• viernes, 29 de marzo de 2024
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REVISTA

El sacerdote José Aumente lleva los sacramentos a las ferias y circos ambulantes

Aumente es el director de uno de los departamentos más desconocidos de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el de Ferias y Circos.

El sacerdote José Aumente lleva los sacramentos a los circos (EP).
El sacerdote José Aumente lleva los sacramentos a los circos (EP).

El sacerdote español José Aumente es el director de uno de los departamentos más desconocidos de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el que se dedica específicamente a Ferias y Circos es decir, a llevar los sacramentos a todo tipo de artistas ambulantes que, como él mismo explica, carecen de diócesis.

Improvisando altares sobre la pista del albero, Aumente acude por demanda a cualquiera de los 40 circos que operan en España para atender todo tipo de necesidades: bodas, comuniones, bautizos, confesiones o simplemente, bendición de instalaciones como el cañón del hombre bala o el trapecio de la estrella de la función.

"No caemos en la cuenta de que por haber nacido en una determinada ciudad o pueblo, tenemos una parroquia, unas campanas, un cura, unos amigos, una escuela o un bar pero el circense no tiene diócesis. La gente con la que se encuentran hoy, mañana desaparece de su vida. Por eso, al menos, intentamos que la Iglesia se haga presente", explica Aumente.

La semana pasada viajó a Bermeo (Vizcaya) para celebrar un bautizo, seis primeras comuniones y tres confirmaciones en el Circo Italiano, el de los hermanos Rossi. En un momento, convirtió la pista por la que unas horas antes rodaban bicicletas y monociclos en un altar improvisado utilizando los tapices itinerantes que siempre lleva consigo. En esta ocasión, la Virgen, los discípulos de Emaús y Cristo crucificado aportaban el toque sagrado a la carpa azul y blanca, y unas plantas estratégicamente colocadas recreaban el recogimiento de un altar convencional.

De hecho, salvo por lo pintoresco del entorno, la misa discurre como cualquier otra. El sacerdote lleva consigo todo lo necesario: el cáliz, la patena -plato en el que se coloca la forma consagrada- y un recipiente grande que hace las veces de pila bautismal y que dispone a su alrededor mientras los artistas, vestidos de 'civiles', aguardan con respeto. "Saben a lo que vienen, no por ser el circo hacemos circo, saben que es muy serio y gozoso lo que se va a hacer", explica Aumente.

Más difícil es que se celebre en domingo, ya que las funciones suelen tener lugar los fines de semana en horarios de mañana y tarde. Por este motivo, Aumente oficia los sacramentos de martes a jueves, aunque a veces coincide su visita con algún pase y él se acomoda entre el público. "El otro día en un pueblo de Barcelona me quedé a la función y si empezaba a las 17,00 horas, ellos comenzaron a maquillarse y arreglarse a las 15,30 horas. Necesitan mucho ensayo y preparación", destaca.

EL CAÑÓN BENDITO

Dice que los circenses suelen ser personas "muy creyentes" y a la vez "sencillas" y recuerda una anécdota de su visita al último circo, cuando el hombre bala le pidió que bendijera su cañón, del que en otros tiempos salía disparado su padre. "Empezó a enseñármelo y tenía un rosario colgado de la boca del cañón. Me dijo: 'Siempre me acompaña el Señor'", cuenta.

Aumente lleva toda su vida atendiendo a la gente del Circo, no solo les imparte los sacramentos sino que comparte sus celebraciones, sus alegrías y sus penas. El pasado jueves, tras el bautizo, las comuniones y las confirmaciones en Bermeo, disfrutó con ellos del banquete. Otras veces, le han ofrecido una caravana para dormir. Por unas horas, se convierte en uno más de la familia.

También les acompaña cuando atraviesan momentos de dificultad que últimamente son habituales en los circos ya que les ha afectado mucho la crisis. "Algunos han desaparecido e incluso uno que nació el año pasado no terminó la temporada", lamenta. Otros han tenido que cancelar números con animales por prohibiciones municipales.

En cualquier caso, los equilibristas, acróbatas, forzudos, malabaristas, payasos, tragafuegos, domadores y hombres bala tendrán que seguir levantándose cada mañana para ensayar, arriesgar su vida y sacar muchas sonrisas porque, con sacerdote o sin él, el espectáculo debe continuar.

"El mundo del circo es muy desconocido pero es muy gozoso, da muchas satisfacciones. No entenderíamos cómo es posible todas las semanas levantar, volver a construir. Haga frío o calor, llueva o no llueva, el circo tiene que hacer el camino, hay que ofrecer la función", reflexiona Aumente. Y mientras haya circo, circenses y función, tendrá que haber un cura igual de ambulante que ellos, que les asista.


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