• martes, 16 de abril de 2024
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SOCIEDAD

Luis Rouzaut, el óptico que se convirtió en el cronista fotográfico de Pamplona

Desde mediados del siglo XIX, los Rouzaut han velado por la salud visual de los pamploneses. El establecimiento de la calle Chapitela albergaba el legado fotográfico del incomparable Luis Rouzaut, un tesoro para la memoria de Navarra y Pamplona. 

Luis Rouzaut en su consulta graduando la vista a su madre Marie (Foto Luis Rouzaut, cortesía de la familia).
Luis Rouzaut en su consulta graduando la vista a su madre Marie (Foto Luis Rouzaut, cortesía de la familia).

En Pamplona hemos visto desaparecer demasiados negocios familiares víctimas de la economía, las modas y las costumbres; el resultado es que nos topamos con locales comerciales vacíos por doquier. Ante este desolador panorama, es un pequeño milagro que las dos ópticas de los Rouzaut (Chapitela y Av. de Bayona) se mantengan después de 5 generaciones y que hayan celebrado, hace 8 años, el 150 aniversario de su fundación.

El precursor de la saga, el francés Étienne Rouzaut, abrió una tienda en la plaza del Castillo que más tarde trasladó al lugar que todos conocemos, Chapitela 21. En principio era un bazar en el que se comercializaba todo tipo de artículos, entre ellos semillas y gafas. Étienne para publicitarse castellanizó su nombre de pila a Esteban, especializándose en óptica y nombrando al comercio con una reminiscencia del francés “Casa del Óptico”. Su primera mujer falleció joven sin descendencia.

Étienne casó en segundas nupcias con su prima Marie Rouzaut, de cuyo matrimonio en 1886 nació Luis, que fue un personaje singular e incomparable. Desde su nacimiento tuvo la doble nacionalidad, española y francesa; aunque los avatares de la Gran Guerra lo obligarían a renunciar, muy a su pesar, a la ciudadanía francesa. Comenzó sus estudios en los Escolapios y más tarde en la Escuela de Artes y Oficios.

Para dar continuidad al negocio, el joven Luis adquirió una formación que, hoy día, y al cabo de más de un siglo, todavía sorprende. Inicialmente marchó a los EEUU para instruirse en el centro estadunidense más prestigioso, el Nothern Illinois College Ophtalmogy and Otology en Chicago, donde obtuvo en 1911 el doctorado en oftalmología. Lejos de viajar como un señorito, trabajó lavando platos para costearse parte del viaje y su estancia en Norteamérica. A tenor del título y de las asignaturas impartidas, su formación fue más allá de la optometría.

A la izquierda las placas anunciadoras de la consulta de Luis Rouzaut. A la derecha autoretrato (Foto Luis Rouzaut, cortesía de la familia).
A la izquierda las placas anunciadoras de la consulta de Luis Rouzaut. A la derecha autoretrato (Foto Luis Rouzaut, cortesía de la familia).

En 1921 completó su formación como optometrista, con diploma de honor, en el Institut Central d’Optique de París. Se estableció en Bayona, pero volvió a su Pamplona natal para hacerse cargo del negocio familiar y casarse con Jacinta Garbayo. El matrimonio tuvo cuatro hijos: María Luisa, Esteban, Javier y Miguel. Esteban continuaría con la óptica, mientras que Javier encaminaría sus pasos hacía la medicina, especializándose en oftalmología.

A pesar de haber viajado por medio mundo, Luis se mantuvo fiel a las tradiciones pamplonesas vividas desde su infancia; católico practicante, perteneció a Hermandad de la Pasión del Señor, socio del Casino Central, e incluso llegó a ser concejal del Consistorio. Cultivó multitud de aficiones: música, excursiones, caza, pesca y en especial la fotografía.

Luis Rouzaut llevó la afición fotográfica a un nivel fuera de lo común para la época. Utilizaba una cámara estereoscópica de fabricación alemana, marca Ica Polyscop con doble objetivo (Carl Zeiss), que emula la visión humana y que permite visualizar las fotos en relieve (3D). Los negativos eran dobles sobre soporte de cristal.

A la izquierda la cámara fotográfica estereoscópica con dos objetivos. A la derecha Luis Rouzaut con su bicicleta (Foto Luis Rouzaut, cortesía de la familia).
A la izquierda la cámara fotográfica estereoscópica con dos objetivos. A la derecha Luis Rouzaut con su bicicleta (Foto Luis Rouzaut, cortesía de la familia).

En la emblemática óptica familiar de Chapitela donde guardan aparatos, recuerdos y la máquina de fotos de Luis Rouzaut, se encontraban, arrinconadas en un armario, cientos de sus placas fotográficas. Hoy no habríamos sabido nada de ellas, y a lo peor se habrían perdido, si no llega a ser por el empeño de Pachi Gurrea, marido de Blanca, nieta de Luis, en sacar a la luz la colección de fotos del abuelo.

Joaquín Ahechu digitalizó aquel tesoro que sirvió para editar un libro con textos del historiador Juan José Martinena, Luis Rouzaut. Óptico de profesión… y cronista de la vida navarra a principios de siglo XX (Saga Editorial 2010). Con estas imágenes, hasta entonces desconocidas, Navarra y Pamplona recobraron parte de su memoria olvidada.

La obra fotográfica de Luis Rouzaut muestra, además de la familia y amistades, jornadas de pesca y de caza con desplazamientos en tren “El Irati”, viajes en coche y en bicicleta, parajes navarros con testimonios etnográficos, el balneario de Tiermas (Huesca) hoy bajo las aguas del Pantano de Yesa, y en especial la Pamplona de los años 20, en la que destaca el comercio, procesiones y desfiles militares, las dos plazas de toros, la expansión de la ciudad en el Segundo Ensanche y los Sanfermines.

A las fiestas dedica una gran parte de su obra, en cantidad y calidad, con fotos de las barracas del real de la feria, los churreros, feria de ganado, las peñas de mozos y su clara afinidad por lo taurino: los corrales del Gas, las corridas de toros y los encierros. A éstos presta especial atención, las fotografías cubren distintos lugares y ángulos del recorrido, con el hándicap de obtener una única instantánea al paso de los toros. Lo cual refleja su tenacidad y afición por el encierro.

El conjunto de fotos de Luis Rouzaut es, por tanto, una bella crónica y un testimonio histórico de que las fiestas de Pamplona, aunque mantienen su esencia, han evolucionado con los tiempos. 


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