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Blog / El espejo de la historia

El cuarto hombre del Apollo 11

Por Javier Aliaga

Cuando el módulo lunar Eagle del Apollo 11 descendía hacia la superficie lunar, el ordenador de a bordo disparó varias alarmas. La situación era crítica ya que podría haber obligado a abortar la misión.

El controlador Steve Bales verificó que el alunizaje del Apollo 11 podía continuar.
El controlador Steve Bales verificó que el alunizaje del Apollo 11 podía continuar.

El 20 de junio de 1969, habiendo transcurrido 100 horas desde el despegue del Apollo 11, el módulo lunar Eagle se desacopló de módulo de mando, el cual quedaba al control de Collins orbitando a 110 km de la luna. Mientras, el Eagle, tripulado por Armstrong y Aldrin, se incorporaba a la órbita de descenso para aproximarse a la luna.

Cuando el módulo lunar estaba situado a unos 15 km de altitud y 460 km de distancia del lugar elegido para posarlo sobre la superficie lunar, se inició el descenso propulsado. Hasta aquel momento todas las operaciones habían sido probadas en la misión precedente del Apollo 10. Descendiendo por debajo de aquella altitud, el ser humano se adentraba en lo desconocido.

Aproximadamente a 14 km de altitud, faltando unos 7 minutos para el alunizaje, el ordenador del Eagle disparó la alarma 1202. Los astronautas no comprendían lo que estaba pasando, pidieron instrucciones al centro de control de Houston. ¿Qué hacemos con la alarma 1202? El momento era crítico, en la sala de control sobrevolaba la idea de paralizar la misión y abortar el alunizaje.

En aquellos instantes de confusión, Steve Bales de 26 años, que actuaba desde el centro de control como controlador del alunizaje (GUIDO), manteniendo la serenidad aunque apremiado por el poco tiempo que disponía, consultó con su equipo de colaboradores. El joven Jack Garman de 24 años, experto informático, interpretó el problema: se trataba de una sobrecarga circunstancial.

Bales comprobó que el ordenador era capaz de procesar los datos esenciales; llegó a la conclusión de que todo estaba en orden, a pesar de las alarmas, no había motivo para abortar el alunizaje. Entonces pegó un grito ¡Adelante! (Go) al director de vuelo, Gene Kranz, y al jefe de comunicaciones, Charlie Duke que se pudo oír en toda la sala de control.

Dos minutos más tarde, el ordenador del Eagle volvió a disparar otra alarma 1202, Bales volvió a decir ¡adelante!; se sucedieron otras 3 alarmas del mismo tipo. Cada alarma suponía el apagón momentáneo del interfaz del ordenador y el reset del mismo. En la fase final del alunizaje, Armstrong tomó el control manual del Eagle, entonces las necesidades del ordenador disminuyeron y, en consecuencia, las alarmas desaparecieron.

¿Qué significado tenían aquellas alarmas que estuvieron a punto de abortar la misión? La 1201 y la 1202 estaban calificadas como "executive overflow". Es decir, el ordenador estaba sobrecargado por la enorme cantidad de información que le llegaba. El origen de la sobrecarga era que el radar de acoplamiento (rendezvous), innecesariamente encendido, estaba enviando datos al ordenador simultáneamente con el radar de alunizaje, solapándose la información de ambos.

He encontrado, en distintas fuentes, dos explicaciones del porqué el radar de acoplamiento estaba en funcionamiento: 1) los tripulantes del Eagle, Armstrong y Aldrin, no lo habían desconectado; 2) un error en el diseño del sistema eléctrico asociado a ese radar. En cualquiera de los dos casos, la realidad es que el pequeño ordenador de a bordo, una maravilla de aquel tiempo –diseñado por el MIT-, pero muy inferior en prestaciones a un teléfono móvil actual, no podía asimilar tanta información.

Unas semanas más tarde, cuando el presidente Nixon concedió la Medalla Presidencial de la Libertad a cada uno de los tres astronautas, no se olvidó de Bales, distinguiéndole con el Premio al Logro de Grupo de la NASA en nombre de todo el equipo de operaciones de la misión. Efectivamente, Bales fue el cuarto hombre del Apollo 11 representando a todos los técnicos del centro de control de Houston que hicieron posible aquella proeza.

En aquellas circunstancias, Nixon dijo de Bales: «Este es el joven. Cuando los ordenadores parecían estar confundidos, y cuando él podría haber dicho “parar”, o cuando él podría haber dicho “esperar”, dijo “adelante”.»

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El cuarto hombre del Apollo 11