• sábado, 20 de abril de 2024
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Blog / Capital de tercer orden

(Presuntos) violadores a tu lado

Por Eduardo Laporte

Ya hay fecha aproximada para el juicio los presuntos violadores de San Fermín: antes de Semana Santa. Mientras tanto, seguirán ‘compartiendo vecindario’ con la comarca de Pamplona.

Los detenidos de la presunta violación de San Fermín camina por la avenida Roncesvalles.
Los detenidos de la presunta violación de San Fermín caminan por la avenida Roncesvalles de Pamplona.

Hubo un tiempo en que viví en un recoleto pisito que daba a la Plaza del Castillo. Me encantaba apagar la luz y sentir la ciudad vieja a mi alrededor. A la gente que quería cerca. Notar su campo mórfico, que es como una caricia en el alma, mutua, invisible pero real. En Madrid me pasa menos, porque esos campos mórficos, de los que ya hablé aquí por cierto, están más desperdigados entre los millones de habitantes y la propia dispersión abstracta de las grandes ciudades.

Pero también hay gente querida, cada vez más, en el barrio, o a pocas paradas en la línea 3, o en la vecina plaza de Tirso de Molina, aunque la apretura física sea menor. El mundo, sea un poblado o una megalópolis, se haría insoportable sin esa conexión invisible entre nosotros.

Leyendo el otro día esta noticia, caí en la cuenta de algo en lo que quizá no había caído antes: en que el Prenda y dos de sus amigos estaban internos en la cárcel de Pamplona desde hace varios meses, en prisión preventiva, que es un poco por cierto la peor de las prisiones, porque va acompañada de la incertidumbre a la espera de lo que te puedan caer. Tiene algo de secuestro legal. ¿Y si se demostrara que los presuntos violadores no lo fueron?

No es la primera vez que pasa, pero no hay otras fórmulas para tener quietico al presunto malhechor, quedando lo de la presunción de inocencia en un mero juego de palabras. Hay que hacer la instrucción, lleve el tiempo que lleve, así como unos protocolos que se me escapan. En este caso, van a transcurrir unos nueve meses desde la comisión de los hechos hasta el juicio, como ha dicho el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, Joaquín Galve, se celebre antes de Semana Santa.

«Los presuntos violadores pueden estar tranquilos, tendrán un juicio justo y serán escuchados», ha dicho también. Y como me gusta hacer de abogado del diablo e incluso de un presunto lo que sea, porque hasta que se demuestre lo contrario no deja de ser presunto, entiendo que estos procesos deberían ser una combinación de rigor y celeridad. La justicia es lenta, y más si estás en la cárcel sin saber la condena que te espera.

Supongo que hasta el mayor hideputa tiene derecho a que se le cante la condena lo antes posible. La defensa presentará argumentos y lo cierto es que los juicios no se ganan por cuestiones de justicia universal sino por la rotundidad de las pruebas. ¿Es la prisión preventiva una manera de cobrarse la justicia por su mano en el que caso de que los hábiles abogados defensores se salgan con la suya como parece que se salieron en el caso Laffage, hasta el punto de influir en el jurado popular a favor del veredicto de homicidio? Pues no tengo ni idea.

¿Dónde cumplirán condena, si se demuestra su culpabilidad de los presuntos violadores de San Fermín? El guardia civil tiene sobre sus espaldas un caso de abusos sexuales con burundanga, pero la joven que sufrió los hechos prefirió no denunciar por no tener pruebas. Tanto él como el militar solicitaron ingreso en cárceles distintas a la de Pamplona; el primero permanece en la cárcel para funcionarios de Logroño y el segundo fue trasladado a la prisión de Alcalá-Meco, en Madrid. Los otros tres lo más probable es que cumplan condena cerca de sus casas, en alguna cárcel del entorno sevillano.

Barrotes de extramuros

Hasta entonces, marzo o abril, seguirán en Pamplona, cerca de Decathlon, de Eroski, de Makro, de Nueva Artica. Cerca de donde se pasa la ITV. ¿Cuántos conductores que van a jugar al golf a Zuasti reparan en ello, en la presencia física de tres presuntos violadores en ese centro penitenciarip? ¿Cuántos pamploneses que se van de escapada a San Sebastián se fijan en esa otra realidad de libertad suspendida que es una prisión?

Las cárceles se levantan ahora lejos de las ciudades no por crear una especie de gueto o tratar a los presos como apestados, o saber, sino más probablemente para que no interfieran en ese campo mórfico de la vida cotidiana, y las cuestiones de seguridad preceptivas. Pero lo feo se aparta. El reo es feo. Como dejaron de hacerse públicos los ajusticiamientos por garrote vil, como aquel que vio el joven Baroja en la Ciudadela de Pamplona y que le marcaría para siempre. Queda como más aséptica la lejanía. Como las nuevas cárceles son también más asépticas, con pinta de hospitales de la conducta. El mundo se hace aséptico y quizá más blandito. Menos real. Porque reo viene de real, porque lo único real es la muerte.

Yo no sé qué es mejor. Recuerdo, de niño, ver una cárcel en Barcelona, ¿la Modelo?, en plena calle. Y ver a un preso, arrellanado junto a la ventana, en esa otra dimensión que es la de la tras los barrotes. Hay algo de alojamiento forzoso, podría darse el caso de una patata caliente penitenciaria: no en mi ciudad. Durante los años duros de ETA, la política de dispersión supuso un engorro para los familiares, que además de haber criado a un hijo terrorista tenían que ir hasta Huelva a visitarlo. Supongo que había un cierto solaz estatal al enviar a lo más próximo a Siberia, en términos geográficos, al asesino. No sé si estoy de acuerdo. Los criminales tienen que estar cerca. Sus felonías tienen que ser recordadas, aireadas, expuestas sin caer en el linchamiento histérico, el mal tiene que estar presente. Son el cáncer de la sociedad, pero el cáncer forma parte de la existencia, una parte necrosada del espíritu que no debemos ocultar debajo de la alfombra.

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