• martes, 19 de marzo de 2024
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SOCIEDAD

La pandemia también pasa factura a los repartidores de comida en Navarra: "El que es pobre, más pobre será"

A raíz de la pandemia, muchas personas se quedaron sin trabajo en marzo y recurrieron a convertirse en autónomos y dedicarse a repartir pedidos. 

Repartidores de comida a domicilio de la empresa “Glovo” recorren las calles de Pamplona llevando pedidos. PABLO LASAOSA
Repartidores de comida a domicilio recorren las calles de Pamplona llevando pedidos. PABLO LASAOSA

El reparto de comida a domicilio en Navarra era, hasta hace un par de años, algo anecdótico. El avance de la tecnología trajo consigo en noviembre de 2018 la reinvención de un servicio con el que hasta aquel momento solamente contaban algunas cadenas de comida rápida, y tan solo dos años después, Pamplona cuenta con cuatro de las aplicaciones más conocidas para poder disfrutar en casa de comida a domicilio: Glovo, Just Eat, Uber Eats y Deliveroo. 

Por su parte, la pandemia del coronavirus ha supuesto una crisis a nivel sanitario, pero también económico y social. Muchos trabajadores perdieron el pasado mes de marzo su puesto y se han visto obligados a adaptarse. Por ello, en los últimos meses, muchas de estas personas han decidido dedicar su tiempo a trabajar como ‘riders’ (repartidores). 

Las restricciones para frenar la curva de contagios en Navarra llevan ya más de un mes castigando a la hostelería navarra y la recogida de pedidos en el local y los envíos a domicilio son la única cuerda floja a la que se han podido agarrar, aunque durante las primeras semanas se limitó el horario hasta las 21 horas. 

Es habitual ver a 'riders' en las puertas de los locales de hostelería de las cadenas de comida rápida esperando con sus enormes mochilas para recoger algún pedido. Según afirman ellos mismos, desde que comenzó la pandemia, la demanda de pedidos no ha compensado por el aumento de repartidores.

Álex trabaja como repartidor desde hace dos años, es de Pamplona y cuenta que, aunque dedica “unas 60 horas a la semana”, actualmente está “trabajando bastante menos” y, en consecuencia, “facturando mucho menos”.

Todos ellos son autónomos y ganan, de media, entre 4 y 6 euros brutos por pedido entregado, según una análisis efectuado sobre las cuatro plataformas que operan en la capital navarra. A sus ingresos tienen que descontarle la cuota de autónomos y los gastos de sus movilidad (gasolina, reparaciones etc). Se trata de un sistema de trabajo puesto en duda por los tribunales, que en las primeras sentencias consideran irregular este formato por ser falsos autónomos (trabajan para la misma empresa). 

En los últimos meses, debido a la incorporación de nuevos ‘riders’, desde la empresa han restringido las horas que cada uno puede repartir: “En Pamplona ha entrado muchísima gente. Ahora nos tienen acotadas las horas, están restringidas para que los chicos nuevos que se han incorporado puedan trabajar”, cuenta el pamplonés.

Un repartidor de comida en domicilio guarda el pedido en su mochila. PABLO LASAOSA

Armando es venezolano, lleva cuatro meses trabajando para una de estas empresas y utiliza su patinete eléctrico para desplazarse 

Este hombre trabaja durante el día en un supermercado, por lo que solamente puede dedicar dos horas por las noches a hacer repartos:  “Aquí gano al mes unos 450 euros que se me quedan en 100 por los gastos, tengo que pagar una cuota de 270 euros de autónomo y prácticamente trabajo para pagar eso”, declara.

“Esperemos que este virus se vaya rápido porque lo único que va a causar es pobreza. El que es pobre, más pobre será”, alega.

Desde que el servicio de reparto a domicilio llegó a la capital navarra, Joseph, natural de Camerún, trabaja como ‘rider’: “Durante el primer estado de alarma trabajé porque mi objetivo es ayudar a la gente que lo necesita”, dice.

Además, afirma que es un trabajo como cualquier otro: “En España hay mucha gente que no quiere trabajar y piensan que el dinero cae del cielo. Yo he trabajado en la obra y hay que sudar para llevar algo a casa y esto es algo que hay que meterse en la cabeza. Cuando empiezas es como en cualquier trabajo, ganas poco, pero si persistes al final acabas progresando. Ganas lo que trabajas”, defiende este hombre.

Cuando ya va terminando la jornada, mucho repartidores que se juntan en el paseo de Sarasate hablan de cómo les ha ido del día y de la cantidad de trabajo que han tenido, y mientras esperan los pedidos, se despiden de uno de ellos que se marcha en bicicleta: “¡Buen reparto!”. “¡Gracias e igualmente!” responde mientras se aleja.


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