Un joven vecino del municipio ribero los dejó allí tras recogerlos en la prisión pamplonesa a las 18 horas del viernes.
José Ángel Prenda, Ángel Boza y Jesús Escudero, los tres miembros de La Manada que el viernes a las 18 horas abandonaron la prisión de Pamplona, no llegaron a poner ni un pie en Cadreita, según han confirmado fuentes policiales.
Según los informes policiales, los tres andaluces fueron recogidos por un antiguo compañero de celda de Escudero, Matías V., un joven de 25 años, vecino de Cadreita y cuyo nombre completo y fotografía ya circulan por las redes sociales.
Contactaron con él, que los llevó hasta el aparcamiento del hotel Los Abetos, un establecimiento cerrado, ubicado en la N-121 (dentro del término municipal de Valtierra) y donde los condenados por el abuso sexual de los Sanfermines del 2016 cambiaron de coche y se subieron al vehículo de un familiar.
Sin embargo, el turismo en el que salieron de la prisión pamplonesa llevaba varias marcas que, al aparecer en las fotos y vídeos de los medios de comunicación, fue reconocido por algunos vecinos del municipio ribero, quienes, pensando que los miembros de La Manada habían recalado en la casa de este joven, fueron hasta la entrada para increparles, llegando incluso a romper una luna de su coche.
Ante la concentración de personas que se comenzó a formar delante de la casa en Cadreita, la Policía Foral tuvo que acudir al lugar para evitar que se produjesen altercados, ya que la madre de Matías salió a la calle para increpar vehementemente a los congregados que ella podía invitar a cenar a su casa a quien le diera la gana.
Sin embargo, los sevillanos nunca habían entrado en esa casa, y ni siquiera en el pueblo, sino que ya estaban rumbo a la capital andaluza, donde a las 7 de la madrugada, José Ángel Prenda entraba a su vivienda para comenzar la celebración por encontrarse en libertad con familiares y amigos.
Esta realidad desmiente rotundamente todos los bulos que han circulado este sábado por internet, desde que los tres condenados tenían previsto pasar la noche en el establecimiento rural La Casa de la Abuela, hasta que cenaran en un restaurante o pararan a tomar algo en un bar del municipio.
