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Blog / El espejo de la historia

El Estatuto Vasco de 1936 (I)

Por Javier Aliaga

Proponemos un hecho histórico para que el lector adivine si se trata o no e una falsedad.

Entre los quince integrantes de la minoría Vasco-Navarra de las Cortes Constituyentes de 1931: José Antonio Aguirre (de pie segundo por la derecha), Aizpún (de pie primero por la izquierda) y el conde de Rodezno (en el centro de pie).
Entre los quince integrantes de la minoría Vasco-Navarra de las Cortes Constituyentes de 1931: José Antonio Aguirre (de pie segundo por la derecha), Aizpún (de pie primero por la izquierda) y el conde de Rodezno (en el centro de pie).

Verdadero o falso:

En 1931 el alcalde de Guecho, José Antonio Aguirre y Lecube, obtuvo el acta de diputado a Cortes Constituyentes por Navarra con la candidatura de derechas, entre ellos: Aizpún y el conde de Rodezno.

Las elecciones municipales de 1931

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 que precipitaron la proclamación de la II República, fueron favorables en Pamplona al bloque antirrevolucionario de derechas –capitaneado por jaimistas-, que obtuvo 17 concejales, frente a los 14 de la Conjunción republicano-socialista; pero el PNV impugnó los resultados. Dado que el recién Gobierno provisional aceptó todas las reclamaciones presentadas, tuvieron que volver a convocarse el 31 de mayo en muchas poblaciones las elecciones. No fue una segunda vuelta, sino una repetición en la que la ciudadanía cambió su voto, resultando la Conjunción republicano-socialista ganadora en Pamplona y Vitoria.

Con ello, todas las capitales vasco-navarras quedaron regidas por una izquierda proclive al centralismo, ello significaba un primer escoyo al desarrollo de un estatuto. El segundo provenía de las diputaciones en manos de Comisiones Gestoras, nombradas “a dedo” por los gobernadores; la de Navarra estaba formada por 5 diputados de la Conjunción republicano-socialista, y dos de la oposición, cuyo vicepresidente fue, por edad, el socialista Salinas (Constantino).

Los proyectos estatutarios en marcha

A diferencia de la cohesionada autonomía catalana, la vasco-navarra se enfrentaba a dos problemas: en primer lugar, al rechazo de los republicanos a los nacionalistas vascos por no haber participado en el Pacto de San Sebastián de 1930; y en segundo lugar, a la confusión originada por Navarra que no estaba firmemente decantada a participar en un estatuto vasco así como a las corrientes que apoyaban estatutos uniprovinciales.

Para salvar estos inconvenientes, surgió un movimiento de alcaldes, encabezado por el recién alcalde de Guecho, Aguirre (José Antonio), que encargó la redacción del Estatuto Vasco a la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza (SEV). Paralelamente, la Diputación de Navarra encargo a una ponencia, con representantes de todo el espectro político, la redacción de dos estatutos: uno Vasco-Navarro y otro exclusivamente Navarro. Varios miembros de la ponencia formaron parte de la redacción del SEV, por ello los proyectos eran muy similares (según Jimeno Jurío “como dos gotas de agua”).

El proyecto del Estatuto Vasco de los municipios (SEV1) se presentó el 31 de mayo, partía de la base de un marco federal de la República con predominio de los estamentos provinciales sobre los comunes; mantenía los conciertos económicos provinciales y establecía el euskera como “lengua nacional”. No obstante, tenía aspectos reprobables: no era parlamentario y la elección de miembros del ejecutivo se realizaría por sufragio indirecto de segundo orden.

Proyecto del Estatuto Vasco de Estella, EST2

La descomunal campaña en favor del Estatuto Vasco concluyó el 14 de junio de 1931 en Estella, con una asamblea de ayuntamientos que apenas representaba a la mitad de la población, por la ausencia de las capitales y ciudades regentadas por la izquierda. Nacionalistas y tradicionalistas incorporaron al SEV1 una veintena de enmiendas –algunas contradictorias- que lo desnaturalizaron hasta transformarlo en una ensoñación; a pesar de todo, el proyecto del Estatuto Vasco de Estella (EST2) fue aprobado mayoritariamente.

El EST2 reivindicaba la plena restauración de los Fueros, estableciendo una concepción confederal del Estado que no se supeditaría a la Constitución española. Abogaba por un sufragio foral, no universal -sólo votaban cabezas de familia en posesión de bienes-, y limitaba el voto inmigrante -sólo aquellos con más de diez años de residencia-, excluyendo la inmigración llegada en los años veinte partidaria de la izquierda. Pamplona sería la capital con la sede de la Comisión Ejecutiva y del Tribunal Supremo.

Pero lo más singular es que instauraba una autonomía religiosa para concordar con el Vaticano, era la contraposición al laicismo republicano, cuyo Gobierno había expulsado a dos obispos y manifestaba anuencia en la quema de conventos.

El socialista Prieto (Indalecio), ministro de Hacienda, fue el más enérgico crítico al EST2: «Se quiere hacer del País Vasco un Gibraltar Vaticanista y entregar una región tan rica y tan profundamente liberal como la tierra de Vasconia al dominio de los jesuitas». Paradójicamente cinco años más tarde, sería el gran impulsor del Estatuto de 1936.

Las elecciones a Constituyentes de 1931

La mejor defensa del EST2 era realizar una alianza electoral entre el PNV y el resto de derechas para las elecciones Constituyentes del 28 de junio, pero no fue sencillo, porque listas de candidatos ya se habían cerrado. Además, los carlistas recusaban al presidente del Napar Buru Batzar (NBB), Aranzadi (Manuel), por haber protestado los resultados de las elecciones municipales de Pamplona que benefició a los republicanos. El Euzkadi Buru Batzar (EBB) enfrentándose al NBB, impuso la candidatura de Aguirre apartando a Aranzadi; este desacuerdo se consumaría dos meses más tarde con la dimisión de Aranzadi en la dirección del NBB.

La agrupación electoral adoptó el lema “Católico-Fuerista” cuya lista de candidatos fue la que habían aprobado los carlistas, incluyendo a Aguirre en sustitución del integrista Yaben (Hilario) –con la intervención del obispado de Pamplona-. Finalmente quedó así: dos católicos, Gortari y Aizpún (Rafael padre del fundador de UPN); dos carlistas, Beunza y Domínguez Arévalo (el Conde de Rodezno); y uno del PNV, Aguirre.

El apretado calendario sólo permitió un mitin conjunto, celebrado en Estella, tres días antes de las elecciones. Participaron Sánchez Marco, el conde de Rodezno y Aguirre, éste señaló que a los hombres de distinta ideología allí presentes les unía: Dios (Jaungoikua), los Fueros y las libertades que habían sido despojadas.

Llegado el día de las elecciones, “Diario de Navarra” dio las últimas consignas: «Votad la candidatura católico-fuerista. ¡Por la iglesia, que es perseguida. Por vuestra conciencia, que sufre tribulación. Navarra ha de defender, frente al atropello anárquico y salvaje, su fe en Dios en honor de su nombre!»

A pesar de que en toda España ganó la izquierda, los resultados en Navarra fueron ampliamente favorables a la candidatura “Católica-Fuerista” que obtuvo los 5 escaños de la mayoría, mientras que la Conjunción republicano-socialista, con una diferencia de 20.000 votos, obtuvo los dos de la minoría: Ansó y Azarola.

El martes 30, un sector de la prensa interpretó la victoria como plebiscito al EST2, caso de la “Gaceta del Norte” de Bilbao que tituló: «El Estatuto solemnemente sancionado por el plebiscito»; a su vez, el titular del diario Euzkadi fue: «El gran plebiscito vasco», «Euzkadi, por el Estatuto de Estella». En contraste “Diario de Navarra” tituló: «La ciudadanía navarra otorga un victoria aplastante a la candidatura católico-fuerista», cuatro días después dejaba claro su posición, al insertar en primera plana: «El llamado Estatuto de EsteIla -no se llame nadie a engaño- es el Estatuto Vasco. Y el Estatuto Vasco hipoteca la libertad de Navarra para siempre.»

Los vasco-romanos

Los 10 diputados vascos electos fueron: en Álava, el carlista Oriol –en dos años sería el más furibundo obstruccionista del Estatuto Vasco-; en Guipúzcoa, dos católicos Pildain y Picabea, un PNV Leizaola y el carlista Urquijo; en Bilbao, dos PNV Horn y Eguileor; en Vizcaya provincia, el carlista Oreja y dos PNV Basterrechea y Aguirre. Éstos con los 5 navarros formaron el grupo parlamentario, la minoría Vasco-Navarra; por su defensa del catolicismo fue objeto de burlas desde los escaños de la izquierda que les apeló los “vasco-romanos” o “cavernícolas”.

Nótese que Aguirre obtuvo dos actas de diputado: una por Navarra y otra por la provincia de Vizcaya. Esta situación no estuvo exenta de polémica, “Diario de Navarra” publicó un supuesto rumor de que Aguirre renunciaría al acta por Navarra, finalmente se desmintió al anunciar su renuncia a la de Vizcaya en favor de Robles.

Navarra decide su estatuto

Navarra tenía que decidirse por el “Estatuto Vasco-Navarro” o el “Estatuto Navarro”, que la ponencia había entregado el 15 de junio. Finalizados los sanfermines, el lunes 13 de julio, tuvo lugar en Pamplona la asamblea de municipios navarros. Al comprobar la incertidumbre y la falta de preparación de los asambleístas, Salinas decidió posponer la decisión.

La siguiente reunión se celebró el 10 de agosto, en la que se aprobó el “Estatuto Vasco-Navarro” el resultado fue: por el Vasco-Navarro 304.351; por el Estatuto Navarro 2.808; por ningún estatuto, 30.209; por una autonomía regional, sin determinar 2.561. Separadamente se aprobaron las enmiendas de Estella.

Entrega y muerte del EST2

El 21 de septiembre de 1931, llegaron a Madrid, en trenes especiales, una comitiva de alcaldes vasco-navarros, según los cronistas, con la cabeza cubierta con boina. En los andenes fueron recibidos por la colonia vasca madrileña, donde se entonó el “Agur Jaunak”. Al día siguiente, en el Hogar Vasco los alcaldes firmaron los tres ejemplares titulados en oro: «Estatuto General del Estado Vasco aprobado en la magna Asamblea de Municipios vascos celebrada en Estella (Lizarra) el día catorce de junio de 1931» El Hogar ofreció una comida a los comisionados en un frontón contiguo, finalizada la cual, se dirigieron a la sede de la Presidencia del Gobierno para entregar a Alcalá Zamora los ejemplares.  

Hablaron Alcalá Zamora, Beunza y Aguirre que leyó un mensaje y acabó: «Aquí estamos, Excmo. Sr. 450 alcaldes que el pueblo eligió libre y democráticamente representando a más de 490 ayuntamientos de los 550 que tiene el País Vasco. Este es el Estatuto reflejo del alma de nuestra raza en sus dos facetas, espiritual y material.»

Tres días más tarde se aprobó en Cortes el artículo 1 de la Constitución que invalidaba un estado federal, convirtiendo al EST2 en inconstitucional: «La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los municipios y las Regiones.» Posteriormente, se aprobó el artículo 14 que reservaba las competencias del Estado, entre las cuales: «Relación entre las Iglesias y el Estado y régimen de cultos.» En consecuencia, el EST2 estaba muerto, sus dos ejes fundamentales se habían desmoronado, había que volver a empezar.

En octubre al haberse aprobado el anticlerical artículo 26 de la Constitución, a modo de protesta, los vasco-navarros abandonaron las Cortes sin participar en el resto del debate de la Carta Magna.

Respuesta a la pregunta planteada

Conforme a todo lo expuesto, el hecho inicial que se propone es verdadero. El tortuoso camino de José Antonio Aguirre hasta llegar a ser presidente provisional del Gobierno Vasco, lo emprendió con sus socios naturales, católicos y tradicionalistas, entre ellos, el denostado conde de Rodezno.

El próximo artículo tratará sobre la defección de Navarra al Estatuto Vasco, no se lo pierda.

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El Estatuto Vasco de 1936 (I)