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Blog / Capital de tercer orden

¿Estado opresor? Para los autónomos, sí

Por Eduardo Laporte

El colectivo más vulnerable y maltratado de la clase trabajadora lleva años de rodillas, pero empieza a estar harto. La manifestación del pasado domingo en Madrid debería abrir una nueva etapa de exigencias

La asociación AUPA de autónomos se concentra a las puertas del Parlamento de Navarra (04). IÑIGO ALZUGARAY
La asociación AUPA de autónomos se concentra a las puertas del Parlamento de Navarra. IÑIGO ALZUGARAY

Dicen que ‘flâneur’ es aquel que llega demasiado pronto o demasiado tarde a todo. En mi caso, me entero a toro pasado de los conciertos interesantes y de las manifestaciones importantes, como la marcha de los autónomos del pasado domingo por las calles de Madrid. ¿Qué pasaría si todo el mundo se enterara de ese tipo de citas?

En la cuestión de los autónomos sería de celebrar, porque ha tenido que ser la asociación AUPA (me encanta el nombre) la que empiece a coger el toro por los cuernos reivindicativos tras años de violencia, así te lo digo, estatal, y letargo también por parte de sus víctimas. Su lema también me gusta: «Estás cansado de cumplir con tus obligaciones legales y no recibir nada a cambio».

Y ay del que se descuide un poco, no por picaresca sino por necesidad. Un buen amigo está acojonado perdido ya que le han citado en Madrid para una inspección fiscal. Le llegó la carta, esa misiva con una esquela negra como de grupo coercitivo que resulta que es el Estado. Sabemos dónde vives. Lo que cobraste. Los IVAS que declaraste y ese mes en que no descontaste el IRPF de un par de facturas. Vamos a por ti, chaval. Te sacaremos hasta el último cuarto. Será una lucha sin cuartel. Que Dios, y tu banco, te pillen confesado.

Ya me tocó vivir en carne propia la inclemencia del Estado no ya con las grandes fortunas ni los deportistas forrados ni con los Amazon y Gúguels, sino con el pringao número uno de la economía nacional para el cual el Estado Fiscal Opresor (EFO) no eres más que una estadística a la que estrujar sin despeinarse. Ni los más avezados gestores, ni las más sagaces asesoras de la cosa podrán tampoco prevenirte de la paliza que te espera, cortesía de unos entes que ni siquiera se identifican bien. ¿Agencia Tributaria? ¿Seguridad Social?

Es curiosa la empanada mental que gastan aquellos que profieren aquel mantra de que la Sanidad pública en España es «gratis». Al autónomo que no se beneficia ya de la tarifa reducida le cuesta 280 euros al mes. Luego está ese IVA que se cobra para devolver y el IRPF que no vuelve. Algo que podría entenderse —alguien tendrá que pagar todo esto, que diría Pla— en casos de facturaciones serias, pero que resulta inadmisible cuanto hablamos de rentas que a duras penas garantizan una vivienda en alquiler y el pago de las facturas para no morir congelado en invierno, ni de desnutrición en el resto de estaciones.

El mundo del autónomo padece un tenebrismo bajomedieval opaco, lacerante. ¿Todo lo que se apoquina mes a mes, en qué manera nos revierte? ¿Cuántos años hay que cotizar para cobrar tanto, una vez deje uno de ser autónomo, si es que eso es posible? ¿Qué años son los más relevantes, cuántos son suficientes para garantizarse un mínimo de pensión?

Conocemos cómo funciona el núcleo del reactor de la central de Chernóbil, cómo se propaga el coronavirus, cuántos litros de capacidad tiene la piscina del chalé de Pablo Iglesias e Irene Montero, pero no sabemos a dónde van esos más de 300 euros que cada autónomo sacrifica cada mes, muchos de esos meses con facturaciones, ya digo, más magras que aquella suela de zapato que se comía Charlot. ¿Tan difícil es aplicar una tasa progresiva, aplicar un pago en función de lo que se ingrese y tratar de alentar al trabajador por cuenta propia que empieza y no de asfixiarlo con tasas que en el mejor de los casos lo llevarán por los caminos de la evasión más arriesgada?

PAGAR POR TRABAJAR

¿Tiene derecho ese autónomo que se rebela a hacer uso por tanto de la Sanidad pública? ¿Es un paria? ¿Debería sentirse como tal? ¿No existe un término medio entre cumplir o no cumplir? Si generas más de 994 euros al mes con tus encargos, deberás pagar 283 euros, o sea, casi un tercio de lo que has generado con el sudor de tu frente. En otras palabras, si percibes 995 euros, descuenta de esa cantidad 283 + alquiler + móvil + internet + comida + facturas de gas, electricidad y agua + gastos varios como tinta para tu impresora. ¿Quién puede vivir así en una ciudad como Madrid donde un piso independiente no baja de los 700 euros? ¿Por qué ese Estado que se define socialista no regala diez años de cuotas de autónomo, supongamos, a todos aquellos que se censen en algún punto de la llamada España vacía a fin de repoblarla y, de paso, repoblar su cuenta corriente?

¿Dónde están los asesores públicos, la cercanía de la Administración, las ayudas al autónomo mondo y lirondo (que no tenga que disfrazarse de ‘entrepreneur’ ni montar ninguna ‘start-up’)? ¿Dónde el apoyo de instituciones como el ICO para aquel incauto que, asestado el golpe fiscal del EFO en todo el pecho, apenas tenga capacidad para remontar el vuelo?

¿Por qué toda esa jerigonza endemoniada de las comunicaciones que ni los más empollones de la clase pueden desentrañar? ¿Acaso es una connivencia de lo público con las gestorías privadas, por aquello de que sigan teniendo trabajo? ¿Hay alguien en la sala que sea capaz de entender su propia declaración de la renta de un solo vistazo a la primera? Por no hablar del todo el entorno digital, firmas electrónicas, deneís digitales y demás obsolescencia burocrática preprogramada. Podemos y demás partidos de la supuesta regeneración democrática: ¿No entrasteis en la pomada para modernizar toda esta carcundia administrativa dieciochesca? 

Reproduzco unos testimonios de mi amigo, antes de la sentencia que el Estado Fiscal Opresor le hará llegar en los próximos días:

«Las cartas de Hacienda son como cuando te mandan los resultados de una biopsia».

«Factures lo que factures, los 280 no te los quita nadie».

«Luego está la incertidumbre. No sólo ejerces de recaudador para el Estado, sino que vives con la paranoia de que en marzo de 2016 cometiste algún error, lo que se traducirá en sanción con su correspondiente recargo punitivo: a eso lo llamo hacer leña del árbol caído».

«Una inspección de trabajo a un autónomo es como si te llevaran a comisaría y te despelotaran».

«El matonismo estatal es lo que más me irrita. Sé de gente a la que amenazaron con entrar en su casa a llevárselo todo». 

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