La ONU concluyó el pasado agosto que los ataques del estado birmano de Rakáin contra esta minoría étnica que ahora sobrevive, era un genocidio internacional.
El pasado lunes 27 de agosto, la ONU ocupó todos los titulares de la prensa internacional al concluir que "existían elementos del 'genocidio intencional' en la operación militar efectuada hace un año en el estado birmano de Rakáin (oeste) contra los rohingya, minoría étnica huida y refugiada en decenas de campos de refugiados de la vecina Bangladesh".
Si bien el “juicio” se emite ahora, en pleno verano, los eventos se remontan a hace años. Uno de los más recientes ocurrió en agosto del año pasado, cuando el Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ARSA) protagonizaba un ataque organizado a cuerpos de la autoridad y militares en la zona. "El golpe traería consigo una nueva campaña militar de contención. Por entonces ya habría alrededor de 700.000 rohingyas a la fuga, desesperados por encontrar asilo", detallan desde la ONU.
Además del despliegue militar, la ONU explica que hay otras medidas políticas que han llevado a juzgar este evento de genocidio y a elevar su categoría a internacional. Entre otros, la Organización apuntaba aquel 27 de agosto en su comunicado oficial a la existencia "de un contexto opresivo más amplio y de una retórica del odio como factores que habrían contribuido sobremanera a aislar a esta minoría musulmana".
Por todo ello, las Naciones Unidas nombran responsables y lista acciones militares concretas de altos mandos en activo que han contribuido "al aislamiento, éxito y persecución violenta de los rohingya".
De entre el listado de responsabilidades, la ONU destaca a Min Aung Hlaing y a su número dos, Soe Win, aunque afirman que la búsqueda "se extiende hasta los más altos cargos de casi todas las disciplinas militares (tierra, mar y aire)".
Entre otros, señalan al Teniente general Aung Kyaw Zaw; al responsable del Mando Militar de la Región Occidental, general Maung Maung Soe; al general de brigada de la 33a División de Infantería Ligera, Aung Aung; y a su homólogo de la 99a División de Infantería, Than Oo.
"La prensa internacional no solo critica las personalidades del listado sino que acometen contra la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, líder birmana, por no intervenir para acabar con la violencia", continúan.
Según la ONU, San Suu Kyi "no ha utilizado su posición como jefa de gobierno de facto, ni su autoridad moral, para cortar o prevenir el desarrollo de eventos en Rakhine".
"El desenlace más directo pide que sea el Consejo de Seguridad de la ONU quien refiera el caso a la Corte Penal Internacional (CPI) o que se cree un tribunal internacional penal 'ad hoc' para juzgar los crímenes cometidos por las Fuerzas Armada contra la minoría rohingya", sentencian.
A la espera de la resolución de este crimen contra la humanidad, las ONGs solidarizadas con los refugiados recuerdan "la importancia de la ayuda humanitaria para hacer posible la supervivencia de los cientos de miles de refugiados en los campos y que el conflicto todavía se halla lejos de su resolución final".
"Los minoría rohingya sigue todavía desplazada, bajo unas condiciones de vida penosas y necesitan de nuestra ayuda para hacer posible su supervivencia", concluye la ONU.
