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Blog / El espejo de la historia

La derecha gana pero no gobierna

Por Javier Aliaga

Proponemos un hecho histórico para que el lector adivine si se trata o no de una falsedad.

Acto organizado por la Junta Republicana de Izquierdas en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona con motivo del 14 de abril, día en que se conmemora la proclamación de la II República. IÑIGO ALZUGARAY
Acto organizado por la Junta Republicana de Izquierdas en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona con motivo del 14 de abril, día en que se conmemora la proclamación de la II República. IÑIGO ALZUGARAY

Verdadero o falso:

Las segundas elecciones generales de la II Republica, celebradas en noviembre de 1933, las ganó el Bloque de Derechas, que sin alcanzar la mayoría absoluta, renunció a gobernar para facilitar la formación de un Gobierno de centro encabezado por el Partido Radical de Lerroux.

Elecciones legislativas 1933. Primera vuelta

Con 619.000 parados oficiales y un clima de frustración porque la II República en dos años y medio no había podido mejorar la situación de los ciudadanos, el domingo 19 de noviembre de 1933 se celebraron las elecciones generales. Como novedad, en las filas de los votantes se veían, por primera vez en unas generales mujeres e incluso grupos de monjas.

La primera vuelta supuso una clara victoria del bloque de derechas, cuyo resultado, con un total de 18 partidos representados en el arco parlamentario, fue: 178 escaños para las derechas (CEDA 87, agrarios 37, tradicionalistas 14, nacionalistas vascos 12, Renovación Española, etc.); 134 para el centro (Radicales 79, Lliga 25, etc.); 66 para la Izquierda (socialistas 27, Esquerra 22, Republicanos Gallegos, Acción Republicana, etc.).

Quedaban, pues 95 escaños por decidir: en una docena de circunscripciones sería necesaria una segunda vuelta, tanto para mayorías, como para minorías –entre ellas Madrid capital y Madrid provincia-; en cuatro provincias, se votarían nuevamente para decidir las minorías. El resultado fue consecuencia de la unión de partidos del Bloque de Derechas –CEDA, agrarios, monárquicos y tradicionalistas-, mientras que la izquierda acudió en solitario. Otro factor importante del varapalo de la izquierda, tuvo como origen el sindicato mayoritario CNT, partidario del comunismo libertario, que intensificó la campaña abstencionista con la consigna “Frente a las urnas, la revolución social”.

La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) se había creado unos meses antes y su líder, José María Gil Robles, de convicción monárquico y cristiano, sin declarar abiertamente su republicanismo, apoyaba el “accidentalismo”; es decir, acataba el régimen republicano constituido. Sin emborracharse del éxito de la primera vuelta y como resolución del Comité nacional, Gil Robles en una alocución radiofónica declara: “No es la hora de que asumamos íntegramente el poder”. No obstante, las fuerzas republicanas veían en Gil Robles un líder fascista, enemigo de la República –Hitler se había impuesto aquel año en Alemania y Mussolini llevaba once años en el poder en Italia-. Algunos especulaban que Gil Robles utilizaría la táctica del Caballo de Troya; es decir, adueñarse de los resortes del poder de la República, para que dentro de ella, convertirla en una monarquía o en un régimen fascista.

A Navarra le correspondían 5 diputados por la mayoría y 2 por la minoría, sin embargo los siete escaños fueron para el Bloque de derechas en la primera vuelta, con una triquiñuela legal –“el copo”- que consistía en proponer una lista diferente de 5 candidatos para cada ayuntamiento, rotando entre los 7 candidatos posibles. Con esta estrategia, que requería una gran disciplina por parte de sus votantes, no exenta de riesgo, compensaban los resultados de un ayuntamiento con los de otro, consiguiendo un doble objetivo: “copar” los escaños de las minorías y evitar la celebración de una segunda vuelta -el más votado del Bloque tendría que superar el 40 por ciento y el menos votado el 20 por ciento-.

Segunda vuelta y sublevaciones anarcosindicalistas

Como consecuencia de fundados indicios de inminentes sublevaciones revolucionarias anarcosindicalistas, el ministro de Gobernación decreta el estado de prevención en todo el territorio y ordena a los dueños de las armerías depositar armas y municiones en la Dirección General de Seguridad o en la Guardia Civil.

El 3 de diciembre, se celebró la segunda vuelta de las legislativas, conocido técnicamente como ballottage. Finalmente los 95 escaños restantes, se reparten casi equitativamente entre derechas, centro e izquierda. Resultando vencedor de las elecciones el bloque de derechas pero sin alcanzar la mayoría absoluta, el balance final de los 473 escaños fue: 211 para las derechas, 163 para el centro y 99 para la izquierda.

Cinco días más tarde, mientras se abre la sesión de las nuevas Cortes, Policía y Guardia Civil descubren arsenales  de armas, municiones y explosivos en varias localidades, por la noche estallan 7 bombas en Barcelona. Ante aquella situación, el ministerio de Gobernación decreta el estado de alarma en toda España. Los pronósticos sobre las sublevaciones se cumplen, se desencadena una lucha encarnizada con millares de obreros y campesinos en Cataluña, Aragón, la Rioja y Levante, al mismo tiempo se declara el comunismo libertario en varios pueblos, siendo especialmente dramáticos los acontecimientos en Villanueva de la Serena (Badajoz) y en Bujalance (Córdoba). El sangriento balance fue de 89 muertos. Se declaran huelgas en Asturias, Galicia, Castilla y Andalucía. En toda geografía se producen actos vandálicos en líneas telegráficas y telefónicas, así como en vías de ferrocarriles, que provocan los descarrilamientos de dos expresos: el de Barcelona a Sevilla y el de Barcelona a Bilbao. A partir del día 12 los movimientos revolucionarios se van sofocando.

Gobierno de centro con el apoyo de la derecha

El 19 de diciembre se presenta el nuevo Gobierno de Lerroux a las Cortes. Sin embargo, el verdadero protagonista de la sesión fue Gil Robles que sin llegar a reconocer su republicanismo, manifiesta: “Acatamos el poder porque viene de Dios, sea quien sea el que lo ostente”. Con respecto al nuevo Gobierno, brinda su apoyo: “Cabía que las derechas gobernasen o apoyar a un Gobierno como el formado…por eso hemos facilitado ese Gobierno ante la ley pública”. El Gobierno de Lerroux obtuvo con los votos de la derecha la confianza de las Cortes (263 a favor y 53 en contra). Por tanto, la respuesta al enunciado inicial es verdadero.

Elecciones de diciembre de 2015

La imagen que brindaron los líderes de los dos partidos mayoritarios en el debate televisivo, no pudo ser más decepcionante, nos hicieron rememorar el cuadro de la serie negra de Goya “Duelo a Garrotazos” –dos hombres con las piernas enterradas en lodo hasta la rodilla dándose una paliza a estacazo limpio-. Fue el tráiler de la película que proyecta la política española en estos momentos, como consecuencia del resultado fragmentado de las pasadas elecciones generales del 20-D, perfectamente descrito por la prensa francesa como la mosaïque espagnole. Tal vez hoy, al igual que en otros momentos difíciles, España precise de un partido fuerte de centro, como los Radicales de Lerroux en 1933, o la UCD de Suarez en 1977. No obstante, la opción Ciudadanos se enfrenta a dos hándicaps: no tiene escaños suficientes y les falta experiencia. Es claro que Felipe VI tendrá que explorar otras soluciones.

Nuestra forma de gobierno es una monarquía parlamentaria, lo cual significa que el poder legislativo reside en un parlamento constituido por dos cámaras: las Cortes Generales y el Senado. Consultando en el diccionario la palabra parlamentar, encontraremos la siguiente entrada: “Dicho de una o de varias personas: Hablar o conversar con otra o con otras“. Según esto, me pregunto, pero ¿están parlamentando, los parlamentarios del parlamento? Aparentemente, no. Antes de la repetición de las elecciones, deberíamos someter a sus Señorías, a un despido de carácter disciplinario por dejación de funciones, tal y como lo hace una empresa privada. Pero claro, los políticos, sobre todo los de este país, viven en su torre de cristal muy alejados de los problemas y de la realidad de la empresa privada.

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