Paula Pangua, una joven tafallesa de solo 22 años, acaba de volver de Comarruga. Pero las suyas no han sido unas vacaciones al uso. Esta estudiante de Medicina es voluntaria de ANFAS y ha acompañado a un grupo de usuarios de la asociación a disfrutar de unos días de descanso en la playa.
Este es el segundo año que participa en este programa vacacional. A Pangua ya le picó el gusanillo del voluntariado hace años. "De pequeña pertenecía a los scouts", rememora. Y a partir de los 15 años empezó a ir a campos de trabajo en verano con la parroquia. También ha realizado un programa de voluntariado en Sri Lanka (Asia).
Pese a que solo colabora con la asociación navarra en verano porque estudia en Madrid, el resto del año sigue muy concienciada con la urgencia de ayudar a los más necesitados. "Reparto bocadillos a los más necesitados", explica en relación a su labor en la capital española.
Y esa vocación por ayudar a los demás se traduce también en la profesión que ha elegido. De hecho, Pangua escogió estudiar Medicina porque entiende que es una forma de "ayudar a las personas, en el último momento, cuando más lo necesitan".
Durante esta época del año son muchos los voluntarios que colaboran con ANFAS para que las personas con discapacidad puedan disfrutar de la temporada estival. Además del programa de vacaciones participan en otras actividades. Por ejemplo, en el albergue para peregrinos que tiene la asociación en Estella o en los campamentos urbanos de Pamplona.
Entiende que, en un primer momento, decidir dedicar parte del verano a hacer voluntariado "puede dar algo de pereza". Sin embargo, ella repite una y otra vez: "Me llena". De hecho, en su tanda ha coincidido con otros voluntarios que han vivido la experiencia por primera vez: "El domingo se despidieron con mucha pena y aseguraron que había sido una experiencia muy buena", enfatiza.
El fin de esta iniciativa de voluntariado de ANFAS es que el personal voluntario apoye a los usuarios durante las vacaciones en aquellas tareas que les cuestan más. "Por ejemplo, les ayudamos en el baño o en la comida", ejemplifica Pangua. Y resalta que muchos de los que viajan son "muy independientes".
"Hemos hecho un vínculo muy bonito con todos ellos durante el viaje", comenta la voluntaria. Y se sorprende de haber sentido que los conocía "tan bien" en tan poco tiempo. ¿El momento más bonito que recuerda de esta experiencia? Esa noche en la que todos vieron juntos la película de 'Mama Mia!'. Es la película favorita de Pangua y sacó a relucir los sentimientos de los usuarios. "Verlos llorar con esa película me emocionó mucho", confiesa.
Durante una semana, usuarios y voluntarios han disfrutado de unos días de descanso en la playa. Pero en la programación del viaje no han faltado todo tipo de actividades. "También hemos estado en PortAventura y viendo el aquarium de Barcelona", indica. Y, además, el grupo ha disfrutado de los veraniegos paseos por Calafel, a solo cinco kilómetros de Comarruga.
No obstante, Pangua reconoce que en este tipo de viajes también se pasan momentos duros. "Al final, estás toda una semana fuera de casa y tienes que estar pendiente de todo", señala. Y, justo en esos instantes, es cuando más agradece el apoyo del resto de voluntarios. "Nos apoyamos los unos a los otros".
Por último, esta joven voluntaria manda un mensaje claro y contundente a aquellas personas que están pensando en seguir sus pasos: "Es una experiencia que tienes que probar una vez en la vida. Y ya si te llena, como a mí, sigues".
