonso XIII bajo la dictadura de Primo de Rivera, fundada conjuntamente con Emilio Malumbres como Huarte y Malumbres, siendo prestamista Toribio López –cuya fábrica de calzados estaba ubicaba en la calle Amaya de Pamplona-.

Cuatro años más tarde, con la II República, crea la sociedad Huarte y Compañía S.L., entrando en el accionariado los hijos de Toribio: Francisco y Toribio López Sellés. La construcción, en 4 meses, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Ciudad Universitaria de Madrid, le confiere el prestigio de gran constructor en el Madrid republicano.

Desgraciadamente, la conflictividad social fue deteriorándose, hasta el punto que Félix Huarte sufrió un atentado fallido y amenazas de muerte; como protección tuvo que contratar como delineante a Paquito, hijo de Francisco Largo Caballero líder del PSOE.

Estando Félix Huarte en Pamplona, y a consecuencia del alzamiento militar de julio de 1936, la sucursal madrileña fue intervenida y saqueada por comités de obreros. De nada sirvió tener en nómina a Paquito, ni la reputación adquirida ante los líderes republicanos.

Posteriormente, debido a la denuncia de la viuda del abogado de Pamplona Ástiz –fusilado en Undiano-, acusando a los talleres de Huarte de haber blindado vehículos para el ejército sublevado, la plana mayor de Huarte y Cía en Madrid fue detenida y encarcelada en una checa. Afortunadamente un trabajador de la empresa, el cenetista Román Arizpe, los liberó y ayudó a escapar de la zona republicana. Con todo, un arquitecto y un encargado de la empresa fueron fusilados.

Paradójicamente en la zona rebelde Huarte y Cía también fue intervenida por ser sospechosa; sus socios, los López –cuyo patrimonio también fue incautado- estaban afiliados a Izquierda Republicana, siendo además cuñados de Mariano Ansó, primer alcalde republicano de Pamplona en la II República y ministro con Negrín.

Ya en su etapa como vicepresidente de la Diputación, Huarte no hizo seguidismo del franquismo, contrarrestando las medidas que cercenaban el desarrollo de Navarra.

En definitiva, en todos los regímenes y bajo todo tipo de circunstancias, Félix Huarte creó riqueza y empleo, preferentemente en Navarra. Cuando falleció, en 1971, el Grupo Huarte lo integraban 70 empresas con 17.600 empleos directos.

El nivel de prosperidad que disfruta la Comunidad foral, hoy en día, es debido, en buena parte, a su trabajo y tesón.

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