• jueves, 28 de marzo de 2024
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FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS

Xabier, el enterrador de Pamplona: "Para conseguir la plaza de trabajo hubo que hacer una exhumación"

Xabier Castro lleva once años siendo enterrador en Pamplona, por lo que conoce cada rincón del cementerio y todo lo que sucede en ese lugar mejor que la palma de su mano. 

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Xabier Castro González, enterrador del Cementerio de Pamplona durante los últimos 11 años. PABLO LASAOSA

Xabier Castro González, tiene 48 años y es, a simple vista, un hombre cualquiera, pero dentro de sí encierra una multitud de historias. Se levanta todos los días a las siete de la mañana desde hace once años y medio, y acude a su lugar de trabajo: el cementerio San José de Pamplona.

Castro tiene una de los oficios más originales, de los pocos que quedan desde hace siglos, es enterrador. No era el sueño de su vida, pero ahora que el destino le ha llevado ahí le encanta su trabajo, sólo le ve cosas buenas y dice con mucho humor: “De aquí me sacaran para llevarme al cementerio”.

“Es un lugar tranquilo para trabajar y no tienes enfrentamientos con los clientes porque la gente viene dolida y pensando en lo suyo. Lo único malo es que tienes que dar servicio caiga lo que caiga: con nieve, a cinco bajo cero o a cuarenta grados”.

Castro entró como funcionario del Ayuntamiento de Pamplona en 1996 en el servicio de obras, pero se privatizó y él terminó en un colegio. 

Castro bromea con que en ese colegio se “aburría mortalmente” y cuando salió la oposición de 9 plazas para el cementerio, decidió presentarse.

En el cementerio de San José trabajan 20 personas: trece fuera y dos en la incineración de cadáveres, tres encargados, dos personas en la oficina y personal externo de limpieza. La media de enterramientos es ocho al día.

Hay dos tipos de días dependiendo del turno que les toque: cuatro personas hacen de lunes a domingo turno de entierros y el resto del personal que no está enterrando, de lunes a viernes hace labores de mantenimiento como cortar hierbas, podar árboles, recoger basura o arreglar algún desperfecto. Sus herramientas son la maseta, el cincel, un rascador para enterrar y una pala y una grúa para las incineraciones.

DIFERENTES CULTURAS

Para Xabier Castro, lo más curioso de este trabajo son las diferentes culturas que se encuentran en el cementerio. "A pesar de que la mayoría de la gente es cristiana y suelen ser todos los entierros iguales, en ocasiones te vienen testigos de Jehová, musulmanes, neocatecumenales o de otras confesiones que ,aunque son cristianas, no son católicas.

En el caso de los testigos de Jehová van todos al nicho, dejan el ataúd enfrente pegando a la pared y se ponen en un semicírculo a rezar sus oraciones  y a cantar unos ritos. Los neocatecumenales y los kikos suelen cantar el credo en lugar de rezarlo.

"Es llamativo el entierro de los musulmanes, ellos van siempre a tierra y tienen que tener una orientación definida, mirando a la Meca. Colocan el féretro en el suelo, con el imán delante y los fieles detrás, todos mirando a la Meca y, por lo que oigo, creo que repiten varias veces la misma oración", explica Castro. 

"Ellos mismos bajan el ataúd, lo tapan y echan agua para purificar. Están enterrados todos en el mismo recinto, se adecuó una de las zonas para rito musulmán", añade Castro. "Tienden a hacer enterramientos mucho más sencillos que los cristianos, de hecho, no tienen más que una piedra en la cabeza y otra en los pies".

En el tema mortuorio los gitanos son muy originales: "Suelen tener mucha ornamentación, con flores, figuras de cristal, la lápida muy decorada en azul con fotomontajes y a los entierros vienen alrededor de 70".

EL PROCESO DE HACER UNA EXHUMACIÓN

Lo más curioso del trabajo de Castro, son según él, las exhumaciones, es decir, sacar cuerpos que fueron enterrados para llevarlos a otro lugar.

Castro explica que este tipo de trabajos "se suelen hacer a primera hora de la mañana para evitar mirones y suele ser porque las familias quieren sacar a alguien para ponerlo con otra persona. El enterrador relata que la exhumación “fue una de las pruebas de la oposición para conseguir el puesto y hubo bastante gente que no pudo realizarla”.

"A fin de cuentas, es guardar lo que se encuentra. Se abren los nichos o tumbas y se recogen los huesos con guantes de neopreno para no pincharte porque algunos tienen algunas astillas y se meten en una bolsa de restos: una bolsa de plástico resistente con una cremallera que se vuelve a enterrar con el difunto reciente".

“Los cadáveres, a diferencia de lo que se suele pensar, no huelen porque hay diferentes técnicas mortuorias. Si mueres en otra comunidad o ciudad, pues se conserva el cuerpo con cinc y es como si fuese envasada al vacío”.

Y todo lo que llevase ese difunto como ropas, estampitas o medallones se queman en un horno. “Todo lo que hayas metido, vuelve a salir. Antes solían salir dientes de oro y una vez saqué a una monja con los dientes de platino. Me encuentro hasta paquetes de tabaco”.

"LE DIO UN INFARTO Y SE DESPLOMÓ ENCIMA DE LA CAJA"

Una de las cosas que más curiosidad produce es saber las historias o leyendas que encierra un cementerio. Uno de los compañeros de Castro alberga una historia que es digna de una película de terror. "A mi compañero Juancho le dio un infarto mientras estábamos realizando un enterramiento y cayó encima del ataúd".

"Tuvo tan buena suerte que había un matrimonio cuyo marido era médico y la mujer enfermera, y a pesar de ese susto, salió bien parado. Hasta hace un mes estaba aquí trabajando, pero ahora lo han trasladado a una biblioteca. Se le cayó la azada, se quedó parado y le dije: ¿Juancho que te pasa? y se desplomó encima de la caja".

CURIOSIDADES

Xabier Castro lleva ya once años y medio dando vueltas por el cementerio y, a pesar de que ahora se lo sabe como la palma de su mano, reconoce que los primeros dos años iba "con un plano en el bolsillo".

En estos once años al enterrador de Pamplona le han pasado cosas muy curiosas y otras, se las ha encontrado. Hay un mito urbano de que roban las flores: "Habrá alguien que las robe, pero en términos generales es porque se caen del aire y nosotros no las ponemos en ningún lado porque no sabemos de quien son".

"En Pamplona hay otros días importantes en el cementerio, al margen de Todos los Santos. Mucha gente que baja y pone un pañuelico en la tumba en Sanfermines", señala mientras muestra varios nichos con pañuelos rojos atados. 

En cuanto a que es lo más raro que se ha encontrado Castro recuerda que una familia que tiene un invernadero en lugar de ser flores llevan ramos con hortalizas como cogollos, alcachofas y lechugas”.

Antiguamente, cuentan que las embarazadas recorrían el cementerio en busca de nombres originales para ponerles a sus hijos.

CAMBIO EN LOS RITOS

Los años han hecho que la sociedad cambie, y el tema mortuorio no es diferente. Antes había mucha más gente en los cementerios pero esa costumbre de ir a visitar a nuestros familiares del más allá, se está perdiendo. "Había una señora que siempre venía al punto de la mañana a dar los buenos días a su difunto marido, estas personas, mayores venían diariamente y ya van quedando muy pocas".

El día de todos los santos es el día "del año en el que no nos dan fiesta a nadie, ese día estamos todos aquí", cuenta Xabier. "Ahora va dejando de ser un día tan llamativo". "Ese día entramos a las siete, recogemos la basura y organizamos, y a partir de las nueve nos dedicamos "a ayudar a la gente a encontrar los diferentes nichos", reflexiona Castro.

En el tema económico también se ha notado la diferencia. "La gente gasta menos en el enterramiento. Con la crisis, se ven menos cajas rimbombantes, yo he empujado por aquí cajas que valían 6.000 euros".

AUGE DE LAS INCINERACIONES

El auge de las incineraciones ha cambiado también la estructura del cementerio. "Ahora se hacen unos nichos más pequeños (columbarios) y de los que había antes cada vez van quedando más vacíos. Esto tiene su razón de ser y es que un 75% de los servicios que hacemos actualmente son incineraciones lo que conlleva que haya actualmente 3.000 nichos vacíos en Pamplona". 


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