• viernes, 19 de abril de 2024
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SOCIEDAD

Nervios y tensión entre los opositores a bomberos de Navarra: “No son enemigos, son compañeros que te pueden salvar la vida”

Un total de 350 candidatos se han enfrentado al examen, tras el que deberán pasar pruebas físicas y una evaluación psicotécnica para convertirse en uno de los 15 elegidos.​

Prueba teórica de la oposición convocada para 15 plazas en el servicio de Bomberos de Navarra. PABLO LASAOSA 06
Prueba teórica de la oposición convocada para 15 plazas en el servicio de Bomberos de Navarra. PABLO LASAOSA

9.30 horas de la mañana de este domingo. En medio de madrugadores runners, gente mayor que sale a pasear y algún que otro aficionado a la fotografía, el campus de Arrosadia de la UPNA se despierta con una multitud de resoplidos. Entre esos resoplidos, algún cuchicheo, un suspiro, notificaciones de mensajes de WhatsApp que desean suerte y una caminata sin rumbo fijo de un lado para otro buscando aliviar los nervios. Aspiran a ser bomberos, pero este domingo son ellos los que están que echan humo.

Algunos de ellos esperan de pie; otros han apostado por estar sentados. En ambos grupos se observan temblores de piernas. José, pamplonés de 39 años, agradece la compañía: “La conversación me viene bien para relajarme un poco”. Ha perdido su trabajo hace un mes, pero la idea de ser bombero le rondaba por la cabeza desde hace un tiempo. Al fin y al cabo, “es el trabajo que siempre he querido tener”, reconoce.

Sin embargo, no se ha decidido hasta ahora, cuando ha visto los requisitos y ha pensado que este año era el suyo. Es su primer intento y ha preferido probar por primera vez en Navarra, su tierra natal. A su juicio, 15 son pocas plazas, pero está convencido de que hay opciones de conseguirlo a la primera. Aunque sólo ha podido prepararse durante tres meses, piensa que está preparado para intentarlo y conseguirlo.

"LOS DEMÁS NO SON RIVALES, SON COMPAÑEROS QUE TE PUEDEN SALVAR EN EL FUTURO"

José mira a los lados, pero se le ve más tranquilo que a los demás. Al ser preguntado por el resto de candidatos, es franco: “Para mí no son enemigos, son compañeros que te pueden salvar la vida en un futuro”. Sin embargo, se queja un poco por el examen teórico, lo que considera la fase más difícil del proceso de selección. “Hay demasiado temario, muchísimas preguntas. Es imposible abarcar tanto”. Y es que los opositores se enfrentan a 150 preguntas sobre Legislación e Historia de Navarra, Salvamento y Extinción de Incendios, Geografía Aplicada y Conocimientos técnicos.

Ismael tiene 36 años, viene de Toledo y lleva seis meses en el paro. A diferencia de José, no es la primera vez que lo intenta. Ya ha probado suerte en La Rioja, pero ahora lo intenta en la Comunidad foral. Antes ha sido vigilante de seguridad, aunque siempre le ha gustado la idea de ser bombero, algo que, añadido a su pasión por el deporte, cree que le hacen ser un buen candidato para conseguir la plaza. Además cree que este año viene mejor preparado que cuando se presentó en las oposiciones en Logroño. “Vengo con la ilusión de conseguir la plaza, aunque somos muchos. Pero si no lo consigo, volveré a intentarlo”.

Miguel viene de Tudela. Tiene 32 años y aunque lo ve difícil, cree que merecía la pena intentarlo. Su actual trabajo (prefiere no indicar cuál) le ha dificultado compaginar el empleo con el estudio y la preparación física. Con todo, considera que tiene opciones porque tiene lo que más necesita un bombero: “Sentido común y rapidez – que no precipitación, advierte – en la toma de decisiones”. En su opinión, si no lo consigue este año, se habrá llevado, al menos, la experiencia de haber hecho ya una vez el examen. Pero protesta: “Hoy también está haciendo las pruebas en Vitoria y allí les ha salido gratis presentarse y aquí hemos tenido que pagar casi 30 euros. No es mucho, pero no entiendo porque allí es gratis y aquí no”.

8 AULAS, 350 ASPIRANTES, 15 PLAZAS

Las puertas del Aulario se abren pocos minutos antes de las 10. Miguel se levanta con cierta prisa. Entre los empellones de la gente, los amigos que han venido se desean suerte. Todo el mundo va un poco desorientado. “Es demasiado temprano”, protesta alguien entre el gentío. La gente se amontona ante los corchos con los listados de la gente y las aulas que les corresponden. Un guardia de seguridad comenta a su compañero de faena: “Van como pollos descabezados. No escuchan”.

La gente empieza a subir las escaleras rumbo a las aulas. Allí esperan de nuevo a ser llamados en alguna de las ocho clases habilitadas para realizar la prueba. Algunos suben con cara de cordero llevado al matadero. Arriba vuelven a aparecer las caminatas sin sentido, los temblores de piernas y algunas gotas de sudor frío. Y comienzan los llamamientos: Jon, Elizalde, Carlos, Miguel, Hernández, Nerea, Orozco, Íñigo...

Por delante, tres horas de examen. 350 personas (de los 643 aspirantes convocados, 293 ni se han presentado a esta primera criba) que aspiran a ser uno de los 15 elegidos para ocupar nuevas plazas. Después vendrán las pruebas físicas y, por último, una fase más que consitirá en una entrevista personal y una evaluación de las capacidades psicotécnicas de los candidatos.

“Que Dios reparta suerte”, murmura un hombre al ser llamado para esta primera etapa de un largo camino por recorrer.


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