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SOCIEDAD

Violencia en las aulas: 10 profesores en Navarra sufren agresiones sólo en los dos primeros meses de este curso escolar

Sindicatos y comunidad educativa reclaman al consejero Mendoza que deje de ignorar esta “inquietante” situación que afecta al profesorado de la Comunidad foral.

Varios alumnos escuchan las explicaciones de un profesor en una clase.
Varios alumnos escuchan las explicaciones de un profesor en una clase.

'Levantar la mano al profesor' se está convirtiendo en un problema más frecuente de lo que se cree y el sindicato independiente ANPE advierte que los casos que trascienden son solo la punta del iceberg.

Desde el inicio de las clases y hasta el pasado 24 de octubre de 2016, el departamento de Educación ha recibido el aviso de, al menos, ocho agresiones físicas y dos verbales a profesores que imparten sus clases en centros educativos navarros.

Pese a estas preocupantes estadísticas, ANPE denuncia que estas cifras no se corresponden con la realidad “inquietante” que vive el sector, ya que el propio departamento carece de un registro que aporte “datos fiables” en lo referido a las agresiones al profesorado.

“En la Educación en Navarra se produce una situación de tapar y ocultar lo que ocurre”, añaden desde el sindicato para reivindicar la “oscuridad” que envuelve a esta violencia en las aulas. Sin embargo, la falta de datos no sólo es un problema específico de esta comunidad.

También en el conjunto de España se encuentra esta carencia, al no existir “una sola base de datos que centralice las agresiones a estos trabajadores”.

Los datos navarros que, aunque no reflejan la totalidad, sirven para tomar una fotografía del momento arrojan que el pasado curso escolar 2015/2016, el departamento de Educación de Navarra recibió 39 avisos por agresiones a docentes o trabajadores.

De todos ellos, 21 se produjeron en un mismo centro y fueron provocados, según declaró el propio consejero en comisión parlamentaria, por dos alumnos con necesidades educativas especiales.

Pese a las explicaciones aportadas por Mendoza, se trata de una burbuja que crece de manera silenciosa, ya que este año las agresiones en solo dos meses son ya la mitad del total registrado durante el curso 2014/2015, con 20 avisos por violencia entre alumnos y profesores.

La “falta de rigor” en los datos del propio departamento, alertan desde el sindicato independiente, llega hasta tal punto que incluso se reflejan más agresiones físicas que verbales en las estadísticas.

Una muestra más del “descontrol existente” dentro del departamento respecto a esta cuestión y que refleja que la mayoría de insultos, amenazas y otras actitudes que boicotean las clases no son registradas.

En este sentido, el propio departamento echa balones fuera. El director general de Educación aseguró durante el pasado curso que “muchas veces a la dirección de un centro no le conviene comunicar una agresión y muchos docentes las soportan en silencio”.

A las faltas de respeto, insultos y agresiones físicas realizadas en los centros, se tiene que añadir un nuevo frente: las redes sociales.

“Es el elefante que está en medio de la habitación y que todo el mundo hace como que no ve”, señalan desde ANPE para advertir que en Navarra existen, por ejemplo, numerosos grupos de Whatsapp en los que “se escribe sobre los profesores de una manera difamatoria, intentando desacreditarles y convencer al resto de participantes en la conversación”.

PROTOCOLO DEFICIENTE Y UN GOBIERNO SIN RESPUESTAS

El servicio de prevención de riesgos laborales del departamento de Educación recoge a través de su web un protocolo que debe activarse cuando saltan las alarmas.

Sin embargo, el propio director general ya admitió el pasado curso que “no sólo tiene carencias sino que muchas veces es más un obstáculo que un facilitador”. No obstante, aún no se ha actualizado.

Así, en él se contemplan las diferentes tipologías que, por un lado, incluyen insultos, amenazas y conductas intimidatorias, y por otro, se muestran los pasos a seguir en el caso de una agresión física. También aparece detallado el proceso por si se produjeran daños materiales en el centro escolar.

Pese a la existencia de este protocolo, cuando un docente sufre una agresión, el sindicato ANPE asegura que el profesor entra en una especie de “laberinto” debido, en gran parte, “a una falta de coordinación en el departamento de Educación”.

En muchos casos, no se explica a qué sección debe acudir el docente agredido y se le pide que “complete documentos que dilatan la respuesta”. De hecho, son varias las voces dentro de la comunidad educativa que reclaman una “ventanilla única” que centralice las agresiones y que “pedir ayuda no sea tan desesperante” para el docente.

Precisamente es esa descoordinación la que hace que muchos de ellos acaben tirando la toalla y recurran a una baja, que en la mayoría de los casos se camufla como cuadros de ansiedad, depresión o afecciones musculares.


SITUACIONES DRAMÁTICAS

Estas situaciones prolongadas en el tiempo terminan con la fortaleza del docente y en el sindicato afirman haber atendido “cuadros de auténtica desesperación y situaciones especialmente dramáticas”.

Como solución, desde ANPE aportan diez propuestas que, sin coste económico alguno, podrían contribuir a mejorar la situación y, sin embargo, el departamento de Educación aún no las ha valorado y "ni mucho menos" han obtenido una respuesta del consejero Mendoza.

La inoperancia del departamento de Educación respecto a esta cuestión provoca que muchos docentes se sientan “ignorados” al “no tener un interlocutor eficaz”.

El sindicato relata que tras una comisión en el Parlamento denunciando estas “graves situaciones”, el Gobierno de Navarra se comprometió a crear unos grupos de trabajo que, a día de hoy, “casi no han tenido ningún avance porque la Administración apenas muestra interés”. Por eso, desde ANPE se preguntan si el consejero Mendoza creó estos grupos con el simple objetivo de “capear el temporal”.

Y si dar a conocer una agresión hacia el profesorado dentro del propio departamento de Educación es complicado, llevarlo a la vía judicial parece algo utópico. “El docente que se empeña en denunciar tiene, muchas veces, la sensación de que está haciendo algo malo”, añaden.

De hecho, algunos docentes han indicado que tras una agresión “se les desanimó en su intención de interponer una denuncia y se les recomendó resolver el asunto internamente”.

Por citar algún ejemplo, la Fiscalía de menores no actúo el pasado curso en el caso de un alumno que “insultó y pegó un empujón a un profesor delante de toda la clase”. Por eso, se pretende instar al área de Educación a que asista a sus empleados con un abogado y ponga los hechos en conocimiento de la Fiscalía.


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