• viernes, 29 de marzo de 2024
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SOCIEDAD

Cena de Nochebuena en una residencia de Pamplona: mesas individuales y las rutinas de todos los días

La residencia El Buen Pastor de la capital navarra acoge a 14 sacerdotes jubilados y a 4 hermanas que los cuidan y así celebran una jornada tan especial. 

Agustín(d) bendice la mesa antes de la cena de Nochebuena. PABLO LASAOSA
Cada comensal tiene su mesa individual. Agustín Elizalde, a la derecha, bendice la mesa antes de la cena de Nochebuena. PABLO LASAOSA

Una Nochebuena diferente, una noche recogida entre el silencio y la oración, con distancias. La familia en la Residencia de El Buen Pastor de Pamplona son los propios residentes, casi todos sacerdotes jubilados junto a las hermanas que les cuidan y ayudan en su día a día. 

No es un sitio como cualquier otro. Se respira paz y una calma especial, que parece, hoy en día, sacada de otro mundo, ajena al bullicio de la calle en la tarde de Nochebuena

Esta residencia, construida por Víctor Eusa y decorada con humildes toques navideños, alberga a 14 sacerdotes ya retirados y mayores de 80 años junto a 4 hermanas de Guatemala. Con una larga historia, fue convento de mercedarias, seminario, cuartel en tiempo de guerra y seminario menor. Ahora, y desde 1954, es un retiro sacerdotal.

Junto a ellos acudimos a compartir las horas previas a la cena de Nochebuena de un año marcado por el coronavirus, que también ha modificado sus hábitos, aunque se mantiene la rutina de cada día. Reciben Misa temprano, a las 8.30. Media hora más tarde desayunan todos juntos. La comida se sirve a las 13.30 y la cena a las 20.30. No hay nada obligatorio, cada persona es libre de acudir a cada una de las citas programadas en la residencia.

Esta Nochebuena, el arzobispo de Pamplona tenía planeada acompañarles para cenar y oficiar después la Misa del Gallo, pero las medidas sanitarias recomendaron que Francisco Pérez no acudiera para mantener también la seguridad de todos. 

Antes de la cena especial, todos acuden a la celebración adelantada para favorecer el horario.

El primer sacerdote en llegar a la humilde capilla es Cesáreo Espinal, ayudado de una de las hermanas. Cesáreo es un magnífico organista de Tafalla que, con 98 años, ya no puede seguir apretando las teclas para hacer sonar la música del órgano para las misas. Tras el, poco a poco comienzan a entrar los demás sacerdotes a ocupar los bancos del templo que tienen dentro de la residencia.

5 minutos más tarde y extremadamente puntual, Agustín Elizalde, director de la residencia, sale de la sacristía para iniciar el oficio de la Misa.

En el tercer banco, un sacerdote entona un villancico para comenzar con el oficio de Nochebuena, que en vez de las 12 de la noche, lo celebran a las 19.30. Los demás le siguen, unos más alto, otros más bajo, pero cada uno aporta su granito de arena.

Las hermanas, presentes en la Misa, han colocado el Belén en la capilla. Un belén vertical y con luces, de todos los colores. Cuidan a cada minuto de los sacerdotes mientras escuchan el sermón de Agustín, les acomodan las mascarillas y les ayudan en lo que precisen. 

Durante la comunión, los sacerdotes que pueden caminar sin dificultad se acercan al altar y a los que no, Agustín camina por la capilla dándoles la comunión. Al término de estos, las hermanas se acercan también para recibir el Sacramento.

Uno de los sacerdotes entona una canción en euskera. Los demás escuchan atentos los cánticos de este veterano

Cuando termina la Misa, todos acceden al comedor para la cena de Nochebuena, donde hay 14 mesas individuales y separadas decoradas con manteles navideños y una vela que va encendiendo una de las hermanas

Loli, cocinera, que lleva 14 años trabajando en la residencia, ha preparado la cena. Un poco de jamón, sopa y almejas es el menú para esta Nochebuena. Después de cenar, las hermanas acompañan a cada persona a su habitación para dormir. Mañana será Navidad.


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