• viernes, 19 de abril de 2024
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SOCIEDAD

Médicos, profesores o policías: así son las más de 500 agresiones anuales a profesionales en Navarra

Los conductores de villavesas también han denunciado recientemente más de 8 situaciones similares de violencia contra ellos. 

Médicos, policías, profesores y conductores de villavesas, entre las profesiones con más agresiones en Navarra.
Médicos, policías, profesores y conductores de villavesas, entre las profesiones con más agresiones en Navarra.

Un total de 563 profesionales de la medicina, la educación y la policía fueron agredidos física o verbalmente el pasado año en Navarra, una violencia que no siempre se denuncia y que ha emergido tras las quejas en 2017 de ocho conductores de las "villavesas".

Los datos aportados por la Policía Foral, el Departamento de Educación y el Colegio de Médicos de Navarra revelan que el año pasado se denunciaron 63 agresiones a médicos, la mayor parte registradas en el Complejo Hospitalario de Navarra.

Los educadores agredidos fueron 37, treinta por los propios alumnos, mientras que los agentes de la Policía Foral denunciaron 463, de las cuales 128 fueron físicas.

El problema es que en la mayoría de estos casos las cifras no son ajustadas, ya que muchos de los que las sufren no llegan a dar el paso de denunciar.

El psicólogo granadino David Ramírez, y el psiquiatra bilbaíno Fernando Sarráis coinciden, en que, en muchos casos, los agredidos sienten vergüenza, miedo e incluso tienden a sentirse culpables de lo ocurrido.

"Muchos tienden a normalizar la agresión porque sienten que es su trabajo, pero esas cosas no se pueden normalizar. Se necesitan denuncias para frenar esas conductas en los agresores, que a veces no afrontan su enorme problema de control de impulsos o agresividad excesiva porque nadie ha sido capaz de frenarlos", explica Ramírez.

Sarráis destaca que, además, las "víctimas de violencia continuada pueden padecer trastornos de ansiedad, estrés o depresión", y por eso es esencial el "apoyo de otros ciudadanos" para que no se sientan infravalorados, a lo que Ramírez añade que "hay que fomentar un ambiente de compañerismo en el que el trabajador no se sienta desprotegido".

Desde la Policía Foral reconocen que, aunque no se acostumbran a este tipo de comportamientos, sí que terminan aceptándolo como parte de su trabajo, y aseguran que, desafortunadamente, para ellos estas situaciones no son excepciones pues "son la generalidad".

"Tienes que tener mucha paciencia y mucha mano izquierda en estos casos", explican, y añaden que "no siempre", pero a veces los insultos y las faltas de respeto son más habituales hacia las mujeres policías pues las consideran más "débiles" y les propinan insultos como "tú eres tía y te puedo dar una hostia que te arranco la cabeza", relatan.

"En otros casos estás interviniendo con una persona por el tema que sea, y viene otro que no tiene nada que ver y comienza a increparte. La gente tiende a hacerse abanderado de las causas sin saber qué es lo que realmente ha ocurrido", señalan.

Los expertos, cuestionados acerca de las causas por las que las personas sin motivo aparente agreden a un trabajador, señalan como una posibilidad la "baja tolerancia a la frustración y el escaso autocontrol".

Ramírez argumenta que "si tratamos de evitar la frustración por encima de todo en nuestros hijos, no estaremos educándoles de manera que aprendan a superarse y a tolerar situaciones adversas". "De esta manera, el niño no pensará, no se esforzará, no aprenderá, y tampoco desarrollará estrategias de resolución de problemas", agrega.

Sarráis coincide y precisa que a estas personas la negación les produce una "intensa frustración e ira, y con la violencia intentan conseguir lo que desean o, al menos, hacer sufrir también a la persona que con su negativa les está produciendo sufrimiento".

Siguiendo con esta teoría, desde la Policía Foral relatan un episodio en el que, "cuando acudieron a detener a un hombre por malos tratos, la mujer que tenía toda la boca ensangrentada a causa de los golpes, le mordió a un compañero en el bíceps y le rasgó la piel". "La mujer no quería que nos lo llevásemos aunque le hubiese golpeado", explica.

Sarráis señala como otro posible causante de estas agresiones el "consumo de sustancias químicas que disminuyen el autocontrol como son el alcohol, los porros y las drogas estimulantes y alucinógenas que pueden producir vivencias psicológicas de tipo paranoide".

Ramírez añade que "presentar algún trastorno mental o trastorno de la personalidad también puede predisponer más a este tipo de reacciones violentas".

La Policía Foral menciona que, precisamente, las intervenciones en centros sanitarios son "unas de las más difíciles" ya que cuando pacientes de psiquiátricos se desequilibran por alguna razón "con la medicación o con lo que sea", "nunca se sabe". "Cogen palos o desmontan la cama, y te esperan con el subidón", señala.

"Una vez, un paciente logró quitarse la vía y se la clavó dos veces a una compañera", relata. "Además, tocó el caso de que tenía algún tipo de enfermedad y ella estaba dando el pecho. Tuvo que dejar de darlo y empezar a tomar retrovirales", añade la Policía. 


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