• viernes, 29 de marzo de 2024
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Alopecia

Por Juan Iribas

El otro día me contó un amigo cómo superó la etapa en la que el otoño llegó a su cabeza.

Un hombre calvo junto a sus perros. ARCHIVO
Un hombre calvo junto a sus perros. ARCHIVO

Por aquel entonces él no habría cumplido veinte tacos y se dedicaba a aprender aquello de las 5 W’s para convertirse pocos después en un apasionado de juntar palabras y de contar historias en uno de esos periódicos que, por desgracia, cada vez se leen menos.

Mi colega comenzó a preocuparse cuando tenía que retirar de la ducha algún que otro mechón o al ver cómo el peine se apropiaba de unos cuantos pelos rubios y ondulados. Solía mirarse en el espejo del ascensor desafiante; giraba la cabeza a un lado y al otro, y aquel reflejo certificaba cual notario que se iba a quedar igual que una bola de billar.

La naturaleza obró. Un día decidió comprarse una maquinilla en vez de ir de ciento a viento al peluquero “a tirar el dinero” y, desde entonces, un miércoles sí y otro también deja su cráneo como los de Andre Agassi, Zinedine Zidane y otros tantos…

Una tarde, paseando por la zona de la Gran Vía, vio a lo lejos a un rockabilly con un tupé de esos que se cultivan como el agricultor que ara el campo. Por lo visto, aquel viandante llevaba un cigarro entre los labios y una camiseta con una leyenda: Teddy Boys. Mi amigo miró con deseo aquella envidiable mata de pelo levantada sobre la frente. Cuando se encontraban a pocos metros el uno del otro, se dio cuenta de que aquel muchacho no tenía brazos. En ese momento dejó para siempre de tener complejos por su alopecia.

Ideación de ‘Alopecia’

El otro día me contó un amigo cómo superó el trauma que le provocaba su calvicie.

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