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Blog / El espejo de la historia

Con la Baker llegó el escándalo a Pamplona

Por Javier Aliaga

Hace unos días la universal actriz del music hall, Joséphine Baker, fallecida en 1975, ha entrado simbólicamente en el Panteón de París. El autor rememora la polémica que surgió con su actuación el 8 abril de 1930 en el Olimpia de Pamplona. 

A la izquierda Joséphine Baker con su famosa faldita de bananas. A la derecha el anuncio publicado en El Pensamiento Navarro que recriminó La Tradición Navarra.
A la izquierda Joséphine Baker con su famosa faldita de bananas. A la derecha el anuncio publicado en El Pensamiento Navarro que recriminó La Tradición Navarra.

La afroamericana Freda Josephine McDonald, nacida en 1906 en Saint Louis (EEUU), llegó al París de los locos años veinte, donde se convirtió en la gran vedette del Folies Bergère como Joséphine Baker. Su nombre se afrancesó con un acento agudo. Su apellido era legado de su segundo matrimonio de los seis que contrajo; el primero a los 13 años. Como reconocimiento al país que la acogió y la encumbró a la fama internacional, adquirió la nacionalidad francesa con su cuarto casamiento, renunciando a la norteamericana.

Madre de doce hijos, todos adoptados, de distintas procedencias, que constituían lo que ella denominaba “la tribu del arcoíris”. Falleció en 1975. A pesar de que sus restos mortales seguirán permaneciendo en Mónaco, el pasado 30 de noviembre ha entrado simbólicamente en el Panteón de París de los grandes hombres franceses. Con ella, tan sólo, seis mujeres han alcanzado tal honor.

En su vida hubo frivolidades, pero nadie puede negar que sea merecedora de la panteonización por haber representado los mejores valores franceses: espía al servicio de la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial y ferviente luchadora en favor de los derechos humanos.

Siendo mundialmente famosa y habiendo protagonizado la película muda La Sirène des Tropiques, hizo una tournée por España en 1930, recalando el 8 de abril en el Coliseo Olimpia de Pamplona; cuya propietaria, la empresa madrileña SAGE, programó dos sesiones: la primera a las 6 y media; la segunda, a las 10 y media. Joséphine Baker, que se anunciaba con el sugerente título de “La Venus de Ébano”, formaba parte de un variado espectáculo que incluía a los célebres payasos Pompoff y Thedy.

El que iba a ser el acontecimiento del año se vio ensombrecido por la oposición de las asociaciones católicas pamplonesas que tildaron la exhibición de la Baker de inmoral. Dos rotativos locales se sumaron a la campaña negándose a publicar el anuncio del espectáculo: Diario de Navarra (DN) y La Tradición Navarra (LTN). El resto de la prensa sí publicitó: El Pensamiento Navarro (EPN), El Pueblo Navarro y La Voz de Navarra. LTN arremetió contra EPN que, a pesar de tener censura previa eclesiástica, había publicado el anuncio en “grandes letras”.

El día de la actuación, que, para más inri, coincidió con Martes de Pasión –previo a la Semana Santa-, LTN publicó un editorial delirante, en el que critica duramente a la SAGE porque “Las carteleras y anuncios de sus funciones suelen ser de una escandalosa desnudez y lubricidad”. Seguidamente entra en materia: “para la función de esta noche, anuncia la exhibición de la ‘diosa de ébano’, una mujer de color que ejecuta danzas y cuadros vivos de las más descaradas y excitante impudibundez”.

“Ese vergonzoso espectáculo es contrario a la moral, al decoro y al sentimiento general del público honrado de Pamplona. Sus efectos desastrosos para la juventud, como que tiende a excitar las bajas pasiones y los groseros instintos de la parte animal del hombre con las danzas lúbricas del salvajismo primitivo”.

Al mediodía, varias asociaciones (entre ellas, la Junta Diocesana de Acción Católica, Hijas de María, la Asociación Católica de Padres de Familia y las directivas de Cofradías) convocaron “un acto de afirmación católica, franca y enérgica ante el descarado anuncio de un espectáculo inmoral que ha sido escándalo y alarma…”.

José Sánchez Marco, que presidía la reunión, tras la introducción, manifestó: “Venimos… a cumplir con nuestros deberes de ciudadanos católicos a desagraviar a Dios… y a esta ciudad moral y decente de Pamplona”. Exhortó a la señoras “que tenéis bienes de fortuna” para impedir “la ola de inmundicia y propaganda inmoral para salvar las almas de vuestros hijos”. Según él, era necesario que “las clases acomodadas y más cultas” protejan a “las personas de condición económica inferior” para amparar a “esas familias que carecen de medios para defender las almas de sus hijos”.  

Acordaron no ir al teatro Olimpia en un mes y el envío de sendos telegramas de protesta al Ministerio de la Gobernación y al gobernador civil, además a este último entregaron personalmente firmas y tarjetas que habían recogido en el acto. A la tarde, coincidente con la sesión de tarde del espectáculo, organizaron un acto religioso de desagravio en la iglesia de San Ignacio, frente al Olimpia.

Al día siguiente, sólo dos periódicos publicaron la crónica del Olimpia. Uno de ellos, El Pueblo Navarro, que se posiciona en las antípodas de LTN, critica los “desagravios sin que el agravio existiera”, afirma que no es cierto que sea “un espectáculo lúbrico”, reconoce que la Baker ”baila con contorsiones extrañas, saltos violentos, mímica personalísima”. Defiende a la artista: “su arte personalísimo tiene matices de exquisita sensibilidad. Y triunfó, naturalmente, como viene triunfando en cuantas poblaciones cultas actúa la venus morena. El público la aplaudió cariñosamente y premió su trabajo y arte…”. En ambas sesiones “hubo muchas distinguidas señoras y señoritas”.

El otro, el tradicionalista EPN navega en el mar de la vaguedad, de entrada quita importancia: “la famosa negra baila con más o menos ligereza, pero en la misma o parecida FORMA y con los mismos o parecidos gestos y contorsionesincontable de bailarinas”. Reconoce ciertas virtudes: “la negra produce en la generalidad del público,… EFECTOS MUY DISTINTOS de los que produce cualquiera otra”. Finaliza comparando con las películas, para afirmar que “las danzas de la Baker son poco más o menos como las demás danzarinas”.

De todas formas, no debiéramos sacar falsas conclusiones de aquellas asociaciones ultramoralistas que no representaban a toda la sociedad de la época: Pamplona no era tan puritana. Lo cierto es que la recia oposición de los católicos al espectáculo de la Baker fue totalmente contraproducente, ya que produjo un efecto llamada al Olimpia que, según EPN, “registró dos llenazos”. Ciertamente, la carne es débil, sucumbe a la tentación, máxime si se alimenta con el atractivo de la prohibición moral y de la morbosa curiosidad.

Desgraciadamente Joséphine Baker no fue profeta en su tierra, no por inmoralidad, sino por la infame segregación racial. Años más tarde, en una gira que hizo por los EEUU, encontró fuertes impedimentos de una parte de la sociedad norteamericana que le prohibió entrar a ciertos hoteles y restaurantes.

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