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SUCESOS

El millonario robo a una joyería de Pamplona que terminó con los ladrones atracados

A principios de los años 80, cuatro ladrones se hicieron con un botín valorado en 13 millones de pesetas, pero veinte días después serían asaltados por otra banda.

Escaparate de una joyería.
Escaparate de una joyería.

Eran las 09.15 de la mañana cuando dos jóvenes, uno de ellos encapuchados y otro a cara descubierta, irrumpieron en la joyería Arrondo de la Chantrea.

En una silla detrás del mostrador, Francisco Arrondo, hijo del propietario, acaba de subir la persiana del negocio familiar y esperaba sentado la llegada de sus padres.

Lo que seguro que no entraba en sus planes aquel sábado 22 de enero de 1983 era convertirse en víctima de un millonario golpe perpetrado a punta de escopeta.

“Esto es un atraco”.

En cuestión de minutos, los dos cacos habían desvalijado el contenido de la caja fuerte y el escaparate. Pulseras, pendiente, sortijas, cadenas, medallas, horóscopos, chapas de identidad… Todo cuanto pudieron hasta que no quedó espacio en la bolsa de color verde que portaban con ellos. “A éste, ¿lo matamos a lo dejamos?”, espetó uno de los ladrones antes de darse a la fuga.

Desde la prensa se especuló con la cifra exacta del botín: el Diario de Navarra publicó que equivalía a 4 millones de las antiguas pesetas. El País fue más allá y aseguraba que los artículos robados alcanzaban los 13 millones de pesetas, lo equivalente a unos 300.000€ en la actualidad.

Sea como fuere, ninguno de los cuatro partícipes del robo, dos esperaban fuera para la huida, pudo disfrutar de aquel premio. En el trayecto a Barcelona, ciudad donde tenían previsto vender las joyas, fueron asaltados por otras seis personas, que consiguieron arrebatarles las alhajas.

El episodio se saldó con la detención por parte de la Jefatura Superior de Policía de Pamplona de once personas, las cuatro vinculadas al robo inicial de la joyería Arrondo y otras seis ligadas al segundo asalto.

No obstante aún hubo que añadir una nueva nota de acción a la operación. Tres semanas más tarde de las detenciones, uno de los arrestados logró escapar por una ventana de la Audiencia Provincial cuando prestaba declaración.

Cuando se encontraba en el juzgado número 1 solicitó acudir al número 2 para preguntar «si allí tenía algo pendiente». Así, al entrar a una de las dependencias del citado abrió una ventana y saltó a Yanguas y Miranda. Sería arrestado al día siguiente mientras paseaba Aranzadi dándose así por concluida la trama de uno de los más históricos atracos acaecidos en Navarra


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