• viernes, 19 de abril de 2024
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SOCIEDAD

Navarra acoge la presentación del Itinerario Cultural Vía Carlomagno como uno de los símbolos de la unidad europea

Importantes personalidades de la política europea participarán en los actos, que se celebrarán los días 20 y 21 en Pamplona y Roncesvalles.

Monumento en recuerdo a la batalla de Roncesvalles ARCHIVO
Monumento en recuerdo a la batalla de Roncesvalles. ARCHIVO

Unas jornadas sobre la Ruta Carlomagno contarán en Navarra con importantes personalidades de la política europea, en varios actos que se celebrarán en Roncesvalles y en Pamplona los próximos días 20 y 21 de octubre. En su organización participa el Consejo Navarro del Movimiento Europeo.

En el marco de este evento, el lunes, día 21, a las 18.30 horas tendrá lugar en el palacio del Condestable de la capital navarra la presentación del Itinerario Cultural "Vía Carlomagno", símbolo de la unidad europea.

En esa presentación, moderada por el exconsejero del Gobierno de Navarra Juan Ramón Corpas Mauleón, vocal del Consejo Navarro del Movimiento Europeo, intervendrán el alcalde de Pamplona, Enrique Maya; Joaquín Almunia, comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios (2004-2010), además de vicepresidente de la Comisión Europea y comisario europeo de Competencia (2010-2014); Eugenio Nasarre, presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo (2012-2018) y su actual vicepresidente; Noël Orsat, director del Itinerario Cultural Europeo Vía Carlomagno; y Alberto Pérez Calvo, presidente del Consejo Navarro del Movimiento Europeo.

Según afirma esta última organización, "la Ruta Carlomagno y el Camino de Santiago pueden ser considerados los primeros itinerarios de integración europea". Y para atestiguarlo, aporta un resumen de los hechos que motivan esta afirmación, que se reproduce a continuación.

La ambiciosa política de Karolus Magnus, desde Sajonia, une toda la Europa central cruzando el Pirineo por Roncesvalles hasta Zaragoza y Pamplona. No solo construye un imperio, sino que cohesiona a los países de Occidente con leyes y edictos llamados “Capitulares”, y promueve grandes reformas educativas y legales, con el latín como lengua unificadora.

Constituye el intento de recuperar la cultura clásica en la época medieval. Promueve la implantación del Derecho Romano, que convierte en Derecho Carolingio, en los pueblos medievales europeos. Su imperio es el origen de dos importantes Estados: Alemania y Francia.

EL PRIMER GRAN PADRE DE EUROPA

La ruta atraviesa el corazón del Viejo Continente y sigue los pasos del emperador Carlomagno, considerado el primer gran padre de Europa. Recorre Bélgica, Alemania, Francia y España, entre otros Estados y regiones europeos. Un territorio de conquista y de pactos, que conlleva la aceptación de cristianismo por varios de los pueblos centroeuropeos, y que le hace merecedor de la corona imperial, honor que recibe del papa León III, en la Navidad del año 800.

Hay tres sucesos relevantes que vinculan al emperador Carlos con Navarra: su recorrido por nuestra geografía, a la ida y al regreso de su fallida expedición a Zaragoza; la entrada en Pamplona y la destrucción de las murallas de la ciudad; y el desastre estrepitoso sufrido por la retaguardia de su ejército en la batalla de Roncesvalles.

La Ruta Carolingia incluye la ciudad belga de Lieja, donde se supone que nace Carlomagno, y recorre los pueblos y ciudades que conformaron sus dominios: París, Bruselas, Amberes, Colonia, Frankfurt… y, como no podía ser menos, Aquisgrán, la ciudad, hoy alemana, en la que tiene su corte y su residencia, y en la que muere el primer emperador europeo, en el año 814. En su catedral, emblema del arte carolingio, permanece enterrado.

Navarra y Carlomagno permanecen unidos en la historia y en la literatura medieval a través de la batalla de Roncesvalles y la Chançon de Roland, que, tres siglos después, recoge bien que con notables diferencias con la realidad, el revés de las tropas francas a manos de los montañeses de los valles pirenaicos un 15 de agosto de 778.

VERACIDAD DEL SUCESO

La retaguardia del ejército franco, comandada por el conde Roldán (Hrōþiland o Hruodland), prefecto de la marca de Bretaña (Britannici limitis praefectus), es atacada en los desfiladeros del lugar de Roncesvalles. Tras vencer, exterminar y provocar la desbandada de la armada carolingia, los asaltantes saquean su botín, sus armas e impedimentas y, buenos conocedores del terreno, se dispersan con rapidez por los cerrados bosques de la cordillera.

No hay duda histórica alguna de la veracidad del suceso. Algunos autores, sobre todo los cronistas carolingios de su tiempo, dotan al enfrentamiento de un aura épica. Para otros, no es más que una simple escaramuza, un enfrentamiento menor entre bandidos lugareños en busca de rapiña, que perpetran un audaz golpe de mano contra un ejército claramente superior en número, disciplina, capacidad y armamento, pero que, ayudados por la sorpresa, la situación favorable para el ataque en los riscos de los angostos pasos pirenaicos y la agilidad de sus fuerzas, infligen a los orgullosos soldados carolingios un inaudito descalabro.

Sea cual fuere la dimensión del hecho de armas, representa la primera derrota del ejército dominante de su tiempo, algo que provoca la natural consternación entre sus coetáneos, y que queda claramente en los anales del momento.

Por otra parte, la batalla es el primer apunte con el que debuta en la historia lo que pronto será el reino de Pamplona. Porque, sea una u otra la dimensión del asalto y la magnitud del enfrentamiento, parece indudable que, para arrostrar el riesgo del ataque a una fuerza armada como la carolingia, se precisa planificación, orden y disciplina, previsión y capacidad de sorpresa, y, por supuesto, un mando capaz y respetado. Así pues, no es difícil ligar tal suceso al surgimiento del reino pamplonés.

ECOS DE LEYENDA

La batalla de Roncesvalles nos llega envuelta en los ecos de la leyenda, de las canciones de gesta y de sus numerosas resonancias literarias. La Chançon de Roland, relato épico que se ocupa del suceso, es la primera y más conocida canción de gesta europea. El Romancero nos lo cuenta con sus versos llenos de vivacidad y de frescura: “¡Mala la visteis, franceses, la caza de Roncesvalles! Don Carlos perdió la honra, murieron los doce Pares, cativaron a Guarinos almirante de los mares”.

Así, la Chançon desfigura e idealiza la primera derrota conocida del ejército franco que, de ser un suceso humillante, pasa a ser presentada como un hecho heroico, a mayor honra de Francia. Personifica virtudes y defectos extremos en cada uno de los protagonistas. E inaugura de este modo la figura del héroe cristiano, símbolo de la generosidad, el valor y la honradez, paladín de la búsqueda de la justicia, el auxilio de los débiles y la defensa de la verdadera fe, que va a ser después ampliamente desarrollada, a lo largo de varios siglos, en la literatura caballeresca.

Tras la batalla de Roncesvalles, Carlomagno abandona sus deseos imperiales al sur de los Pirineos y los sustituye por acuerdos diplomáticos con la aristocracia visigoda, que le permiten el control de la frontera pirenaica. Se crea lo que se ha venido en llamar la Marca Hispánica. De este modo, en un área de origen poblacional diverso y confuso sistema administrativo, que se va configurando en forma de pequeños condados vasallos, considerados parte de su imperio, consigue una franja que hace de colchón entre el mundo franco y al-Ándalus. La Marca Hispánica abarca un territorio que va desde el norte de Gerona hasta el pirineo navarro.

Pero no acaba ahí la histórica relación de Navarra y Carlomagno, después de que Pamplona “fuera recibida en la fidelidad de Carlomagno”, los Arista revindican su autonomía. Ello provoca que en el año 812, Luis el Piadoso remonte la cordillera pirenaica al mando de una poderosa hueste y se haga con la plaza, cuyas murallas habían quedado muy dañadas tras la incursión del 778. Reduce las defensas de la ciudad y prende a varios representantes de la nobleza local.

INAUGURACIÓN DEL REINO DE PAMPLONA

Una vez sometidos los linajes destacados con la toma de rehenes, impone un gobernador de su confianza, el conde gascón Velasco. Pero el descontento de la aristocracia local no se ha refrenado, al contrario, aprovechando el levantamiento general de la Gascuña contra Ludovico Pío, después de la muerte de Carlomagno, los navarros derrocan a Velasco y reponen a Íñigo Arista como señor de Pamplona en el año 816. Este suceso constituye, en opinión de Leví-Provençal, Pérez de Urbel y otros muchos estudiosos, el momento cierto que inaugura el reino de Pamplona.

Por tanto, a través de las crónicas históricas y de los resonantes relatos literarios, puede seguirse la relación entre lo carolingio (no solo del propio Carlomagno, sino también de sus predecesores y sucesores) y el nacimiento de la corona pamplonesa; una tierra que emerge en la frontera entre las dos grandes potencias de la Europa de su tiempo, el emirato cordobés y el imperio de Carlos. Y en el enfrentamiento entre ellos, fiando su lealtad a quien en cada momento escoge, tiene lugar la génesis del futuro reino de Navarra.


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