• jueves, 28 de marzo de 2024
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Blog / Capital de tercer orden

Los musulmanes nos la pelan

Por Eduardo Laporte

Más allá de la amenaza terrorista, la relación con esta comunidad islámica no pasa de la fría convivencia.

La Alhambra de Granada, vista por Victoriano Izquierdo.
La Alhambra de Granada, vista por Victoriano Izquierdo.

Una amiga marroquí me avisó el pasado viernes de que era el Día del Cordero. No tenía ni idea, así que le felicité por WhatsApp: ¡Feliz día del Cordero! ¿Y qué es el Día del Cordero? Pues nada menos que, me chiva Wikipedia, la fiesta mayor del Islam en recuerdo, copio literal, del cordero que Abraham degolló como sacrificio a Dios.

Un rito con unas raíces bien cercanas a nuestra cultura, que esa es otra, la base religiosa compartida entre cristianismo, judaísmo e islam; recuerdo unos dibujos que nos pusieron en el cole con la dramática imagen de Abraham preparándose para colocar en la parrilla ­—sabe mejor— a su hijo Isaac, que finalmente sería trocado por el cordero redentor. La intención es lo que cuenta.  

De los judíos tampoco sabemos mucho más, pero salen más en las pelis americanas y en las novelas de Philip Roth y eso ayuda. ¿Vivió alguien en la Nueva York del siglo XX que no fuera judío o medio italiano? El mérito de un personaje que no sea nada. Falta, no obstante, la gran novela musulmana, y no vale ese ejercicio cómico-distópico de Houellebecq que, demuestra, eso sí, que en Francia el tema musulmán tiene otra dimensión.

Aquí, simplemente, parece que no existe, no se habla, a pesar de las miles de mezquitas, la tradición, la vecindad, la historia común. ¿Dónde están los musulmanes? En Murcia, sobre todo, la tercera ciudad con mayor cantidad de islámicos de España, la mayor en proporción, con casi el 7% de la población total. Estoy lo leí el domingo en el reportaje que publicó El País, texto sosote a más no poder, plagado de paja burocrática, que me reafirmó en mi sentir: nos la pelan los musulmanes.

ES MUHAMMAD, NO MAHOMA

El mismo Día del Cordero, puse en mi cuenta de Facebook lo siguiente: «Feliz Día del Cordero». Había algo de experimento/provocación en ello. Tuvo un megusta y un comentario extemporáneo borrado más tarde por su autor. Creo que sonó dadaísta, como desear Feliz Día del Pollo o Feliz Día del Rodapiés, uno de esos días de, como aquel Día del Gazpacho que contribuí a promover y que acabó de aquella manera.

A veces, nos llegan ecos del ramadán, ese ejercicio de ayuno con su toque taoísta, la privación primero para abrazar la abundancia después, pero pocos sabríamos decir con firmeza las fechas de la edición de 2017 (del 26 de mayo al 24 de junio).

Tampoco sabemos, y esto me lo enseñó mi amiga musulmana, que no hay que decir Mahoma para referirse al profeta, sino Muhammad. Sin más. Esto no gusta mucho en el mundo islámico, por lo visto, pero se dice en todas partes y nadie parece hacer nada por corregirlo.

CONTIGO NO, BICHO

Recelo sería la palabra suave para definir, opino, el sentimiento de la sociedad cristiana vieja, vamos a decir, respecto a la musulmana. Y el término menos suave sería algo así como contigo no, bicho.

Los atentados están presentes en la memoria colectiva, pero asociar a toda una comunidad por la chaladuría de unos pocos no deja de ser un ejercicio de xenofobia cultural. Más aún cuando aquí y allá las voces pacifistas del mundo islámico se encargar de desligarse de la violencia, cosa necesaria en mi opinión y que no hizo por cierto la sociedad vasca cuando más se necesitaba.

Los recelos no sólo vienen del terrorismo. La sombra del machismo es más que alargada en el Islam. Mi amiga musulmana, que no lleva velo ni reza a todas horas pero cree en Alá, dice que está hasta el gorro de los árabes, hombres, que le piropean babosamente en cuanto pisa la calle. A ella, y a todas. Tuvo un primer marido por tradición, obligación. No sabía tratar a una mujer. Escapó de aquel horror pero muchas no tienen su valor.

Tendrán que cambiar muchas cosas en el mundo musulmán para que la integración y la convivencia sean algo más que palabras bienquedismo político, pero mientras tanto podríamos poner un poco de interés por nuestra parte.

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