• viernes, 19 de abril de 2024
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SOCIEDAD

El número de menores en desprotección acogidos por familias navarras crece en los últimos años

El subdirector de Familia y Menores achaca el aumento a "una mayor detección" y a "un efecto de la crisis económica".

Campaña "No hay nada más frágil que un menor sin la protección de su familia" del Gobierno de Navarra.
Campaña "No hay nada más frágil que un menor sin la protección de su familia" del Gobierno de Navarra.

Un total de 252 menores en situación de desprotección en Navarra vivieron acogidos por familias en 2015, cuatro más que en el año anterior. Desde 2013, cuando se contabilizaron 244, ha habido "un crecimiento constante" en el número de niños que han tenido que ser separados de su familia de origen y han pasado a vivir en otra.

Así lo ha destacado el subdirector de Familia y Menores del Gobierno de Navarra, Mikel Gurbindo, quien ha explicado que estos menores, en situación de desprotección, están bajo la guarda de la Administración foral porque han tenido que ser separados de sus padres tras haber sufrido abusos, abandono, o maltrato físico o emocional, y han visto desatendidas sus necesidades vitales.

Salvo algún año, el número de menores acogidos por familias en Navarra ha ido creciendo desde 2008, año en el que se contabilizaron 227. Así, en 2009 y en 2010 hubo 242 niños en esta situación; en 2011, 247; en 2012, 246; en 2013, 244; en 2014, 248; y en 2015, 252.  La diferencia es mayor si se compara con el año 1999, cuando se derivaron a otras familias 150 menores.

Gurbindo ha indicado que este aumento se debe a diferentes factores. Entre ellos, ha destacado "una mayor detección" de casos de desprotección y "el efecto de la crisis económica" de los últimos años, que "ha podido generar problemas familiares" e influir en "la capacidad protectora de los padres".

La separación de la familia de origen, según ha indicado Gurbindo, se produce a raíz de la retirada de la tutela a los padres, algo que se da tras una "valoración profunda" ante una situación "muy grave, como el abuso sexual". En el caso de que se detecte una desprotección muy grave pero no sea necesaria la retirada de la tutela, se trabaja con un programa de intervención familiar para que no se produzca la salida del menor del domicilio, ha apuntado.

Los niños que son separados de sus padres son derivados a un acogimiento familiar o residencial. Gurbindo ha insistido en que la ley dice que para el menor es mejor vivir en un entorno familiar y, en este sentido, ha indicado que desde la subdirección de Familia y Menores se intenta que estos niños vivan con su familia extensa, es decir, con la que tengan parentesco, por ejemplo, los abuelos. Sin embargo, esto no siempre es posible, por lo que en ese caso, se busca para el menor una familia ajena.

El pasado año 217 familias acogieron a uno o más niños en esta situación, tres más que en 2014. De ellas, 145 guardan parentesco con los menores, mientras que 72 son ajenas. En  este momento, según Gurbindo, sólo son necesarias familias acogedoras para menores con necesidades especiales que se encuentran en centros residenciales. Para el resto, "las necesidades están cubiertas", aunque si hay solicitudes, "se recogen y se valoran".

La cifra de familias ajenas que colaboran en el programa de acogimiento familiar también se ha ido incrementando en los últimos años. Así, han pasado de 28 en el año 1999 a 72 en 2015. Algunas de ellas, al igual que las extensas, se han hecho cargo de dos o tres hermanos. Además, el pasado año estos niños vivieron con 145 familias con las que tienen parentesco, once más que en 2014 (136) y 52 más que en 1999 (93).

   Un entorno familiar es, según Gurbindo, el contexto más aconsejable para estos menores, aunque no siempre es posible. Así, ha explicado que si el niño tiene menos de 3 años la ley obliga a derivarlo a una familia de acogida y si tiene entre 3 y 6 años es recomendable esta opción y se intenta "por todos los medios".

En el caso de menores de más de 6 años, si no es posible el acogimiento familiar, se lleva a cabo uno residencial, en un piso funcional de protección que se equipara a una unidad familiar en un contexto urbano, con educadoras y un plan de intervención. Los niños de más de 12 años que pueden presentar conducta agresiva se derivan a un acogimiento residencial, más desligado de lo que es una comunidad de vecinos, según ha expuesto Gurbindo, que ha informado de que en 2015 se contabilizaron unos 250 menores en pisos y residencias de este tipo.

DURACIÓN DE LA ACOGIDA

En cuanto al tiempo que dura la acogida, estará condicionado por las circunstancias del niño y su familia. En función de ese periodo, existen tres modalidades de acogimiento familiar: de urgencia (por un periodo de seis meses), temporal (previsto para un máximo de dos años) y permanente.

El acogimiento de urgencia, según ha explicado Gurbindo, se da cuando "un bebé o un niño de 1 o 2 años está en una situación de desamparo ante una sospecha de maltrato, por ejemplo, y se le aparta del domicilio cautelarmente". Así, el menor es acogido por una familia mientras se realiza la valoración de la situación porque "no es adecuado llevarlo a un recurso asistencial".

En la acogida temporal se prevé un máximo de dos años porque se prevé la reunificación familiar o porque se valora otra medida más estable. Por último, la permanente se constituye cuando no existe previsión de retorno al núcleo familiar de origen y es necesaria la integración estable en otra familia.

REQUISITOS DE LAS FAMILIAS ACOGEDORAS

Por otro lado, el subdirector de Familia y Menores ha expuesto que las familias interesadas en acoger temporalmente a un menor en situación de desprotección deben pasar por "un proceso de valoración", ya que es necesario que cada niño viva en "una estructura familiar adecuada". "No es un derecho de las familias, sino de los menores, por lo que la familia no elige al menor, se elige a la familia para el niño", ha subrayado.

Desde esta subdirección se indica que "es importante la disposición a cuidar, temporalmente, a estos niños, sin juicios de valor, respetando la historia del menor y de su familia". Además, destacan que es necesaria "la aceptación del acogimiento por parte de todos los miembros que componen la unidad familiar de acogida, así como la disposición a favorecer la relación del menor con su familia de origen y, aceptar y colaborar en el retorno cuando sea lo aconsejable para el menor".

Asimismo, se requiere "flexibilidad y capacidad educativa y organizativa en la crianza y capacidad para promover la vinculación y una actitud comprensiva de las conductas disfuncionales que manifieste el niño". En este sentido, destacan que "la separación del contexto sociofamiliar es vivida por los menores como abandono, con mucha angustia, miedo, incertidumbre y dolor".

DOS NUEVAS MODALIDADES

Gurbindo ha puesto de relieve, por otra parte, que en la actualidad se está estudiando poner en marcha dos nuevas modalidades de acogimiento. Según ha informado, aún no están puestas en marcha, sino que se encuentran "en proceso de licitación".

Se trata, por un lado, del acogimiento en familia ajena especializado, que se podría dar si alguno de los miembros de la familia dispone de cualificación, experiencia y formación específica para desempeñar esa función respecto de menores con necesidades o circunstancias especiales con plena disponibilidad. Percibiría por ello la correspondiente compensación económica, sin suponer en ningún caso una relación laboral.

El segundo nuevo modelo sería el acogimiento profesionalizado, que consiste en la misma situación anterior, del acogimiento especializado, pero con una relación laboral del acogedor con la entidad pública.


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