• viernes, 19 de abril de 2024
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SOCIEDAD

De las bombas de Jarkov a la tranquilidad de Santesteban: "Es como una novela de Alejandro Dumas"

Tatiana, Galina, Inna, Angelina, Marina, Marta y sus hijos han huido de la guerra Ucrania para rehacer sus vidas en esta localidad navarra de 1.700 habitantes.

Tatiana, Inna, Mariana, Marta, Galina y sus hijos en Santesteban tras huir de la guerra y las bombas en Jarkov (Ucrania). GOBIERNO DE NAVARRA
Tatiana, Inna, Mariana, Marta, Galina y sus hijos en Santesteban tras huir de la guerra y las bombas en Jarkov (Ucrania). GOBIERNO DE NAVARRA

Tatiana, Galina, Inna, Angelina, Marina, Marta y sus hijo acaban de instalarse en Santesteban procedentes de Ucrania. En la localidad navarra, los más pequeños ya se han escolarizado mientras que sus madres intentar rehacer su vida huyendo de las bombas y la guerra.

Galina llegó hace dos semanas a esta población de unos 1.700 habitantes con su hijo Igor, de 11 años, y su hija Alexia, de 14, huyendo de las bombas de su ciudad, Jarkov, en Ucrania. Igor ha comenzado a estudiar en el colegio San Miguel, donde le han dado un ordenador del departamento de Educación y una libreta con un pequeño vocabulario de ruso-euskera y castellano. Su hermana Alexia, de 14 años, se ha escolarizado en el instituto de Educación Secundaria Mendaur.

El primer contacto con las aulas, al igual que Igor y Alexia, lo han vivido ya 175 niños y adolescentes ucranianos que desde que comenzó el conflicto están ya escolarizados en centros educativos de Navarra. De momento, según ha explicado Ernesto Domínguez, director de la escuela pública, se ha seguido el mismo procedimiento que aplican cuando se incorpora un alumno de forma tardía a mitad de curso. Además, en las escuelas públicas de Navarra existen también protocolos para la incorporación de estudiantes que no poseen la lengua de trabajo, ya sea el euskera o castellano.

"Parece que hoy todo ha ido bien y están contentos, pero luego hay que trabajar en el día a día", ha apuntado el director, que explica también cómo se hacen las evaluaciones de conocimientos, cómo están tratando de que Igor siga en parte las clases online que ha habilitado el Ministerio de Educación de Ucrania y el sistema mediante el cual, uno de sus compañeros de clase hará de 'embajador' o padrino para que todo vaya más rodado estos primeros días.

SOLIDARIDAD VECINAL

Igor, Alexia y su madre Galina son una de las tres familias que el pasado 14 de marzo recalaron en esta pequeña localidad de Malerreka, después de su salida de Ucrania, en concreto, Jarkov. En esta ciudad tenía el empresario guipuzcoano Fernando Sánchez una empresa de exportación e importación de aceite de girasol. "Ahora mismo no sé ya ni si existe la fábrica ni nada; han destrozado todo", explica Sánchez, que lleva haciendo negocios con el país eslavo desde hace 9 años cuando comenzó a importar caviar de Ucrania.

Su socio ucraniano le pidió ayuda para sacar a su familia de allí y decidió organizar mediante amigos y contactos. "Pensaba venir con tres personas, la mujer, el hijo y la suegra de mi socio y regresé con 17, cinco familias ucranianas".

Galina abraza a su hijo Igor a la salida del colegio público San Miguel de Santesteban. GOBIERNO DE NAVARRA
Galina abraza a su hijo Igor a la salida del colegio público San Miguel de Santesteban. GOBIERNO DE NAVARRA

Así, junto a Fernando Sánchez viajaron tal y como estaba previsto Anguelina -la mujer de su socio-, su hijo Alex, de 4 años, y Tatiana, la abuela de 58 años y suegra de su compañero de negocios. También, Inna, la prima de Tatiana, sus sobrinas Marta y Mariana con su hijo Maxim, también de 4 años; Galina y sus hijos, Igor y Alexia; y otras dos familias más, que finalmente tras pasar por Guipúzcoa y Navarra decidieron marcharse a Madrid.

Anguelina, la hija de Tatiana, es psicóloga al igual que Galina, que además trabajaba como profesora de yoga. Su tía Inna era secretaria en un parque de bomberos y atendía las llamadas de emergencia, Mariana era profesora de ucraniano en la escuela y su hermana, Marta, trabajaba en una agencia de turismo.

"Todas son muy inteligentes, todas teníamos profesiones buenas, una familia y un nivel de vida aceptable. Incluso diría que bueno. Ahora parece que el tiempo se ha parado, todo parece el mismo día desde que comenzó la guerra. Nunca pensé que fuese a estar aquí", explica Tatiana, contenta al saber que una de las jóvenes que llegó ya tiene una oferta de trabajo para emplearse en el restaurante Santamaría de Santesteban. El resto, en breve, recibirán unas charlas informativas del Servicio Navarro de Empleo para conocer su situación y cómo emplearse.

REUNIÓN CON EL CONSEJERO EDUARDO SANTOS

Hace unos días, además, estas tres familias ucranianas se reunieron en Santesteban con el consejero de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno de Navarra, Eduardo Santos; la directora general del Servicio de Acogida y Acompañamiento, Virginia Eraso; el director regional de Cruz Roja Navarra, Juan José San Martín; el presidente de la Mancomunidad de Malerreka, Jon Telletxea, y las responsables de los servicios sociales de la zona como Begoña Alberro.

Por su parte, Natalia Rekarte, alcaldesa de Santesteban y propietaria de la tienda de ropa infantil Kukuka, ha explicado que "una de las familias está alojada en uno de los pisos que tiene la Mancomunidad de Malerreka para servicios sociales, pero la otra está alojada en una casa que ha donado un particular, Luis Miguel Apezetxea".

Tatiana, que huyo de los bombardeos de Jarkov el pasado 24 de febrero, posa junto a su hija Anguelina y su nieto Alex, en los soportales de la iglesia de Santesteban. GOBIERNO DE NAVARRA
Tatiana, que huyo de los bombardeos de Jarkov el pasado 24 de febrero, posa junto a su hija Anguelina y su nieto Alex, en los soportales de la iglesia de Santesteban. GOBIERNO DE NAVARRA

Además, los vecinos y comerciantes de Santesteban han puesto un bote en la panadería y el supermercado Ruiz para que puedan comprar lo que necesiten. "A lo largo de la comarca hemos habilitado varios puntos de recogida de ropa, comida y bienes para la gente que está haciendo donaciones", ha detallado.

"Y ya se han organizado varias clases de castellano en la biblioteca, gracias a profesoras y maestros voluntarios", ha añadido Josemi Aranguren, encargado también de la acogida. Uliana, la hija de Jose Miguel, es de origen ruso y aunque tenía el idioma olvidado desde la infancia ha servido de enlace y traductora para estas familias; al igual que Denis, un joven ucraniano que desde hace años vive en Navarra y ofreció comidas gratis en el bar Bixen que regentan él y su madre.

Estas familias estuvieron acogidas de forma provisional los primeros tres días en el hostal Ameztia y también en casa de José Miguel, Ixabel y Uliana. "Por las tardes me voy con los chavales ucranianos de excursión al monte o a que conozcan otros sitios y no estén pegados al teléfono móvil porque se ponen todo el rato a ver imágenes de la guerra, las bombas y se ponen muy tristes", ha indicado Josemi.

"NUESTRA ALMA ESTÁ EN UCRANIA"

"Nos han tratado como una auténtica familia. La gente es muy amable aquí. No pedimos nada y las vecinas, la gente en la calle, nos dan de todo. Son encantadores. En nuestra región no hay montañas, no hay riachuelos. Aquí hay mucha tranquilidad. Yo había leído muchas novelas de Alejandro Dumas y ahora me parece estar en una de sus historias. Aquí estamos bien, pero nuestra cabeza, nuestro corazón y nuestra alma está allí", ha señalado Tatiana.

Según ha indicado, "todo el tiempo, hasta que pase la guerra, estaremos preocupadas, no podemos ser felices aquí". "La semana pasada murió el tío de Marta y Mariana. Todos los días nos llegan noticias de fallecidos, de personas que conocemos que han desaparecido. Lloramos cada día, lloramos con cada noticia que llega de nuestro país", ha relatado la mujer, que tenía una empresa de muebles con más de 10 empleados en Jarkov.

El marido de Inna trabajaba como transportista y carpintero en la empresa de Tatiana, él no está en el ejército, pero trabaja conduciendo un convoy humanitario: casi a diario hace el trayecto desde Jarkov hasta Kiev y la frontera con Polonia para llevar víveres a las ciudades asediadas. "¡Cómo vamos a estar tranquilas! No se puede dormir por las noches sabiendo que tu esposo está en esos caminos", ha compartido Tatiana.

El décimo día de la guerra, Tatiana hizo una maleta, metió en una bolsa todos sus documentos y se fue a buscar a su hija, a su nieto y a su prima Inna. Viajaron juntas hacia Lviv (Leópolis, en castellano) cerca de la frontera del país. Allí se alojaron con unas parientes, Marta y Mariana.

Tras ser bombardeada también esta población, Marta, Mariana y su hijo Maxim; al igual que Galina y sus hijos decidieron también irse de Ucrania junto a Tatiana y su familia. Ahora, casi un mes después, Alex sigue con muchos problemas para dormir. "Llora y grita mucho, reclama también a su padre que sigue allí, en Ucrania", ha explicado la abuela, que añade que "ha empezado a hablar de nuevo e incluso a sonreír".


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