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Blog / El espejo de la historia

Del federalismo al plurinacionalismo (II)

Por Javier Aliaga

Este segundo artículo describe la evolución del modelo territorial del PSOE, desde la Transición democrática hasta el “Estado Plurinacional” propugnado por Pedro Sánchez.

Los siete ponentes de la Comisión parlamentaria para la redacción de la Constitución de 1978.
Los siete ponentes de la Comisión parlamentaria para la redacción de la Constitución de 1978: (3 de UCD) Cisneros, Herrero Rodríguez de Miñón y Pérez-Llorca; (1 de Minoría Catalana) Roca; (1 de AP) Fraga; (1 de PSUC) Solé Turá; (1 de PSOE) Peces-Barba.

A pesar de que la autonomía catalana fue la única que funcionó de forma efectiva durante la II República, los padres de la Constitución de 1978 suscribieron el mismo modelo, el de las autonomías, rechazando el establecimiento de un Estado federal.

Hoy día se cita al socialista Peces Barba (Gregorio) como precursor del concepto de la plurinacionalidad española por su intervención en el Pleno del Congreso en los debates del artículo 1.2 de la Constitución; sus palabras fueron: «La existencia de España como nación no excluye la existencia de naciones en el interior de España; naciones-comunidades no debe llevarnos a una aplicación rígida del principio de las nacionalidades tal como se formuló por los liberales en el siglo XIX, de que cada nación debe ser un Estado independiente.»

De esta frase se extrae una conclusión parcial poniendo énfasis solamente en la plurinacionalidad de naciones; sin embargo, nótese que Peces Barba habla de “naciones”, “naciones-comunidades” y “nacionalidades”. Si bien es bien cierto que reconoce otras naciones, al mismo tiempo, rechaza, el federalismo –sin nombrarlo- del XIX.

En aquellos debates fue Roca (Miquel), ponente por la Minoría Catalana, el que empleó el término plurinacional: «hoy coincidimos todos en la voluntad de poner fin a un Estado centralista; coincidimos todos en alcanzar, por la vía de la autonomía, un nuevo sentido de la unidad de España; y coincidimos casi todos en dar al reconocimiento de la realidad plurinacional de la nación española.» Roca dejó claro que la plurinacionalidad no era asumida por la mayoría, mientras que el Estado de las Autonomías, sí.

Las Cortes constitucionales de 1978 aprobaron el artículo 1.2 de la Constitución con la redacción: «La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.» Además los padres de la Constitución la blindaron contra cualquier intento secesionista en el artículo 2º: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.»

De esta definición hay que reseñar tres aspectos por los que han batallado los independentistas durante 39 años: la indisolubilidad de una única Nación –similar al “Estado integral” republicano-, la existencia de unas nacionalidades indefinidas y la solidaridad entre regiones.

DEL MODELO AUTONÓMICO AL ESTADO PLURINACIONAL

El 13 de noviembre de 2003, en el Palau Sant Jordi de Barcelona, ante 20.000 personas, Rodríguez Zapatero -apoyando a Maragall a la presidencia de la Generalitat-, anunció el cambio hacia la construcción de la «España plural»; seguidamente abrió la caja de los truenos que dio rienda suelta a las aspiraciones secesionistas catalanas con la frase: «Apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catalán» En pocos días Maragall se convertiría en president de la Generalitat –con el apoyo del tripartito- y en unos meses, inesperadamente, Zapatero en presidente del Gobierno, consecuencia: ambos estaban obligados a cumplir el compromiso adquirido en San Jordi.

El Estatuto inició su andadura en octubre de 2005 con su aprobación en el Parlament; pero su inconstitucionalidad era más que evidente. De hecho, la vicepresidenta primera, Fernández de la Vega (Teresa), célebre por sus “retoques estéticos”, declaró que la promesa de Zapatero no significaba que el texto –tal vez habló su subconsciente- «no pueda retocarse si hay algún aspecto con problemas de constitucionalidad» Además, añadió «vamos a respetar, negociar, escuchar sin perder nunca de vista que la reforma del Estatuto de Cataluña no es ni va a ser nunca la reforma de la Constitución, sino que se realiza dentro del marco de ésta»

El borrador de Estatuto fue negociado antes de su aprobación en el Congreso de los Diputados, y finalmente refrendado por la ciudadanía catalana en referéndum -con una abstención del 51%-. El PP, que había mostrado su oposición desde el inicio, presentó recurso ante el Tribunal Constitucional, cuya sentencia tardó 4 años -la 31/2010-, declarando la inconstitucionalidad de 14 artículos y la ineficacia jurídica del término nación” del Preámbulo: «El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Cataluña como nación»

En julio de 2013 en Granada, un sanedrín de barones de un PSOE en horas bajas, con Pérez Rubalcaba como secretario general, con el lastre de haber perdido 59 escaños en las elecciones generales de 2011 (20-N), para resolver la crisis interna provocada por la Federación catalana (PSC) asumió la misma solución para el siglo XXI que Pi i Margall había propuesto para el IXX: el federalismo. En 24 páginas de declaración los socialistas esgrimen el Estado federal como la piedra filosofal contra el secesionismo de Cataluña y contra todos los males territoriales que aquejan a España; dan por amortizado el Estado de las Autonomías, proponiendo una gran reforma de la Constitución de 1978, para avanzar «hacía el federalismo, con todas sus consecuencias» Con ello, el PSOE se pliega descaradamente a la PSC, para congraciarse con aquellos catalanes frustrados por TC; con todo, no llegó a incluir la propuesta apoyada por el PSC de “Estado plurinacional”.

El nuevo secretario general Sánchez (Pedro) enarbolando la bandera del federalismo, en sus dos citas electorales generales -la de 2015 (20-D) y la de 2016 (26-J)-, obtuvo dos fracasos con los resultados más exiguos del socialismo. Se cumplió, por tanto, el maleficio que siempre ha perseguido a los federalistas.

Tras la crispada crisis del PSOE, Sánchez se lanzó a las primarias del partido para recuperar la Secretaría General, con un cambio en el discurso, revistiendo el federalismo -sin renunciar a ello-, con el término “plurinacional” no aprobado en Granada; repitiendo en su campaña «Cataluña es una nación» y «España es una nación de naciones con una única soberanía, pero tiene que reconocer a través del perfeccionamiento de la Constitución el carácter plurinacional de este país»

Parece ser que su reiteración en el nación de naciones es para resaltar que su “Estado plurinacional” no era de nacionalidades, sino de naciones. Pero el término “nación” difiere sustancialmente del secesionista, pues –según explicó Sánchez- son «naciones culturales» que debieran ser reconocidas, descartando otras «naciones políticas diferentes a la española». Asumiendo el término de nación cultural quiere evitar el reconocimiento del derecho a la autodeterminación, así como privilegios económicos.

Dos factores de la campaña de Sánchez declinaron la balanza de las primarias a su favor: por una parte, el «No es no» contra el PP y contra su gestora por haberse abstenido para permitir el Gobierno de Rajoy; y por otra, el “Estado plurinacional” que le supuso el apoyo del PSC y de otras federaciones nacionalistas. De este modo, Sánchez derrotó al aparato histórico del partido representado por Díaz y dio al traste con el mal fario de los federalistas.

Es preciso puntualizar que la plurinacionalidad sólo aparece en las recientes constituciones de Bolivia y Ecuador, pero es un concepto que ha nacido de este lado del Atlántico e introducido e en ellas por asesores españoles.

Sánchez, revivido de sus cenizas, ya como secretario general, afanado en la construcción del nuevo PSOE, convocó en junio pasado el 39 Congreso Federal del PSOE y suscribió una ponencia aprobada en los siguientes términos: «una reforma constitucional federal, manteniendo que la soberanía reside en el conjunto del pueblo español, debe perfeccionar el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado apuntado en el artículo 2 de la Constitución.» Curiosamente su ponencia no incluye el término "nación de naciones" que ha repetido en múltiples ocasiones.

Pero en realidad donde el plurinacionalismo, encuentra las críticas más beligerantes es dentro del PSOE, porque entienden que es una forma de discriminación encaminada a suprimir la solidaridad del artículo 2; de manera que las regiones menos ricas serían las más afectadas, de ahí la oposición de la Federación andaluza y de varios barones del partido.

Tras el Congreso, la nueva presidenta Narbona (Cristina) ha aclarado que el federalismo que propugna es «por definición asimétrico» A pesar de que habla de poner mecanismos de compensación la solidaridad entre territorios; en principio, desaparece el “café para todos”.

Por tanto, en este momento (septiembre de 2017) la oferta territorial del PSOE incluye un 3x1: federalismo asimétrico y “Estado plurinacional”. ¿Alguien da más?, pues sí, las Juventudes Socialistas están en ello, ya presentaron una enmienda en el Congreso para «avanzar e impulsar la República como modelo de Estado»; en ella, los cachorros pedían la convocatoria de un referéndum para elegir entre monarquía o república. Tras un tenso debate esta petición no salió adelante.

Sánchez, ya con vocación de futuro inquilino de la Moncloa, acompañado de Mendía -secretaria general del PSOE de Euskadi (PSE)- tuvieron una reunión en Vitoria con Urkullu y Ortuzar, sus socios de gobierno en la CAV –el PSE controla 3 consejerías-. Como prolegómeno dedicó a sus anfitriones «dentro de España hay una nación que se llama País Vasco», dentro de la cortesía obligada, los jelkides recibieron con cierta tibieza la frase, pues se quedó muy corto en las aspiraciones peneuvistas. El revivido secretario general debiera saber que el ideal sabiniano es una «República Confederada de los Estados Vascos, libremente reconstituidos» de España y Francia. Además desde hace dos años el PNV aspira a la “Nación Foral” fundamentada en un pacto con el Estado –recuerda al Amejoramiento del Fuero navarro-.

Por supuesto Sánchez tampoco satisfizo al sector soberanista del PNV, representado por Egibar, cuya respuesta no se dejo esperar; al día siguiente de la reunión, declaró que la reforma de la Constitución debe reconocer a Euskadi, Cataluña y Galicia como «sujetos políticos» reivindicando el «derecho a decidir».

La reciente respuesta del líder socialista al referéndum secesionista catalán ha sido la propuesta de creación de una comisión en el Congreso para debatir el modelo territorial y la cacareada plurinacionalidad. A este respecto cuando el pasado lunes se le ha preguntado cuántas naciones había, respondió con la evasiva: «Todas las naciones son España» Al día siguiente lo dejó claro: «Al menos, en términos históricos, hay tres territorios que han manifestado su vocación de ser nación. Y esos son Cataluña, País Vasco y Galicia» Sin embargo la contestación ha provocado el reproche de la secretaria general andaluza, Díaz: «Andalucía no es menos ni que Cataluña, ni que el País Vasco, ni que Galicia».

 (Continuará)

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