Nuestros hijos son nuestros, pero los niños son de todos. Nuestros hijos, nuestros no en sentido posesivo sino de las obligaciones para con ellos, son nuestros, pero los niños, todos los niños, deben gozar del amor y de la protección de todos, de la sociedad, para hurtarles de los abusos, el maltrato, el abandono y el desamparo.