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Blog / El espejo de la historia

¿Cómo explotó el reactor de Chernóbil?

Por Javier Aliaga

El 26 de abril de 1986 explotó un reactor de la mayor central nuclear del mundo, en Chernóbil, Ucrania. Originó unos niveles de contaminación radioactiva hasta entonces desconocidos, que marcaron un antes y un después en la energía nuclear.

Los auténticos Valery Legasov y Boris Shcherbina. Imagen del edificio del reactor tras la explosión.
Los auténticos Valery Legasov y Boris Shcherbina junto a una imagen del edificio del reactor tras la explosión.

El gran éxito televisivo de la temporada es la miniserie anglosajona “Chernobyl”, coproducida por HBO y Sky, escenifica la explosión del reactor nuclear que se produjo el 26 de abril de 1986 en Ucrania. La recomiendo sinceramente a los que no la han visto. Eso sí, debiera ser obligatoria para neocomunistas morados, sus confluencias y sus votantes; en ella podrán aprender cómo era y actuaba el anacrónico comunismo soviético que algunos nostálgicos anhelan.

En 1986, el complejo nuclear más potente del mundo se ubicaba en Ucrania a 30 km de la ciudad de Chernóbil -en castellano-, bautizado con el nombre del líder bolchevique Vladímir Ilich Lenin, constaba de 6 reactores RBMK: 4 en funcionamiento y 2 en construcción. Apenas a 3 km, para los trabajadores, se había construido una ciudad nueva, Prípiat. Nada tenía que envidiar a las occidentales: grandes avenidas, complejo deportivo, centros educativos modernos, tiendas bien suministradas, un hotel e incluso un parque de atracciones.

Un año antes, Mijail Gorbachov había sido elegido secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), fue el hombre que traería el cambio al bloque soviético, caracterizado por la glasnot (apertura) y la perestroica (reestructuración) que suavizaría el control de la economía. No hubo diferencia en la gestión de la crisis de Chernóbil, el régimen se comportó con su habitual ocultismo y arrogancia; Gorbachov tardó 18 días en dirigirse por TV a su pueblo.

Tradicionalmente se habla de átomo pacífico para establecer una ficticia dicotomía entre la tecnología nuclear civil y la militar. Si bien es cierto que una central de fisión nuclear es una bomba atómica controlada para obtener energía eléctrica; no es menos cierto que en un reactor de fisión se obtiene como subproducto del combustible usado (irradiado), plutonio 239, que es la base para fabricar armas militares.

Esa dicotomía en la URRS de hace treinta tres años era inexistente: todo estaba absolutamente militarizado. Tal es así que el desastre en la central ucraniana no se produjo en el transcurso de una operación rutinaria, sino en una supuesta “prueba de seguridad”, para demostrar la autonomía en caso de ataque bélico. Además, los reactores soviéticos RBMK eran plutonígenos, concebidos para generar plutonio militar.

En la Rusia actual arrecian las críticas contra la serie de HBO, dicen que no se ajusta a la realidad. No obstante las discrepancias que aluden no van más allá de lo anecdótico. Su director Johan Renk, aunque haya utilizado ciertas licencias, en lo esencial es fiel a la historia; incluso ha rodado escenas mimetizadas de reportajes reales, por las cuales ha sido acusado de plagio. A raíz de la controversia el canal ruso NTV está preparando su propia versión.

Pero, ¿qué hay de cierto y de ficción en “Chernobyl”? Los dos personajes principales existieron y  evitaron, en gran parte, las consecuencias de la catástrofe: un especialista en el reactor RBMK, encarnado por el físico Legasov; y un alto dirigente del partido, Shcherbina, vicepresidente del Consejo de Ministros. A lo largo de la trama salvan sus diferencias para cooperar e impedir la propagación de la radioactividad. El guión incorpora un tercer personaje que no existió, la científica Khomyuk.

Está perfectamente documentado lo ocurrido en la sala de control del reactor 4 de Chérnobil; fue tal como lo describe la serie. Los expertos en reactores utilizan, tanto en francés como inglés, el término accidente. No soy partidario, pues suscribo la idea de que no debiera llamarse accidente –aplicable a tráfico- a un suceso que pudo haberse evitado.

El primer error que desembocó a la catástrofe fue posponer la “prueba de seguridad” al turno de noche, cuyos técnicos de control no estaban preparados; los cuales bajaron la potencia hasta el punto de ahogar el reactor por “envenenamiento de xenón”. En vez de desactivarlo y esperar 24 horas como estaba protocolizado; ante las amenazas de su jefe Diatlov, extrajeron la mayoría de las barras de control de boro –actúan como acelerador o freno- para aumentar potencia y seguir con el ensayo. En consecuencia, el reactor, ya de por sí inestable, aumentó la potencia de manera incontrolada.

A pesar de todo, estas irresponsabilidades no originaron la explosión. La cual sobrevino al pulsar el botón de emergencia AZ-5, cuya misión era introducir nuevamente las barras de control; éstas, erróneamente diseñadas, tenían las puntas de grafito que en vez de disminuir la reactividad la incrementó. En 8 segundos la potencia se multiplicó por 10; el reactor explotó originando el incendio del núcleo y liberando una nube radioactiva que cubrió buena parte de Europa. Lo más grave, es que este error de diseño había sido reportado por un científico, pero la censura estatal impidió su difusión.

El juicio a los responsables fue a puerta cerrada, supongo pues, que el episodio 5 de la serie es pura ficción, aunque las explicaciones son verídicas. Legasov en su comparecencia atribuye el origen del problema al low-cost de los diseños soviéticos que, además de las barras de control que originaron la explosión, añade otros tres: 1) los reactores carecen de edificio de contención; 2) no utilizan combustible enriquecido; 3) reactores moderados por grafito y refrigerados por agua. Finaliza su testimonio, con una frase lapidaria que responde al título de este artículo: «Así es como explota un reactor RBMK, con mentiras».

“Chernobyl” deja patente algo que no es invención: el desprecio que tuvo la URSS por el ser humano; su prestigio se antepuso a las vidas de sus ciudadanos, inexplicablemente tardaron en comunicar el suceso y en evacuar la zona. Como contrapunto, la patriótica respuesta de un pueblo fiel al régimen, que no dudó en arriesgar su vida: los buzos; los 500.000 liquidadores que se sumaron a las tareas de descontaminación; los 10.000 mineros que cavaron un túnel bajo el reactor; y la utilización de soldados por carencia de robots, para la limpieza del material altamente radioactivo, que sarcásticamente denominaron bio-robots.

Es de reconocer que el régimen soviético evitó la contaminación de los acuíferos subterráneos que desembocan al Dniéper, y puso todos los recursos posibles para la construcción, en 7 meses, de un sarcófago que cubrió las ruinas del edificio. La tragedia de Chernóbil, muy posiblemente, aceleró la descomposición de la URSS. Hace dos años se ha cubierto el sarcófago que se estaba deteriorando, por uno nuevo con fondos internacionales.

Finalizaré en positivo. Chernóbil que es signo de un drama nuclear, es también sinónimo de humanidad y solidaridad internacional. Son varias las ONGs españolas -en especial en Navarra y País Vasco- que organizan cada verano la venida de una legión de niños para recuperar su sistema inmunológico deteriorado. La única desgracia de los llamados niños de Chernóbil ha sido: el haber nacido en un país contaminado de radiación y de las mentiras del antiguo régimen soviético.

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