Sus padres emigraron cuando él tenía 2 años y estuvo al frente del centro de de los navarros en Argentina durante 17 años.
El navarro Sandalio Monreal Suberbiola, expresidente del Centro Navarro en Rosario ha fallecido en esta ciudad argentina a los 87 años de edad.
Monreal fue un navarro universal orgulloso de su tierra a pesar de haber emigrado a Argentina con su familia a los dos años desde su localidad natal de Mués. En la ciudad de Rosario trabajó desde los trece años en el reparto de leche, en la empresa familiar y a partir de los 24 años se estableció como comerciante y productor en el ramo de la hostelería.
Desde 1952 perteneció al Centro Navarro de Rosario, una institución de gran prestigio en la ciudad que fue fundada en 1913, donde desempeñó diversos cargos de responsabilidad y del que fue su presidente durante 17 años, reelegido en cuatro periodos diferentes.
Hace ahora 10 años, el presidente del Gobierno de Navarra, Miguel Sanz, impuso a Sandalio Monreal la Cruz de Carlos III el Noble en un acto celebrado en la sede de los navarros en Rosario "por su destacada labor en el fomento de la cultura, las tradiciones y el conocimiento de la realidad social de Navarra en la República Argentina".
En ese momento, Monreal evocó a sus padres emigrantes a Argentina y recordó también a las personas que le acompañaron en la tarea de sacar adelante el Centro Navarro de Rosario y los proyectos culturales, cívicos y deportivos, como el Campeonato Mundial de Pelota Sub 22 que se celebró en el frontón de la ciudad argentina.
Monreal ya había recibido también en 1985 la Cruz Oficial de la Orden del Mérito Civil, que le entregó el Rey por su trabajo al frente del centro, que ha logrado ser un referente singular de la cultura de Navarra y del reflejo del sentir de los navarros emigrantes y de sus descendientes.
Aunque mantuvo su vida siempre en Argentina, eran habituales sus viajes a Navarra para seguir visita su tierra natal. En una de sus últimas visitas fue recibido por el entonces presidente del Parlamento de Navarra, Alberto Catalán, y por el alcalde de Pamplona, entonces Enrique Maya.
