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Blog / El espejo de la historia

El otro 1-O

Por Javier Aliaga

Abrumados por la actualidad, al hablar del 1-O sólo nos viene a la cabeza el referéndum catalán. Sin embargo, hubo otro 1-O, el de 1936, ya olvidado, que cambió el curso de la historia de España.

El dictador Francisco Franco..
Francisco Franco nació como dictador el 1-O de 1936.

El fallido alzamiento de Mola de julio de 1936 inicio una cruenta guerra incivil con el drama de las dos Españas desangrándose. Aquel año, en el 1-O acaecieron dos acontecimientos, uno en cada bando, en capitales separadas por un frente de guerra, cada uno con su protagonista: en Madrid, en el Congreso de los diputados, la aprobación del Estatuto Vasco (EV5), cuyo principal actor fue José Antonio Aguirre; y en Burgos, dónde Francisco Franco asumió el mando único del ejército rebelde.

Por fin, el EV5 veía la luz tras haber pasado por un penoso calvario con cinco redacciones frustradas durante los cinco años republicanos. La mala suerte hizo que tres meses antes, cuando parecía que iba a ser aprobado en Comisión parlamentaria, quedó bloqueado como consecuencia de la sublevación militar.

El anhelo del PNV por el EV5 y el deseo del Gobierno del Frente Popular (FP) -presidido por Largo Caballero- para incorporar al PNV en el gabinete, se juntaron para avenirse a un cambalache: a cambio de su entrada en el Gobierno y de reforzar el frente del Norte que sucumbía, se aprobaría el EV5. Los nacionalistas propusieron se hiciese por decreto ley, pero el FP decidió hacerlo en un pleno de Cortes.

La primera parte del pacto FP-PNV se había materializado el 25 de septiembre con la entrada de Irujo en el Gobierno del FP como ministro sin cartera. La segunda, se consumó aquel 1-O en unas Cortes fantasmagóricas a las que sólo acudieron un centenar de diputados de izquierda; los de derechas estaban encarcelados o habían sido fusilados (caso de la matanza de la cárcel Modelo). Aguirre en su intervención dejó patente su profunda convicción cristiana que contrastaba con la incredulidad de los impíos diputados del FP.

De aquel pleno no hay Diario de Sesiones, sólo quedan declaraciones de algunos presentes y la sesgada crónica de los muchos periódicos incautados. La aprobación del EV5 fue por aclamación –si hubiera sido nominal habríamos tenido el número de diputados-; en cualquier caso, no llegó a alcanzar el quórum de 200 diputados exigidos por el reglamento para la aprobación de una ley orgánica.

Es preciso recordar que al EV5 se añadieron tres disposiciones transitorias; la primera: «En tanto duren las circunstancias anormales producidas por la guerra civil regirá el País Vasco con todas las facultades establecidas en el presente Estatuto, un gobierno provisional Es decir, sin quitar importancia, que indudablemente tuvo el primer Gobierno de Aguirre: éste subsistió tan sólo por 10 meses de guerra en la provincia de Vizcaya, sin dejar de ser provisional. Es clamoroso que el nacionalismo vasco mitifique el Estatuto de 1936, ocultando las irregularidades cometidas, para acabar despreciando el de 1979 que en realidad ha reportado una autonomía sin parangón en Europa vigente durante 38 años. 

Con todo, el acontecimiento que verdaderamente cambiaría el destino de los españoles tuvo lugar aquel día en la Capitanía General de Burgos, donde la “Junta de Defensa Nacional”, u órgano supremo del bando rebelde, oficializó la designación de Franco como jefe supremo de las fuerzas sublevadas de tierra, mar y aire.

El día anterior ya se había publicado en el “Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional”, el decreto (núm. 138) del 29 de septiembre, firmado por su presidente, el general Cabanellas, en el que «se nombra Jefe del Gobierno del Estado Español al Excmo. Sr. General de División D. Francisco Franco Bahamonde, quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado.» La redacción es imprecisa y poco clara, pues en realidad se le asigna el Gobierno y no el Estado, pero la confusión surge al finalizar la frase con “todos los poderes”. Historiadores reconocidos han especulado con esta anomalía y surgió la leyenda de que Nicolás, el hermano de Franco, había enviado una moto a la imprenta para corregir el texto.

El decreto se completa con el nombramiento de «Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire, y se le confiere el cargo de General Jefe de los Ejércitos de operaciones.»

Los jefes militares de la sublevación en dos reuniones celebradas en Salamanca habían acordado establecer un mando único. No todos estaban de acuerdo con la designación de Franco, el republicano Cabanellas era partidario de un directorio militar. El monárquico Kindelán, ingenuamente apoyó la candidatura de Franco -por ser gentilhombre de Alfonso XIII- albergando la esperanza de una restauración; en su primer borrador incluyó para el nombramiento del jefe del Estado “mientras dure la guerra” que desapareció en la redacción final. Parece ser que Mola no era partidario de nombrar a Franco jefe del Estado, pues él esperaba asumir la jefatura política.

Al margen de todas estas disquisiciones, ninguno de los militares sospechó que con aquel nombramiento creaban un dictador y que inauguraban, aquel 1-O, el Franquismo que se perpetuaría por 39 años. 

No tengo una bola de cristal para saber qué va a ocurrir el 1-O en Cataluña. Aunque la cosa no pinta nada bien, espero que no pase de lo anecdótico y cuando las futuras generaciones hablen del 1-O se refieran al otro, al de 1936.

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El otro 1-O