• jueves, 28 de marzo de 2024
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TRIBUNALES

La víctima de la presunta violación de Sanfermines: "Se decían 'quillo, me toca a mí' pidiendo su turno"

La chica mantiene en su declaración que estaba rodeada por todos ellos en el portal: "Ya no veía quién me hacía cada cosa".

El portal número 5 de la calle Paulino Caballero donde se produjo la supuesta violación a una joven madrileña por un grupo de cinco sevillanos.
El portal número 5 de la calle Paulino Caballero donde se produjo la supuesta violación a una joven madrileña por un grupo de cinco sevillanos.

"Antes de entrar en el portal me dí un beso con uno de ellos, sólo con él y sólo un beso en la boca". Son las declaraciones que realiza la chica de 18 años víctima de la presunta violación de Sanfermines durante la misma noche en que se produjeron los hechos, en la madrugada del 6 al 7 de julio.

Según publica El Español, la joven madrileña da detalles en su declaración de cómo llegó hasta el portal número 5 de la calle Paulino Caballero. Había entablado conversación con dos de los sevillanos, "hablando en un tono normal" cuando repentinamente le dijeron que se callara y no gritara. Mientras tanto otro de los hombres del grupo sostenía la puerta del portal, que acababan de abrirle a una chica que ya había accedido al inmueble, y avisó al resto de sus compañeros al grito de "vamos, vamos".

Dos de los sevillanos la sujetaron y le hicieron entrar en el portal, sostiene la víctima en su testimonio y explica que no podía escapar. Los presuntos agresores dejaron unos vasos de cubata en el suelo y la llevaron hacia la parte trasera del vestíbulo, donde le arrancaron la riñonera y el jersey que llevaba. En ese momento la rodearon entre todos, según mantiene la chica en las declaraciones de aquella noche eran cuatro los hombres que estaban con ella, y la forzaron sexualmente en reiteradas ocasiones. "Ya no veía quién me hacía cada cosa", mantiene la joven explicando que el grupo la rodeaba y no alcanzaba a verlos.

LOS AGRESORES PEDÍAN SU TURNO: "QUILLO, ME TOCA A MÍ"

"Quillo, me toca a mí": es lo que se decían los agresores mientras pedían turno para abusar de la chica, según relata la víctima ante una de las preguntas que le formula el Fiscal. La joven sostiene que los sevillanos habían bebido, pero que no tenían síntomas evidentes de estar en un estado de embriaguez y no puede precisar cuánto tiempo duró la violación.

De repente los chicos se marcharon corriendo y ella se quedó sola en el portal, recogiendo todas sus cosas que habían esparcido por el vestíbulo. La víctima considera que tardó unos cinco minutos en salir a la calle, mientras se vestía y buscaba su teléfono móvil en la riñonera que había encontrado abierta. "Estoy segura de llevar el teléfono antes de entrar, cinco minutos antes había hecho una llamada", recuerda en su declaración, acusando a los sevillanos de llevarse su móvil para evitar que pudiera realizar una llamada de alerta.

Al salir a la calle Paulino Caballero, la madrileña rompió a llorar y se sentó en un banco. Una chica y un chico se acercaron, preocupados por ella, y les contó que había sido agredida sexualmente; fueron ellos con su teléfono móvil quienes dieron aviso a la policía. Eran las 3.45 de la madrugada cuando desde Policía Municipal de Pamplona descolgaron el teléfono y les llegó la primera noticia de este caso.

LA RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS, SEGÚN EL TESTIMONIO DE LA CHICA

La chica explica que había conocido al grupo de sevillanos poco antes de la agresión: "Sólo había estado con ellos unos 10 o 15 minutos antes porque uno se sentó a mi lado en la verbena". Cuenta que estuvieron hablando, bailando y bebiendo pero después la joven de 18 años decidió irse a dormir.

Los chicos insistieron en acompañarla y le dijeron que ellos también iban a dormir en el coche con el que había ido hasta Pamplona porque no tenían donde dormir. Ella y el amigo de Madrid con el que había viajado hasta Pamplona tenían el coche aparcado en el Soto de Lezkairu.

Al llegar a la altura de la calle Leyre, una de las calles paralelas a Carlos III, los jóvenes que iban por delante se metieron en la calle y se dirigieron al Hotel Leyre, en esa misma calle.

La chica cuenta que no sabía por qué fueron allí, pero tampoco le dio mayor importancia, se quedó fuera con el joven con el que hablaba mientras fumaba, esperando a los demás. Los sevillanos habían entrado a pedir habitación al Hotel Leyre, pero el vigilante les indicó que no podían pasar.

La chica continúo andando con ellos a través de la avenida Carlos III, donde tomaron la calle Paulino Caballero para acortar su camino hacia el coche donde ella iba a dormir. Allí fue cuando el grupo de sevillanos se percató de que le abrían el portal número 5 a una chica.

DETENIDOS CINCO HORAS DESPUÉS

Tras los incidentes de la noche, los sevillanos se adentraron en el recorrido del encierro de los Sanfermines. La Policía Municipal de Pamplona ya había lanzado entonces la alerta entre sus patrullas sobre la descripción de los hombres buscados. Una de las agentes que monitorizaba el recorrido los localizó antes de comenzar la carrera gracias a las cámaras de seguridad

Rápidamente, tras alertar de que había descubierto a los hombres en el recorrido del encierro, dieron aviso al resto de efectivos y a la Policía Foral, el cuerpo encargado de la seguridad dentro de la plaza de toros. Además, en el interior de la plaza uno de los agentes de Policía Foral escuchó a varios jóvenes hablar; lo hacían con un marcado acento andaluz y, por la descripción facilitada por la chica, todo podía encajar.

Pidieron a los cuatro jóvenes, uno se había alejado del grupo, que les acompañaran hasta el patio de caballos para su identificación. Los agentes vieron el sombrero rojo, la esfera grande del reloj y el tatuaje en el pecho que había ido describiendo la chica en su declaración, por lo que los cuatro quedaron detenidos junto al quinto amigo de Sevilla que aún estaba en el interior de la plaza de toros.


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