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SOCIEDAD

El escultor Rafael Huerta dona a Navarra el boceto original de uno de los monumentos más famosos de Pamplona

La pieza es un bronce patinado de 47 x 100 x 26 cm y está firmada y fechada por el artista en 1990.

Recreación en miniatura de la escultura de El encierro colocado en la calle Roncesvalles de Pamplona. GOBIERNO DE NAVARRA
Recreación en miniatura de la escultura de El encierro colocado en la calle Roncesvalles de Pamplona. GOBIERNO DE NAVARRA

El Museo de Navarra ha recibido en donación el boceto que sirvió de modelo para la obra a gran escala del monumento al Encierro, ubicado en la avenida Roncesvalles.

Esta obra "constituye una referencia, tanto para quienes habitan Pamplona, como para quienes la visitan, ya que representa una parte muy importante del patrimonio inmaterial de la ciudad", ha destacado el Gobierno navarro en un comunicado.

La pieza es un bronce patinado de 47 x 100 x 26 cm y está firmada y fechada por el artista en 1990. Esta obra había sido presentada en el Museo de Navarra entre el 19 de junio y el 20 de julio de 1992.

El escultor Rafael Huerta (Bilbao, 1929), dibujante y buen conocedor del arte clásico, es reconocido por su realismo, consiguiendo plasmar figuras plenas de humanidad en todas sus creaciones. Está muy ligado a Navarra donde reside y donde ha realizado buena parte de su producción artística.

Asimismo, ha desarrollado tareas pedagógicas como profesor de modelado y vaciado, primero en la Escuela de Artes y Oficios de Corella, y después en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, de la que fue director.

Artista figurativo, se le engloba en la generación de escultores de la llamada nueva escultura ligada a la modernidad. Comenzó su aprendizaje con su padre, Moisés Huerta, en Bilbao, culminándolo en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.

Entre sus obras en Navarra destacan las esculturas urbanas Rebotando del revés, en Echavacoiz (1990), que representa a un jugador de cesta punta; el busto de Nicasio Landa colocado en los jardines del Hospital de Navarra (1999); el Monumento a José Joaquín Arazuri (2002); y su obra más famosa, el Monumento al encierro.

Esta obra representaba al principio a dos corredores y un toro (1994), pero se amplió posteriormente, hasta recrear en 2007 un tramo de la carrera con unos corredores delante de los astados, otros caídos -incluido el autorretrato del propio escultor- y dos más que corren a la derecha de los toros, mientras avanza la manada.

El conjunto, realizado en bronce, mide once metros de largo y cuatro de ancho y sigue fielmente el boceto que acaba de ingresar en el Museo de Navarra.


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